Cuando nos sentimos amenazados por una enfermedad recurrimos a imaginarnos niños otra vez, evocando aquella vulnerabilidad aliviada por los cuidados de nuestros seres queridos. La Medicina actúa como madre, cariñosa y protectora. El personal de enfermería nos habla con diminutivos, a los ancianos nos tutean como si fuéramos niños. Todo esto nos ayuda a esperar la curación.
Quienes siempre se sienten niños vulnerables, también se infantilizan pero, en vez de recurrir a la Medicina recurren a alguna religión. Piden ayuda rezando y a pura esperanza “se aseguran” un final feliz.
Publicadas por Fernando Mieres
Relatos en clave psicoanalítica rioplatense: EL NIÑO VUELVE Y NO QUIERE IRSE:
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