El actor es el gran artista, es la disciplina más grande porque se priva siempre de la dignidad humana para la ejecución. El actor no es noble, es un falsificador pero ¿a quien reemplaza? A la muerte.
Marco Antonio Ettedgui – martes 20 de julio de 1981
Miércoles 2 de septiembre de 1981
A las 9:30 de la noche la sala fue quedando en penumbras, las voces morían en un tenue murmullo y solo el nervioso carraspeo de alguien disonaba. Con aforo completo el grupo AutoTeatro se disponía a ofrecer al público una de las últimas funciones de “Eclipse en la Casa Grande”, su quinto montaje y opera prima de Javier Vidal, director y miembro fundador de aquella peña de talentosos artistas.
Cuando todo estuvo dispuesto, Vidal salió a escena para dar la bienvenida:
- … ¿Somos soñadores? o ¿seremos protagonistas? ¡Fuimos! pero todo es mentira, hasta mi obra es una mentira. Hasta esto que verán ustedes, querido público es una mentira...
Por espacio de hora y media, los asistentes se asomaron al imaginario pueblo de Euzpania, conocieron y vivieron la angustia de sus personajes hasta que en la escena final quedaron con tan solo dos de ellos: Amparo Castro y Marco Antonio Valleverde quienes estaban a punto de interpretar el infausto desenlace de todas las noches. Solo que esta vez en lugar de un deceso fingido; presentarían una tragedia real, pues la fría dama de la muerte esperaba entre bastidores su turno para entrar en escena.
La joven actriz Julie Restifo encarnaba a Amparo y Marco Antonio Ettedgui interpretaba a Valleverde; en aquel punto Ettedgui debía dar la espalda a Restifo y avanzar por las tablas recitando estrofas de Hamlet; Amparo en un arrebato de locura toma un fusil y en el momento en que el actor gira para reencontrarse con ella, ésta le dispara. La inesperada detonación de salva impacta al público que desde las butacas ve a Marco Antonio doblarse con un terrible gesto de dolor. La concurrencia estalla en aplausos, rendida de admiración ante el realismo del acto presenciado,
desde su posición en el escenario Julie Restifo, espera a que su compañero diga el parlamento que le tocaba antes de caer y morir; con extrañeza ve que no solo no lo dice, sino que la mira con cara de sorpresa. La muchacha no entendía bien lo que pasaba; Marco Antonio da unos pasos vacilantes y se desploma al tiempo que en un leve quejido suelta: Me muero… me muero. En ese momento, su compañera en la obra Aleska Díaz Granados, quien si había visto lo que pasó, salió del cortinaje y se agachó; asustada comenzó a pedir ayuda. El público aún pensaba que aquello formaba parte del libreto hasta que con desconcierto vio a Javier Vidal y al resto del elenco salir pidiendo auxilio.
- ¡Un médico! ¡Por favor un médico! Ayúdennos.
La gente permanecía en sus asientos sin digerir bien aquello; la actriz Virginia Urdaneta salió alocada a la calle buscando ayuda; el público seguía inmóvil, paralizado por la certeza de una muerte que creyeron actuada. Arriba en las tablas, Marco Antonio Ettedgui repetía en un gélido soplo: me muero… a su alrededor estallaba la histeria. Al talentoso muchacho se le escapaba la vida. Una varilla de metal de un metro de longitud le había atravesado la región dorsal, era la baqueta que se usaba para limpiar y cargar el fusil de utilería, una perfecta y hermosa copia fabricada en Argentina de un fusil napoleónico del 1800, prestado para la obra por Venezolana de Televisión. La herida era impresionante, la vara penetró de costado a costado y la punta que había salido por el cuarto espacio intercostal izquierdo, le interesó además el brazo.
Cuenta Javier Vidal en las crónicas publicadas en la época que con mucha dificultad, debido a que estaba atravesado por la larga varilla de metal, metieron a Marco Antonio en un vehículo y lo llevaron a la cercana clínica Luis Razetti, allí les dijeron que no podían recibirlo debido a que no contaban con equipo radiológico, mientras aguardaban la ambulancia le suministraron oxigeno y suero. Los actores y actrices seguían con el vestuario de la obra, aterrados por lo sucedido. De la Razetti lo trasladaron al Hospital Clínico Universitario en donde de inmediato lo sometieron a cirugía. El muchacho permanecería en quirófano 5 horas luchando por su vida. El equipo médico procedió primero a cortar y retirar la punta de la baqueta, para luego extraer con mucho cuidado el resto. La operación fue larga y delicada debido a que la vara penetró los dos pulmones y el esófago. Durante la intervención, el muchacho que había llegado conciente al hospital, tuvo un paro cardíaco y entró en coma. A mediodía le practicaron una segunda cirugía para tratar la herida del esófago; a esa hora su situación era de pronóstico reservado: ya no respiraba solo, tenía afecciones neurológicas y sus pupilas estaban paralizadas. Los médicos no esperaban nada bueno.
Marco Antonio Ettedgui y su tiempo
Al momento de la tragedia Marco Antonio Ettedgui estaba por cumplir 23 años, cinco de los cuales los había dedicado con tesón al teatro. Horacio Peterson su maestro, lo recordaba como el púber de muchísimo talento al que un buen día recibió como alumno. Peterson expresó que desde el primer momento supo que estaba frente a un verdadero valor de las artes escénicas, pero Ettedgui tenía otra pasión: la comunicación y era el oficio que ya ejercía cuando aún no egresaba de las aulas universitarias. Siendo tesista en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), Ettedgui laboraba como redactor de las páginas culturales de El Universal con una columna semanal llamada El Público en la que disertaba sobre performance, drama y audio visual con agudeza y espíritu crítico. El joven artista y comunicador venía de cumplir una notable labor como coordinador de “Experiencias Libres” en la V edición del Festival Internacional de Teatro de Caracas y su trabajo como actor y dramaturgo había cosechado importantes premios de la crítica, amen del favor de un público que seguía su carrera con expectación.
En 1981 el panorama teatral venezolano se mostraba promisorio por la existencia de agrupaciones que lograron entender su trabajo más allá de la simple representación. El Rajatabla, el Theja y el propio AutoTeatro funcionaban como verdaderos laboratorios de experimentación teatral en los que las nuevas tendencias ocupaban un lugar importante. Aparte de esto se contaba con la presencia de maestros como Carlos Giménez, Horacio Peterson y José Simón Escalona que con pericia estimulaban la consolidación del sector.
Entre el 20 de julio y el 2 de agosto de aquel año los venezolanos pudieron apreciar la quinta entrega del Festival Internacional con invitados de peso entre los que destacaban el director polaco Tadeusz Kantor y el peruano Luis Ramírez. En esa ocasión el grupo AutoTeatro presentó la laureada Gritos del propio Marco Antonio Ettedgui.
La investigación
En la madrugada del jueves 3 de Septiembre, la Comisaría Simón Rodríguez de la Policía Técnica Judicial, a cargo del Comisario Leonel Ávila Oliveros abrió una averiguación a la actriz Julie Restifo por lesiones personales. La joven rindió declaración y quedo detenida en la sede de dicha comisaría. En la mañana fue llevada a la Sala Rajatabla, donde tuvo lugar la tragedia, para reconstruir los hechos. Ese mismo día cuando Javier Vidal acudió al hospital para obtener información del estado de salud de su amigo fue agredido verbalmente por la madre de éste, incidente que desató una ola de rumores, muy propios del mundillo de la farándula, pero que sin embargo llevaron a la policía a tener que descartar la venganza personal como posible móvil de un hipotético crimen.
Entre los comentarios que se suscitaron estaba el de la supuesta rivalidad entre el director y el actor por la existencia de un triangulo pasional entre Vidal, Restifo y Ettedgui. Tanto Ettedgui como Restifo cursaban el último año de la carrera de Comunicación Social en la UCAB, universidad en la que Javier Vidal era profesor de la cátedra de Radio y tutor de las tesis de ambos. Otra bola que se echó a rodar fue la de que Marco Antonio con el despliegue de su talento eclipsaba la incipiente carrera de su colega Julie Restifo, llevando a ésta última a planificar su desaparición. Todo esto, por supuesto, no constituía sino el morboso producto de mentes calenturientas ante un hecho de sangre en el que se vieron involucrados de forma involuntaria personajes del teatro y la televisión.
Entre el jueves 3 y el sábado 6 se tomó declaración a todo el elenco y personal técnico de la obra, entre ellos a Roberto Bressanutti, el encargado de utilería quien fue el que preparó y cargó el fusil para la representación. Sobre él y Restifo recaían las sospechas; él por ser responsable del arma y ella por accionarla. El viernes 4 Bressanutti concedió una entrevista a la periodista Ana Krai; en la misma alegó que lo ocurrido fue algo motivado por la rutina y la premura. En un principio se pensó que el utilero, luego de cargar el fusil se lo había pasado a la actriz; también se creía que la baqueta había sido dejada dentro, bien por descuido o de manera intencional. Sobre el primer supuesto, Bressanutti aclaró: “Lo que sucede es que yo no le pasé directamente el arma, sino que la dejé en el suelo por las diversas actividades que tengo que realizar, Julie la tomó de donde yo la había dejado”. Restifo y Bressanutti quedarían detenidos hasta tanto la policía determinara que era lo que realmente había ocurrido; sin embargo tanto para ellos como para el resto del grupo teatral, lo que había pasado no había sido más que un terrible e infortunado accidente. Para ese momento su amigo permanecía en una cámara de oxigeno en la que de manera constante se le aplicaban antibióticos y se le transfundía sangre, por ser su estado de suma gravedad solo tenían acceso a él el personal médico y auxiliar del hospital. Sobre ese punto se quejó la familia porque además de no poder verlo tampoco habían podido obtener información sobre su estado.
Cuando la muerte sube al plató
El doloroso caso de Marco Antonio Ettedgui no ha sido el único ocurrido en el mundo del espectáculo en nuestro país, en varias ocasiones la dama de la última hora pasó a buscar a sus escogidos cuando éstos se encontraban en plena representación; o por lo menos pasó a recordarles su existencia y fatalidad.
El 22 de mayo de 1919, mientras representaba un acto de Juan Segundo, junto a la llamada Reina de la Opereta, la actriz mexicana Esperanza Iris, el primer actor Manuel Villareal sufrió un infarto fulminante, el público arrancó a aplaudir entusiasmado hasta que los organizadores salieron a explicar lo que había pasado y a informar que la obra estaba suspendida.
En 1960 mientras se presentaba la obra “Intervalos” de Elizabeth Schon en el Teatro Nacional, bajo la dirección de Horacio Peterson, un actor italiano perdió un ojo cuando un compañero accionó un revolver con una carga de fogueo; lo hizo tan cerca del rostro que éste sufrió severas quemaduras y la pérdida del importante órgano.
Más tarde, exactamente el viernes 25 de agosto de 1967, el locutor, publicista y animador Pedro Henríquez murió ante las cámaras de CVTV canal 8, cuando junto a José Hernández animaba el programa de concursos “Si Resbala Pierde”. Pedro Henríquez quien originalmente se desempeñó como profesor de Lengua y Literatura en la ciudad de Valencia, llegó a ser uno de los más populares animadores de la televisión venezolana en los años sesenta. Henríquez además de aquel programa se desempeñaba, junto a Aly Khan, Blas Federico Jiménez y Antonio del Nogal en la locución hípica. Aquella noche un infarto terminó con su vida.
El sábado 4 de enero de 1975 le tocaría el turno a Víctor Piñero “El Rey del Merecumbé” de rendir la vida frente a sus admiradores reunidos en el Hotel Tamanaco para un baile con la orquesta Los Melódicos. A las 11:30 de la noche, luego de terminar su set con el tema “Las Pilanderas”, el cantante soltó el micrófono y se fue a un lado de la tarima, en aquel momento en que la orquesta arrancaba de nuevo con otro de sus intérpretes, Piñero suspiró y se llevó las manos al pecho, había sufrido un infarto al miocardio. Se desplomó al lado de los aparatos de sonido. La música y la alegría cesaron, el cuerpo agonizante del artista fue trasladado a la clínica Las Mercedes, pero allí llegó ya sin vida.
A finales de junio de ese mismo año 1981, un accidente estuvo a punto de tener grandes proporciones cuando en medio de la grabación de escenas de la telenovela “Rosalinda” en la población de Camatagua, la actriz Tatiana Capote accionó una escopeta causando heridas en varias personas, entre ellas al propio director Clemente de la Cerda. La muchacha que pese a los ensayos no logró dominar la fuerza de empuje del arma perdió el control de la misma soltándola. La escopeta al caer al piso siguió disparando por no tener colocado el seguro. Además de de la Cerda, sufrieron heridas el camarógrafo Jorge Valdez, un chofer de apellido Trotman y el señor Pedro Repueza, director de una agrupación folclórica de la zona.
Epilogo del caso real
El domingo 7 de septiembre, la Policía Técnica Judicial declaró terminadas las investigaciones; para los detectives se trataba claramente de un acto no intencional. El director Jorge Sosa Chacín declaró entonces que los imputados por lesiones culposas pasarían a la orden del Tribunal II de Instrucción y del Fiscal II del Ministerio Público Eudómenes Castro Tello. En esa ocasión se aclaró que la baqueta no había sido dejada dentro del arma, como se pensó en un inicio, sino que estaba en el lugar en el que tenía que estar, adosada a unos aros debajo del cañón. Lo que había ocurrido, según se determinó, era que no se ajustó bien a los aros y cuando se produjo el disparo, la vara salió impulsada impactando el cuerpo de Marco Antonio.
En aquella ocasión se especuló que lo que pasaría a continuación sería que a los imputados se les dictara un auto de sometimiento a juicio, en lugar de un auto de detención, con lo que recuperarían la libertad en poco tiempo.
A las 4:55 de la madrugada del domingo 13 de septiembre de 1981, Marco Antonio Ettedgui rindió su último aliento. Su cuerpo fue velado en la funeraria La Equitativa y ese mismo día fue inhumado en el Cementerio del Este, sitio al que acudieron en tropel sus familiares, amigos y compañeros para la despedida. Las autoridades negaron a los dos detenidos por el caso, el permiso para acudir a las exequias.
Homicidio Culposo, la película
Tres años después de la tragedia, se estrenó en Venezuela, una reconstrucción ficticia de los hechos.
Con guión de José Ignacio Cabrujas y César Bolívar y con la dirección de éste último se lanzó a la consideración del público la cinta “Homicidio Culposo”. En la misma participaron algunos de los protagonistas del suceso real; entre ellos los propios indiciados Julie Restifo y Roberto Bressanutti. Además estuvieron Javier Vidal y Aleska Díaz Granados. Roberto Bressanutti trabajó allí como diseñador de escenografía y vestuario. Restifo hacía el papel de Nancy, amiga intima de Alicia Rodríguez (Elba Escobar), la actriz que sufriría la tragedia de asesinar por accidente a su propio novio, el actor Juan Carlos Johnson (Javier Vidal) en una de las escenas culminantes de la obra “Juana Americana”, una historia sobre la revolución en el Alto Perú.
En la película – con cierta truculencia – se desarrollan dos historias paralelas que terminan por enlazarse de manera casual. Una es la muerte del actor y la otra la del inspector Gabriel (Jean Carlos Simancas), un policía desangelado – al que la mujer le pone los cuernos – que investiga a un grupo de narcotraficantes. Luego de generar una trifulca en una discoteca ambiente, a la que llega disfrazado de travestido, el policía y su compañero se dirigen a un hospital para tratar las lesiones de la pelea. Allí despues de un regaño telefónico de su superior, Gabriel se topa con el grupo de actores que traen a su compañero herido de muerte. En la trama, el actor fallece la misma noche, y el inspector decide encargarse de las investigaciones; es así como conoce a Alicia, a Nancy, al director de la obra Hugo Irazabal (Yanis Chimaras) y al resto del elenco. El inspector sospecha que la muerte ha sido intencional y que Alicia no fue sino el instrumento de alguien que planeó la muerte de Juan Carlos Johnson. Relevado de su cargo en narcóticos y finalmente expulsado de la institución, Gabriel se dedica de lleno a investigar lo que parecía ser un homicidio culposo, pero que él y Nancy presentían premeditado.
En la cinta el fusil se reemplaza por una pistola del siglo XIX y la baqueta por un clavo que es colocado dentro del arma de manera intencional. La actriz termina acusada formalmente y confinada en un penal en el que es violada por otras reclusas. Eso y el hecho de haber dado muerte a su novio la hunden en un profundo estado de melancolía. La psicóloga de la cárcel que busca ayudarla a superar el trance le consigue una participación como directora en el Festival Penitenciario de Teatro – la anima a escoger para el montaje a una obra que conozca bien – La chica decide montar la misma obra en la que dio muerte a Juan Carlos, escogiendo para el papel de la mujer con el arma a la reclusa que dirigió su violación. Mientras tanto Gabriel, con ayuda de su ex compañero y de Nancy (Julie Restifo) logra descubrir al asesino y el móvil: Un asistente del teatro, homosexual y amigo de Juan Carlos que decide darle muerte al ver que éste se enamora de Alicia. El hombre es detenido. El inspector y Nancy acuden al teatro donde se lleva a cabo el Festival Penitenciario para dar la buena nueva a Alicia, pero llegan tarde, la chica había propiciado su propia muerte colocando un clavo en el arma que debía ser disparada contra ella en la obra.
Para la época en que se estrenó “Homicidio Culposo” logró la recaudación record de 1.600.000 Bolívares.
Final
Superado el trance en el que se vio envuelta de manera involuntaria, Julie Restifo regresó a la actuación tanto en televisión como en teatro en el que en años recientes, participó con su esposo Javier Vidal en el montaje de la obra “Tal para Cual”.
Javier Vidal siguió trabajando como periodista, actor, profesor universitario, dramaturgo y escritor. En 1998 se vio envuelto en un caso de presunto plagio cuando se le acusó de copiar el libroPerformance Art, de la autora inglesa Roselee Goldberg para publicar uno con su firma titulado “Nuevas tendencias teatrales: la performance” En aquella ocasión y luego de verificar y comparar el contenido de ambos libros, la casa editorial Monte Ávila Editores decidió retirar del mercado la obra de Vidal, aclarando que ellos habían publicado el libro de buena fe y confiando en el autor.
En 1989 la Fundación Rajatabla creó el premio Marco Antonio Ettedgui para recompensar a los jóvenes creadores de la escena teatral que se hubiesen destacado en su labor.
Marco Antonio Ettedgui | |
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Nombre completo | Marco Antonio Ettedgui |
Nacimiento | 13 de diciembre de 1958, Caracas, Distrito Capital - Venezuela |
Fallecimiento | 13 de septimbre de 1981, Caracas, Distrito Capital - Venezuela |
Nacionalidad | Venezolano |
Área | Artista de medios mixtos |
Crónicas del Tánatos
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Namasté