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lunes, 28 de mayo de 2012

No conozco a mi Padre Biológico (modificado 2019)


(ó yo no conozco a mi hijita por Cobarde con C mayúscula)
(COMO TE EXTRAÑO VALENTINA...)


Parece increíble que un niño pueda decir que no conoce a su padre pero lamentablemente esta es una realidad que afecta a miles de hogares latinoamericanos para no circunscribirlo solo a hogares venezolanos, (para no ser "regionalista" y hacerlo extensivo a nuestros "coterráneos" de idionsincrasias, lenguas y costumbres similares a la nuestra) y es importante saber qué hacer con los niños que atraviesan por esta lamentable y preocupante situación...

  




Las causas más comunes tienen que ver con:                      
- Hombres que escapan de su paternidad por miedo a la responsabilidad que implica el niño por nacer. Y es que muchos hombres se sienten paranoicos ante la presencia de un hijo pues sienten que ese bebe les va a quitar libertad, alegría o posibilidad de crecimiento. También por sentir que tendrían que padecer, al igual que sus padres padecieron con ellos mismos. Esto implica no solo inmadurez, sino cobardía, y en muchos casos algún grado de alteración de los afectos y de la emoción.


                          
- Hombres que por miedo a que sus parejas se enteren de su infidelidad, tienen el cinismo de negar una paternidad para seguir manteniendo una doble vida.
- Mujeres que decidieron ocultar la presencia de ese bebe, muchas veces por miedo a que se les obligue al aborto o por afecciones emocionales que las vuelven incapaces de poder formar un hogar con un hombre.
Qué decirle a ese niño !!!!!!!!!
La información que se de a conocer dependerá de algunas cosas, como por ejemplo 
o por el contrario si nunca lo conoció.
Es importante saber también si ese niño tiene ya un padre, es decir un hombre que la ama, lo cría y lo asume como un hij@ y si este niño ha hecho lo propio con él. 
*si el niño se crió en los primeros meses de vida con su padre y después este se fue (desapareció) 


*(este es mi caso)


*NOTA DE @VIK050

Yo me permito agregar mi historia personal:

yo llevo en mi alma y en mi corazón una situación similar a la última descrita...
por tener una hija (V.T.) nacida el 31 de Marzo de 1998, con quién apenas compartí casi 10 meses de su tempranísima vida, (sin estar presente cuando nació, pero desde los 02 meses y hasta casi los 12 meses compartí una de las etapas más hermosa de mi vida a su lado)


por haberme separado y divorciado de manera poco ortodoxa de su madre, por razones algo largas de exponer en este breve comentario, no volví a tener ningún contacto, salvo esporádicas llamadas telefónicas "de rigor" (en Navidad y sus primeros cumpleaños)... por medio de los abuelos maternos de mi hijita, inicialmente cordiales con su abuela (mi suegra) aunque sentía que había algo que no me decía, pues la notaba evasiva, pero cuando su abuelo materno (mi suegro), me informó telefónicamente que su hija, (mi ex-esposa) se había casado nuevamente y con una persona que quería y adoraba a mi bebecita Valentina, y que podría ser un buen padre para ella, como todo parece indicar lo ha sido hasta el momento (a mi mejor saber y entender, ya que entiendo que este señor (Fabricio) ha sabido ejercer con altruísmo, dignidad  y seguro con amor filial, su compromiso paterno), no tengo razones para ponerlo en duda, y solo el tiempo lo podrá ratificar.

Bueno es el caso que por el respeto y admiración que siempre sentí y siento por Chucho (mi suegro), yo le tomé la palabra en aquella última conversación, cuando en su lenguaje de Honorable Caballero a carta cabal, así como de reconocido Jurista de alto desempeño en el poder Judicial de ese entonces, me dijo con mucha decencia, que mi llamada en ese momento le parecía algo "extemporánea" y no beneficiosa para su adorada nieta... no sin antes dejarme saber su incomprensión y poco agrado por el comportamiento de parte de mi familia, al no haber mantenido contacto con la bebé por ser su familia paterna, lo cuál acepté con gran vergüenza, pues tenía toda la razón al expresarme: "que el respetaba mi ausencia y mi silencio... por todos los hechos que nos habían llevado a la ruptura del nexo matrimonial... pero no así con los abuelos, tíos y tías y demás familiares por parte paterna, que seguían siendo familia de Valentina"... ante lo que no pude más que "sonrojarme" (a la distancia) de la vergüenza que sentí y acusar "Touche" como dirían los franceses... eso lo entendí... también me comentó con su característica ponderación e inteligencia, que llegaría el momento que la niña preguntaría por que ella llevaba un apellido diferente a sus hermanitos o al apellido del esposo de su madre y que el tiempo y la vida se encargarían de aclarar esa interrogante de la manera indicada...
todo a su debido momento y tiempo.

Con mucha vergüenza me despedí, dándole mi palabra de que yo no sería un factor perturbador en ese feliz nuevo matrimonio, decidí mantenerme al margen de mi extrañada bebecita... y desde que colgué el teléfono he honrado mi palabra hasta la presente fecha, en que me atrevo a comentarlo por esta vía, cuando me encuentro muy cerca de abandonar esta vida, ya que al poco tiempo de esa conversación con mi suegro, me fue diagnosticada una terrible enfermedad catastrófica y degenerativa, que produce un gran rechazo y estigma hacia sus portadores, con la cuál he vivido todos estos años y quizás incidió (pienso yo) en mi decisión de alejarme de manera definitiva de mi hijita.

14 años después... (no es fácil)... con el dolor en mi alma
(y quizás también con algo de comodidad o Cobardía o de ambas!!!) no fue fácil para mi como padre tampoco... aunque muchos no lo vean así...

Como hubiese deseado estar a tu lado en esos momentos importantes de tu vida hijita, pero ya es un poco tarde y solo me resta escribirlo para dejar mi versión de los acontecimientos que nos llevaron a esta triste situación y no llevarme este dolor conmigo, sin al menos intentar dejarlo plasmado por esta vía...

Quiero que sepas, que aunque no supe ser un buen esposo y mucho menos un buen padre, yo quise mucho a tu Mami, quién es una gran Mujer, en todo el sentido de la palabra, y si bien es cierto que nuestra separación fue algo "traumática" e intempestiva, nunca deje de pensar en ella y en desear de todo corazón que lograra rehacer su vida con una persona que se mereciera tener a su lado a esa gran Mujer. Tu fuiste el producto del Amor que nos profesamos durante casi 5 años, el tiempo que estuvimos juntos, y que lamentablemente yo no supe atesorar, preservar y mantener vivo ese hermoso Amor que un día nos juramos en las altas montañas andinas, en San Javier del Valle ... que bellos recuerdos...

Nunca tendré palabras para explicarles y pedirles perdón por mi actitud y mi manera de reaccionar, pero estoy seguro que tu Mami será capaz de hacerlo de tu conocimiento a su debido momento, pues no dudo de su inteligencia e integridad como ser humano y como profesional, para explicarte como fueron los hechos que nos llevaron a esta ruptura y alejamiento, que se tradujo finalmente en haberte perdido sin ni siquiera haber tenido la dicha de compartir contigo salvo esos 10 meses antes de perderte definitivamente...

Tener que conformarme con ver una imagen (sin voz) a la distancia de quién lleva parte de mi ADN y mucho de mi Amor paterno... es muy doloroso...

Siempre te extrañaré Hija Querida...

Y te puedo asegurar que a mi si me hubiese encantado conocerte y disfrutar tu compañía. Pero así es la Vida... y una vez que tomas una decisión solo queda asumir la responsabilidad, cargar con el error en mi "maleta" y al menos escribir antes de partir...


"No hay nada mas bello que lo que nunca he tenido
Nada mas amado que lo que perdí"...

Disculpen pero no podía dejar de hacer este comentario personal muy íntimo...

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 Sigamos con lo que nos trajo por aquí:

En el primer caso, si el niño no conoce al padre biológico y jamás lo verá, lo más saludable es simplemente hacer referencia de esta persona como alguien que dejó algo bueno en la vida, es decir, ese bebe. Explicar que este hombre no estaba en condiciones de ser padre y por eso se retiró. De ser posible es importante tener algún relato de amor que contarle al niño, como por ejemplo que: 

sus padres se amaron en algún momento

que hubo cosas buenas en esa relación y que la madre guarda buenos recuerdos de él.
Lo que resulta realmente dañino es que el niño crezca escuchando “lo malo que fue ese hombre”, pues esto envenena su alma y lo coloca en un papel de víctima. En este caso su auto estima se verá lesionada.
Es importante poder separar la minusvalía del hombre que no asumió su paternidad de lo que es ese niño.

Es fundamental explicarle al pequeño que dentro de su familia hay hombres buenos y maravillosos de los que él desciende. Nunca se le debe comparar ni asociar con esta persona que lo abandonó.
Si el niño ya tiene un padre, entonces sería importante que la pareja decida si le cuentan o no el origen biológico del bebe. Si deciden no hacerlo hay que ser claros en este punto y no traer confusiones: su padre es quien lo cría.
Si deciden hablar de su origen biológico, entonces explicarle lo mismo que en el caso anterior y reforzar que el padre es aquel que lo ama y a quien ama.
Lo más importante es que este niño o niña sienta que tiene una familia que lo ama, un padre y una madre que gozan de su existencia. Nunca se debe apelar a discursos de victimización sobre su origen.
A continuación me permito incluir el siguiente artículo titulado: 

QUÉ NOS ESTAMOS PERDIENDO AL NO PATERNAR 

Encuentro más fructífero hablar de las diferentes formas en cómo vivimos los hombres la paternidad e ir explorando las condiciones individuales, materiales, culturales y sociales que podrían contribuir al ejercicio de una paternidad más nutritiva y afectuosa, que pueda incidir positivamente en el desarrollo de los hijos y de los propios padres, a la cual llamaré paternar.
En principio, un connotado investigador de El Colegio de México, Juan Guillermo Figueroa, señala que uno de cada tres hombres no sabe en cuántos embarazos se ha visto involucrado y por tanto muchísimos hombres no saben en qué han terminado los embarazos en los cuales han participado.
Si uno de cada tres hombres no sabe o no estaría seguro del número exacto de mujeres que ha embarazado, por principio el 33 por ciento de los varones no hemos tenido las suficientes precauciones para saber fehacientemente, si por ahí existe o no, un hijo nuestro, por tanto seguramente hay muchos hombres que son padres y ni siquiera están enterados de ello.
Esto no puede seguir siendo ni un dato curioso, ni un chiste, hay que empezar a discutir lo que ello significa. Sin duda a más de uno, esta realidad nos debe poner a pensar, para no trivializar el relegar la parte de la responsabilidad masculina en el ejercicio de nuestra sexualidad y nuestra paternidad.
Ello nos sugiere pensar la paternidad incluso desde las relaciones sexuales no deseadas, o sin las precauciones debidas, y entonces saber asumir el riesgo de provocar un embarazo y lo que resulte de él.
Hay hombres que viven como los «atrapados», los «engañados» o los «usados» son aquellos que les llegó de improviso la paternidad, sea por que no usaron o les fallaron los métodos anticonceptivos y omitieron el condón; la pareja decidió embarazarse y ellos no estuvieron de acuerdo; no fueron enterados, o bien fue un descuido mutuo no resuelto. A este sector de varones, les cuesta asumirse como papás después de saberse padres biológicos, y adjudicarse, en consecuencia su paternaje, habrá en que empezar a nombrar lo que viven, hacen o dejan de hacer estos padres.
Por lo general los hombres restantes que sabemos que embarazamos y vivimos con la pareja, asumimos la paternidad —si es que lo hacemos— cuando menos nueve meses después que las mujeres, es hasta que nos damos cuenta que está presente un individuo siempre ahí y no se va a casa, que entonces nos posesionamos como padres.
Los que lo viven con cierto pesar o se hacen cargo de la paternidad desde el conflicto, hablan más de los gastos, las prisas y las molestias, y menos de sus emociones por la llegada de un hijo o hija, los más renuentes rechazan y se molestan porque nació y no lo tenían previsto, y aún muchos se siguen molestando porque fue niña y hasta culpan a la esposa por ello, para otros más la llegada del primer hijo acentúa más los conflictos e incluso la violencia hacia la compañera.
Para cualquier varón, que no descubra que puede existir un gran disfrute y muchas oportunidades de crecimiento personal en el ejercicio de la paternidad, esa vivencia obviamente será más caótica.
Sin desconocer las muchas molestias, preocupaciones y dificultades que acarrea la llegada de un hijo, esa tremenda experiencia la podemos convertir en una gran oportunidad si logramos descubrir que un hijo o hija nos permite de muchas formas humanizarnos y contactarnos más a nosotros mismos.
Un bebé por ejemplo nos posibilita redescubrir y ejercer nuestra ternura, apapachar, cuidar, querer a otro ser. Conocer la maravilla de ver nacer un hijo es una experiencia inolvidable y agregaría definitiva para que los padres estrechemos aún más el vínculo con nuestros descendientes, no hay palabras para describir la emoción de verlos nacer. Cargar, bañar, dormir, cuidar, alimentar a un bebé o un niño o niña, permite explayar muchos de nuestros sentimientos que bajo ninguna otra circunstancia lo podríamos hacer.
Difícilmente podrá haber alguna satisfacción y emoción igual a la de encariñarse, amar y participar en la crianza y cuidado de nuestros hijos si fueran profundamente deseados, y no hay alegría mayor que la de verlos felices.
Las niñas y los niños pequeños dan a los padres tremendas satisfacciones y oportunidades, en principio medir nuestra capacidad de tolerancia y descubrir nuestros límites de paciencia ante prolongados llantos y desobediencias, al saber la posibilidad de superar el asco al cambiar un pañal, priorizar al hijo ante nuestro auto, grupo de amigos, trabajo o fútbol, o afirmar nuestro temple ante alguna enfermedad de ellos.
Las preguntas de los niños nos permiten replantear todos nuestros supuestos. «Papá, ¿por qué no se cae la luna?» «Papá, ¿por qué ese señor maltrató al perrito?», ¿por qué...? ¿por qué...? nadie más que ellos nos dan la ventaja de repensar y redescubrir todo nuestro entorno.
Quien tiene la paciencia de escuchar a un individuo de unos cuantos años, puede darse el permiso de replantear esquemas, reelaborar creencias, siempre y cuando tenga la emotividad suficiente de admirarse de aquello que vemos como común.

El proceso de la crianza da la ocasión de volver a vivir aquello que pensábamos olvidado y admirarse de cosas que ya eran obvias, lo que no tendríamos si no conviviésemos con ellos.

Si tenemos sensibilidad podemos disfrutar el poner en tela de juicio cualquier creencia o supuesto, darnos chance de jugar, ser caballos, monstruos, niños, power ranger o lo que queremos nosotros o ellos, en fin, recuperar nuestra parte infantil. A veces sucede que estamos más emocionados los adultos los seis de enero que los niños. ¿Por qué no volver a ser niños con ellos?

El ejercer como padres afectuosos nos permite descubrir y saber de otras emociones, necesidades y formas de ser, al no hacerlo, nos negamos a nosotros mismos el poder jugar, el darnos chance de reír... de querer y que nos quieran.

Lo que muchos padres no descubrimos es que el mejor amigo de nuestros hijos e hijas somos nosotros a la edad que ellos tengan, para ponernos en su papel hay que ponernos los pantalones cortos, no soltar por nada del mundo nuestro juguete favorito y emocionarnos con una fantasía, entonces nos acercaremos a lo que ellos están sintiendo.

En este sentido vale la pena recordar que si modificamos nuestras actitudes, modificamos factores sociales y hasta biológicos que nunca sospechamos, por ejemplo si somos más cuidadosos con la salud de los hijos, ellos enfermarán menos, en el lado opuesto la
negligencia y los maltratos son frecuentes causas incluso de muerte de los niños.

Cuando los niños son adolescentes nos permiten, si somos abiertos, darnos la excelente oportunidad de ser autocríticos, cosa muy extraña e impensable para muchos hombres; nuestros hijos, —si los escuchamos—, son capaces de hacernos ver errores que nunca habíamos descubierto sin una buena relación con ellos. También nos obligan a proceder con base en razones y a poner los límites, para que después ellos agradezcan los buenos juicios hacia ellos.

Muchos abuelos reconocen como grave no haber sido afectuosos con los hijos y proponen a sus hijos mayores que lo sean, o lo son con los nietos y nietas.

No todo es miel y rosas, en el rol de padres los hombres morimos, con la crisis muchos o se suicidan o cometen delitos por no faltar a su rol de padres proveedores, en estos tiempos muchos han muerto por no dejar una deuda hipotecaria, diríamos que se murieron por querer cumplir el único rol de padres que conocen, el de proveedor. En cambio, si sabemos que somos capaces de dar afecto, seguridad y apoyo a nuestros hijos, nuestro malestar será significativamente menor.

Los lados positivos de la paternidad es lo que comúnmente nos estamos perdiendo al no disfrutar a nuestros hijos. ¿Por qué no repensar el rol de padres y construir lecturas positivas, afectuosas, tolerantes e incluso responsables y satisfactorias para con nosotros mismos? la paternidad pensada y asumida como paternaje nos hace vivir más nutritivamente hacia nosotros y los que nos rodean, en vez de solo pensar en ser proveedores y los responsables del regaño, cosa que a muchos nos disgusta.

Paternar implica decisiones, hábitos y costumbres que se dan dentro de una sociedad, que si bien está llena de conceptos y prácticas cambiantes, la autoridad masculina sigue predominando en las relaciones con los hijos, por lo que la paternidad tradicional ha estado generalmente vinculada con el autoritarismo y la insensibilidad, confundiendo ser padre con querer tener siempre la razón y dominar a los demás sin importar a qué costo.

Resulta pues pertinente reflexionar y actuar más. Por lo pronto una conclusión preliminar, es señalar que es importante promover relaciones más creativas, respetuosas y nutritivas entre padres e hijos, preferir el diálogo y la tolerancia, al castigo y al grito, y aumentar la calidad del poco o mucho tiempo que como padres ocupemos para con nuestros hijos e hijas.

Los y las jóvenes podemos ir cambiando algunas costumbres y valores que aprendemos en el medio que nos rodea y que nos han hecho creer que el papel de las mujeres es sólo el tener hijos. Día a día vemos que un mayor número de mujeres realizan diversas actividades como trabajar, estudiar, aprender un oficio, practicar algún deporte, etcétera y no sólo las tareas del hogar y el cuidado de los hijos.

¿A quién crees que le corresponde tomar la decisión de tener un hijo? En este artículo se habla del derecho de las mujeres y los hombres a decidir de manera responsable, si quieren o no tener un hijo o hija y cuándo.

¡Recuerde que la decisión es suya!
(pero tendrá una vida para lamentarte si no hace lo correcto)

USTED DECIDE !!!!


Autor: Cervantes Islas Francisco 

«Qué nos estamos perdiendo al no paternar»
en la Revista FEM, México, 1996, junio.

Fuente: http://www.conevyt.org.mx/cursos/cursos/sex_juv/contenido/revista/sxj_07.htm


"No hay nada mas bello que lo que nunca he tenido
Nada mas amado que lo que perdí"...



           Dedicado a mi querida (y desconocida) hija 

                             Valentina de Jesús

No pretendo excusarme ó "escudarme" en un breve comentario
solo expreso lo que siento y que llevo en mi corazón. 

DTB.

                                                 
Que Dios derrame Bendiciones sobre ustedes.


"No hay nada mas bello que lo que nunca he tenido
Nada mas amado que lo que perdí"...

 Namaste


Editado y modificado en septiembre de 2019

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Namasté