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martes, 25 de julio de 2017

Pensamientos obsesivos. Los peligros de la rumiación

SER+POSITIVO


Es natural pararse a reflexionar sobre las experiencias dolorosas o las preocupaciones diarias. Con ello esperamos llegar a un nuevo entendimiento que reduzca nuestra necesidad y nos permita seguir adelante. Pero este proceso natural de auto-reflexión a menudo sale mal, y en lugar de obtener una liberación emocional, simplemente tocamos las mismas escenas angustiantes en nuestra cabeza una y otra vez, sintiéndonos aún más tristes, enojados o agitados.

Volvemos a vivir las escenas de una ruptura dolorosa y reanalizamos todos los matices de esa última conversación, repasamos en nuestra mente cada detalle de los últimos momentos antes de vernos afectados por un trauma o pérdida, volvemos a vivir todas las reuniones en las que nuestro jefe nos criticaba frente a nuestros colegas, o ensayamos varias versiones de un enfrentamiento o discusión que no terminó como hubiéramos querido...
Esta necesidad de rumiar nuestras preocupaciones puede ocurrir en cualquier momento y ocupar nuestros pensamientos cuando salimos de compras, cuando estamos en la ducha, cuando estamos haciendo la cena, o cuando estamos tratando de hacer nuestro trabajo. Antes de darnos cuenta nuestro estado de ánimo ya está en ruinas y las emociones se sienten más a flor de piel que nunca.

Los peligros ocultos de quedar atrapado en un ciclo ruminativo

La rumiación se considera una forma desadaptativa de autorreflexión, ya que ofrece algunas nuevas ideas y sólo intensifica la angustia emocional y psicológica que ya sentimos. Puede parecer obvio que tales ciclos rumiativos son emocionalmente angustiantes pero menos evidentes son los riesgos importantes que suponen para nuestra salud mental y física.

– Las cavilaciones o rumicaciones crean un círculo vicioso que fácilmente nos puede atrapar. Este impulso puede ser verdaderamente adictivo, de manera que cuanto más rumiamos, más nos sentimos obligados a seguir haciéndolo.

– La rumiación puede aumentar nuestra probabilidad de caer en una depresión, y puede prolongar la duración de los episodios depresivos previos.

– La rumiación se asocia con un mayor riesgo de abuso del alcohol. A menudo bebemos cuando nos encontramos al borde de la irritabilidad y la tristeza que se derivan de nuestras constantes cavilaciones.

– La rumiación se asocia con un mayor riesgo de trastornos de la alimentación. Muchos de nosotros utilizamos la comida para manejar los sentimientos angustiantes que nuestras propias reflexiones provocan.

– La rumiación fomenta los pensamientos negativos. Emplear una cantidad tan desproporcionada de tiempo en los acontecimientos negativos y dolorosos puede colorear nuestras percepciones generales de tal manera que empezamos a ver otros aspectos de nuestras vidas también de forma negativa.

– La rumiación fomenta la dilación de los problemas. A modo de ejemplo, un estudio encontró que las mujeres con tendencias ruminativas que encontraron un bulto en su mama esperaron 2 meses más que las mujeres sin esta tendencia para programar un examen médico.

– Rumiar los pensamientos aumenta nuestras respuestas al estrés psicológico y fisiológico de tal manera que los riesgos de una posible enfermedad cardiovascular se multiplican.

Romper el ciclo de la rumiación

Debido a la naturaleza adictiva de las reflexiones intrusivas, una buena forma de romper el encanto irresistible de nuestra rumiación es pararla de golpe. En concreto, debemos intentar atraparnos a nosotros mismos tan rápido como nos sea posible en cada ocasión, y encontrar la manera de distraernos para ocupar nuestras mentes con algo que no sea el centro de nuestras reflexiones.

Ya sea viendo una película, haciendo ejercicio, resolviendo un crucigrama o jugando al Tetris, cualquier cosa que nos obligue a concentrarnos nos obligará a dejar de rumiar. Con el tiempo, el hecho de evitar la reflexión y por tanto no reforzar su atractivo, hará que la necesidad de rumiar disminuya.

La distracción no es desde luego la única manera de romper un ciclo reflexivo. Puedes revisar mi artículo ‘La hora de pensar: el refugio de las obsesiones‘ donde describo una técnica específica de prescripción del síntoma, que vengo utilizando en mi trabajo diario desde hace algún tiempo con muy buenos resultados.

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