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viernes, 24 de febrero de 2017

Relato Andino - Feliz Cumpleaños Ana Lucía !!!!!

SER+POSITIVO
Ana Lucia caminaba alegremente entre frailejones por el alto páramo, en las cercanías a La Laguna de Mucubaji, pero no estaba paseando, aunque apenas era una pequeña niña de unos 14 años, ella andaba trabajando... pues andaba seguramente buscando algún animal del rebaño de su padre o tal vez trasladándose de su casa hasta el lugar de trabajo de su padre a llevarle su comida... en fin andaba trabajando como lo hacía cualquier niño andino de esa época, quienes desde muy pequeños son instruidos e involucrados en las faenas diarias del hogar y de la agricultura o la ganadería, según sea el caso, pero los enseñan a trabajar desde muy pequeños y Ana Lucia no escapaba a esa forma de crianza en los andes venezolanos...
Ella había nacido en Piñango, pequeño poblado en el alto páramo andino, cercano al Collado del Cóndor mejor conocido como El Pico de El Águila, donde se rondan los 4.000 metros de altura sobre el nivel del mar; zona de grandes montañas con un clima recio, donde hay que ser fuerte y decidido para adaptarse al duro entorno, allí nació Ana Lucia un 24 de Febrero y de allí le viene su fortaleza y su templanza.
Tierra de agricultores “montañeros”, gente acostumbrada al trabajo duro, al recio clima frío y a las carencias típicas de una población de alta montaña en pleno páramo andino en una Venezuela que apenas comenzaba a pasar de un país rural a uno petrolero en aquella década de los años '40 del siglo pasado.
Allí vivió hasta los cuatro o cinco añitos, cuando sus padres decidieron mudarse “más abajo” hacia los lados de Apartaderos, seguramente para buscar mejores oportunidades de vida para el matrimonio Ramirez Lobo y sus muchachitos: Martiniano, Abdón, Clodomiro, Fermín, Ramona, Luisana, Ana Lucia... (Heriberto y Eulalia no habían nacido cuando salieron de Piñango)
Ana Lucia recuerda que su Padre Don Zoilo Ramírez tenía su propio atajo de mulas, unas seis ó siete... recuerda, que se usaban como transporte y carga en esa zona montañosa e inclemente. Era como hoy en día tener una flota de camiones de carga para trabajar y ganarse la vida.
Doña Elvia Lobo y Don Zoilo Ramirez

Ella era una niñita muy pequeña, pero recuerda (o le contaba su Mamá Doña Elvia Lobo), que cuando cargaron las mulas con los muchachitos, los cargaban de a dos por mula, para hacer el contrapeso de los canastos de carga, como eran muchos y como Ana Lucia era la más pequeña, los grandes iban en parejas y para ella no había un “contrapeso” para su canasto, y tuvieron que usar un pequeño perrito para que le hiciera contrapeso y poder viajar sin contratiempos por esas empinadas montañas andinas. Ella lo cuenta con mucha gracia y simpatía pero no deja de ser una escena conmovedora y tierna de la partida de su terruño en una fría madrugada del páramo andino, en la madrugada pues al igual que las expediciones de alta montaña cuando debes emprender el camino muy temprano para llegar a la cumbre y tener sol para el regreso...

aquí era un camino montaña abajo, en descenso, pero con la intención de llegar a la Cumbre de sus aspiraciones personales, para buscar mejores oportunidades de vida, oportunidad de estudio para sus hijos, mejores trabajos y negocios, en fin posibilidades que tal vez Piñango no podía ofrecerles en los años 40 – 50 del siglo pasado, una remembranza de hace casi 70 años, de su lejana infancia...


Ana Lucia caminaba alegremente entretenida con sus montañas, sus frailejones, recordando su viaje desde Piñango hasta Apartaderos y luego a La Cañada del Padre donde ahora residía con sus Padres Zoilo y Elvia, los pilares de la familia Ramirez Lobo y con sus 7 hermanos.
Miraba a su alrededor examinando el horizonte con su aguda mirada cuando divisó a un caballo a lo lejos, no se distinguía el rostro del jinete pero sabía que debía ser alguien “de por ahí” por su indumentaria, algún vecino o tal vez algún trabajador de la finca de Don Hermes Balza, el terrateniente de la zona y ahora patrono de su Padre, quién los había “contratado” y les había asignado una vivienda o rancho en La Cañada del Padre, en el camino hacia Los Granates en La Sierra de Santo Domingo.
Al acercarse el jinete pudo ver que era un joven muchacho, trabajador de la Finca El Baho donde trabajaba su Papá, pero no lo conocía de nombre, así que siguió caminando sin prestarle mayor atención, no siendo así para el joven jinete quién si se fijó en ella y se acercó a la jovencita para saludarle y quizás decirle algún piropo andino...
Hoy en día, casi sesenta años después, Ana Lucia no recuerda exactamente que fue lo que le dijo el joven Urbano Martín Peña Gil, así se llamaba el joven jinete, quién años después se convertiría en su querido esposo, en su inseparable compañero de vida, con quién formaría la familia Peña Ramirez, quién sería el Padre de sus cinco adorados hijos: HugoLino, José Asunción “Cheo”, Edecio, Wilmer Antonio y Jesús Leonardo,
el hombre a quién ella cuidaría y acompañaría hasta sus últimos días...
Urbano Peña Gil y Ana Lucía Ramirez de Peña

Lo que si le mencionaba Urbano cuando recordaban juntos aquel “primer encuentro” era que Ana Lucia la había emprendido a piedras contra él...
si a Piedra limpia jejeje!!! tal vez molesta por el piropo que le había prodigado de manera galante el joven jinete o tal vez para demostrarle que ella sabía defenderse y que debía respetarla.
Son Hermosos recuerdos que Ana Lucia conserva en su corazón y aunque ya Urbano falleció hace 9 años aún sus ojos brillan de alegría al rememorar aquel día.

Comparto este breve relato como una demostración de reconocimiento y afecto hacia la Sra. Ana Lucia Ramirez viuda de Peña en esta importante fecha en que celebra felizmente su cumpleaños, hoy
24 de Febrero del año 2017 en Santo Domingo, edo. Mérida.

Ana Lucia en Diciembre 2016 en su casa de Santo Domingo, con su hijo menor Jesús Leonardo “LEO” (32), su nieto José Antonio Peña Zerpa (14) y su nieto Matheo Sebastian Peña Ramirez (10 meses).

Piñango "A menos de un kilómetro del pueblo hay un aviso, que dice "El Dividive. Sitio de fundación de San Antonio de la Sal por Matías Ministrone en 1619. Piñango, capital del bolo andino". Este revelador aviso dice que el sitio donde está ahora el pueblo no fue el lugar original, fue movido por una creciente del Río Chirurí. Lo de la sal se debe a que Juan Maldonado en una de sus expediciones de 1559, llega a este lugar y los habitantes le obsequian cargas de sal. No he encontrado ninguna referencia a Matías Ministrone, pero el apellido parece italiano. Ahora, el bolo un juego traído por los vascos en el siglo XVI, en su idioma se llama hiru txirlu y es una especie de boliche. Hasta 1890 era conocido como Pueblo de la Sal, a partir de ese año se llevó a Parroquia Civil con el nombre de Judas Tadeo Piñango.

(Marco Vinicio Salas, Los Encantadores Pueblos de Mérida, Mérida 2001, p. 50).



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Namasté