“Conocemos la explicación ofrecida por Stalin con la gallina, para demostrar cómo se somete al pueblo: primero la desplumó, y luego, poco a poco, le va suministrando pocos granos de maíz, hasta hacerla comer en su mano, en señal de agradecimiento por parte de la sufrida y torturada gallina.”
Así andamos en Venezuela, todo un país nariciado como un otrora toro bravío ahora sometido, agradeciendo como gallina desplumada por unos “granos de maíz” que nos ofrece el (burro) opresor… ya me confundí y hasta mezclé las anécdotas…
Así, así…
"Cuenta un conocido que ocupa un alto puesto en el gobierno nacional, que, en una reunión con Maduro, este preguntó qué cómo andaba el tema de las colas para surtir gasolina: si se sabía de algún tipo de manifestación o protesta debido a la falta de combustible y las largas colas. Tareck El Aissami, le informó que todo estaba bien, todo el pueblo haciendo su cola con tranquilidad, y sin ningún tipo de protesta. Todo el mundo ya se acostumbró a las colas, hasta pernoctan en ellas y juegan dominó. Las carcajadas y que no se hicieron esperar; según, y que fueron muy sonoras."
"El gobierno, con sus asesores cubanos y de otros países, con la suficiente experiencia en la aplicación de acciones de sometimiento a sus pueblos, ha conseguido, por ahora, el sometimiento absoluto al pueblo venezolano: otrora, valiente, contestatario y guerrero."
“Recordemos la famosa explicación ofrecida por Stalin con la gallina, para demostrar cómo se somete al pueblo: primero la desplumó, y luego, poco a poco, le va suministrando pocos granos de maíz, hasta hacerla comer en su mano, en señal de agradecimiento por parte de la sufrida y torturada gallina.”
"Hagamos memoria: hicieron desaparecer la comida, luego dosificaron su oferta, y el pueblo, sumiso, madrugaba para hacer las colas; cuando lograba comprar las cantidades que el gobierno imponía, muchos ciudadanos, agradecían, al mismo gobierno, el logro obtenido. Nadie protestaba: la gallina agradecía.
Hicieron desaparecer el gas, y la misma historia: colas kilométricas y nadie protestaba, ni protesta, ahora, más agudizado el suministro de ese rubro: cuando se logra obtener la bombona, la gallina, alborozada, agradece en la mano del amo que le tiende con unos míseros granos de maíz.
Con los servicios de agua y la energía eléctrica, se repite el mismo patrón: los hacen desaparecer, los racionan, y el pueblo no protesta: cuando aparecen, aunque sea por momentos, el pueblo hace fiesta: la gallina agradece las migajas ofrecidas.
Hicieron desaparecer los bolívares, y las colas también kilométricas en los bancos para mendigar unas pocas monedas que permitieran realizar las transacciones cotidianas. La gallina agradecía cuando lograba obtener el efectivo. Nunca se protestaba por esta iniquidad.
Y así, llegamos a la gasolina: hicieron desaparecer el petróleo, los aceites y la gasolina.
Es cierto: el pueblo sumiso, aletargado, amanece en las colas. Tal es la costumbre de esta distorsión social, que ya es normal, en la agenda del venezolano, planificar el tiempo que dedicará a surtir la gasolina, pero como una especie de programación de vacaciones, incluyendo el juego de dominó y hasta carpas…, que se han visto. Al lograr el objetivo de surtir unos pocos litros en las estaciones de servicio denominadas, eufemísticamente por el gobierno, como premium, el ciudadano se retira con unos gestos de alegría semejantes al de un niño cuando logra romper una piñata. La gallina repite su cacareo de agradecimiento.
Todo lo anterior demuestra que, pese a lo poderosa que es la mente del ser humano, con las técnicas apropiadas, es fácilmente manipulable. La manipulación psicológica para someter a las masas a los intereses de un gobernante totalitarista, ha quedado demostrada a lo largo de la historia: los gobernantes de los antiguos imperios lo hicieron, en la china de Mao Tse Tung; funcionó, en la Italia de Mussolini; también fue efectiva, con Hitler en Alemania; quedó demostrado al extremo, con Stalin; hasta se experimentaron con técnicas más modernas, en Cuba; y ahora en Venezuela, con los Castros y sus títeres criollos, ha funcionado. Razón tenía el sociólogo de masas y estudioso de la mente humana, Gustav Le Bon, cuando sentenció que:” la masa es un rebaño obediente que nunca podría vivir sin un señor”
¡Mucha falta de conciencia política y social en el pueblo!
Qué interesante sería que el pueblo venezolano, en vez de dejarse manipular, se pusiera de acuerdo, al unísono, en guardar los vehículos y no salir a engrosar las grandes colas. ¡Sería una manera fantástica de protestar!
El rey, quedaría desnudo.
De esa manera, no se sometería al sacrificio de la brutal represión que es la otra forma de sometimiento."
S. Freud.
Triste pero cierto.
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Namasté