LAS EXPERIENCIAS BUENAS O MALAS DE NUESTROS ANTEPASADOS SE HEREDAN A SUS DESCENDIENTES, PROVOCANDO TENDENCIAS A CIERTOS COMPORTAMIENTOS COMO LA DEPRESIÓN O EL ALCOHOLISMO. LA IDEA DEL ÁRBOL GENEALÓGICO TOMA UN MATIZ NUEVO CON LA EPIGENÉTICA CONDUCTUAL.
Vamos a plantear una pregunta con cierta ingenuidad: ¿cómo sabe el ADN humano dónde colocar sus piezas para crear exactamente un ser humano particular? No hablamos de un individuo de la especie humana sino a una persona concreta, hijo o hija de ciertos padres, descendiente de cierta genealogía. De primera impresión podríamos pensar que la naturaleza trabaja sobre un cuadro básico de ingredientes, los cuales apenas sufren modificaciones a lo largo del tiempo. Pero según la investigación de un par de biólogos canadienses, las historias de vida (hábitos, estados emocionales, traumas psicológicos) de nuestros descendientes modifican y otorgan a nuestro material genético un grado extra de precisión.