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miércoles, 24 de enero de 2018

Eutanasia > Suicidio... Principios Legales sobre el tema en Venezuela

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La Eutanasia tiene por finalidad evitar sufrimientos insoportables o la prolongación artificial de la vida de un enfermo. La eutanasia se puede realizar con o sin el consentimiento del enfermo.

Clasificaciones de eutanasia
En el medio hispanohablante se han introducido conceptos de la evaluación ética de la eutanasia y se la califica de directa o indirecta en cuanto existe o no la intención de provocar primariamente la muerte en las acciones que se realizan sobre el enfermo terminal. En el contexto anglosajón, se distingue entre la eutanasia como acción y la eutanasia como omisión (dejar morir). Su equivalente sería eutanasia activa y eutanasia pasiva, respectivamente. También se utilizan, en forma casi sinónima, las calificaciones de positiva y negativa respectivamente...

Sin embargo, la Organización Médica Colegial española y otras instituciones no aceptan la distinción terminológica entre «activa» y «pasiva», porque lleva a confusión. Consideran que la eutanasia es siempre deontológicamente condenable, y que es distinta del acto médico de suspender un tratamiento inútil.
  • Eutanasia directa: Adelantar la hora de la muerte en caso de una enfermedad incurable. Esta a su vez posee dos formas:
    • Activa: Consiste en provocar la muerte de modo directo. Puede recurrirse a fármacos que en sobredosis generan efectos mortíferos.
    • Pasiva: Se omite o se suspende el tratamiento de un proceso nosológico determinado (por ejemplo una bronconeumonía), o la alimentación por cualquier vía, con lo cual se precipita el término de la vida. Es una muerte por omisión.
      De acuerdo con Víctor Pérez Varela, «la eutanasia pasiva puede revestir dos formas: la abstención terapéutica y la suspensión terapéutica. En el primer caso no se inicia el tratamiento y en el segundo se suspende el ya iniciado ya que se considera que más que prolongar el vivir, prolonga el morir».
      Debe resaltarse que en este tipo de eutanasia no se abandona en ningún momento al enfermo.
  • Eutanasia indirecta: es la que se verifica cuando se efectúan, con intención terapéutica, procedimientos que pueden producir la muerte como efecto secundario. Por ejemplo, la administración de analgésicos narcóticos para calmar los dolores. Los mismos, como efecto indirecto y no buscado, provocan disminución del estado de conciencia y posible abreviación del período de sobrevida. Aquí la intención, sin duda, no es acortar la vida sino aliviar el sufrimiento, y lo otro es una consecuencia previsible pero no perseguida. Entra así en lo que desde Tomás de Aquino se llama un problema de doble efecto.

Otros conceptos relacionados
  • Suicidio asistido: Significa proporcionar en forma intencional y con conocimiento a una persona los medios o procedimientos o ambos necesarios para suicidarse, incluidos el asesoramiento sobre dosis letales de medicamentos, la prescripción de dichos medicamentos letales o su suministro. Se plantea como deseo de extinción de muerte inminente, porque la vida ha perdido razón de ser o se ha hecho dolorosamente desesperanzada. Cabe destacar, que en este caso es el paciente el que voluntaria y activamente termina con su vida, de allí el concepto de suicidio.
  • Cacotanasia: Es la eutanasia que se impone sin el consentimiento del afectado. La palabra apunta hacia una mala muerte (kakós: malo)
  • Ortotanasia: Consiste en dejar morir a tiempo sin emplear medios desproporcionados y extraordinarios para el mantenimiento de la vida. Se ha sustituido en la terminología práctica por muerte digna, para centrar el concepto en la condición (dignidad) del enfermo terminal y no en la voluntad de morir.
  • Distanasia: Consiste en el «encarnizamiento o ensañamiento terapéutico», mediante el cual se procura posponer el momento de la muerte recurriendo a cualquier medio artificial, pese a que haya seguridad de que no hay opción alguna de recuperar la salud, con el fin de prolongar la vida del enfermo a toda costa, llegando a la muerte en condiciones inhumanas. Normalmente se hace según los deseos de otros (familiares, médicos) y no según el verdadero bien e interés del paciente.
  • Adistanasia o antidistanasia: cesación de la prolongación artificial de la vida dejando que el proceso patológico termine con la existencia del enfermo.
  • Medicina Paliativa: reafirma la importancia de la vida y considera a la muerte como la etapa final de un proceso normal. La atención que brinda no acelera ni pospone la muerte, proporciona alivio del dolor y de otros síntomas angustiosos e integra los aspectos psicológicos y espirituales del tratamiento del enfermo. Le ofrece apoyo de modo que pueda llevar una vida lo más activa posible hasta la muerte, y a la familia para que pueda hacer frente a la enfermedad de su ser querido y al duelo.
  • Sufrimiento: Tener o padecer un daño o dolor físico o moral. Padecer habitualmente una enfermedad o un trastorno físico.

Historia
La eutanasia no es algo nuevo: está ligada al desarrollo de la medicina moderna. El solo hecho de que el ser humano esté gravemente enfermo ha hecho que en distintas sociedades la cuestión quede planteada. La eutanasia es un problema persistente en la historia de la humanidad en el que se enfrentan ideologías diversas.

La eutanasia no planteaba problemas morales en la antigua Grecia: la concepción de la vida era diferente. Una mala vida no era digna de ser vivida y por tanto ni el eugenismo, ni la eutanasia suscitaban grandes discusiones. Hipócrates representó una notable excepción: prohibió a los médicos la eutanasia activa y la ayuda para cometer suicidio.

Durante la Edad Media se produjeron cambios frente a la muerte y al acto de morir. La eutanasia, el suicidio y el aborto bajo la óptica de creencias religiosas cristianas son considerados como «pecado», puesto que la persona no puede disponer libremente sobre la vida, que le fue dada por Dios. El arte de la muerte (ars moriendi), en la cristiandad medieval, es parte del arte de la vida (ars vivendi); el que entiende la vida, también debe conocer la muerte. La muerte repentina (mors repentina et improvisa), se consideraba como una muerte mala (mala mors). Se quiere estar plenamente consciente para despedirse de familiares y amigos y poder presentarse en el más allá con un claro conocimiento del fin de la vida.

La llegada de la modernidad rompe con el pensamiento medieval, la perspectiva cristiana deja de ser la única y se conocen y se discuten las ideas de la Antigüedad clásica. La salud puede ser alcanzada con el apoyo de la técnica, de las ciencias naturales y de la medicina.

Hay pensadores que justifican el término activo de la vida, condenado durante la Edad Media. El filósofo inglés Francis Bacon, en 1623, es el primero en retomar el antiguo nombre de eutanasia y diferencia dos tipos: la «eutanasia exterior» como término directo de la vida y la «eutanasia interior» como preparación espiritual para la muerte. Con esto, Bacon se refiere, por una parte, a la tradición del «arte de morir» como parte del «arte de vivir», pero agrega a esta tradición algo que para la Edad Media era una posibilidad inimaginable: la muerte de un enfermo ayudado por el médico. Tomás Moro, en la Utopía (1516), presenta una sociedad en la que los habitantes justifican el suicidio y también la eutanasia activa, sin usar este nombre.
Para Bacon, el deseo del enfermo es un requisito decisivo de la eutanasia activa; la eutanasia no puede tener lugar contra la voluntad del enfermo o sin aclaración:
Quien se ha convencido de esto, quien termina su vida, ya sea voluntariamente a través de la abstención de recibir alimentos o es puesto a dormir y encuentra salvación sin darse cuenta de la muerte. Contra su voluntad no se debe matar a nadie, se le debe prestar cuidados igual que a cualquier otro.
Francis Bacon

El darwinismo social y la eugenesia son temas que también comienzan a debatirse. En numerosos países europeos se fundan, a comienzos del siglo XX, sociedades para la eutanasia y se promulgan informes para una legalización de la eutanasia activa. En las discusiones toman parte médicos, abogados, filósofos y teólogos.
La escasez económica en tiempos de la primera guerra mundial sustenta la matanza de lisiados y enfermos mentales. La realidad de los programas de eutanasia ha estado en contraposición con los ideales con el que se defiende su implementación. Por ejemplo, los médicos durante el régimen nazi hacían propaganda en favor de la eutanasia con argumentos tales como la indignidad de ciertas vidas que por tanto eran, según aquella propaganda, merecedoras de compasión, para conseguir así una opinión pública favorable a la eliminación que se estaba haciendo de enfermos, considerados minusválidos y débiles (Aktion T-4) según criterios médicos. Por eso, ante la realidad de los crímenes médicos durante el régimen nazi, en los Juicios de Núremberg (1946 – 1947) se juzgó como criminal e inmoral toda forma de eutanasia activa y además se estableció de manera positiva, es decir expresamente, que es ilegal todo tipo de terapia y examen médico llevado a cabo sin aclaración y consentimiento o en contra de la voluntad de los pacientes afectados.
En el presente, se sustentan diferentes opiniones sobre la eutanasia y son variadas las prácticas médicas y las legalidades en los distintos países del mundo. En general en los hospitales, los profesionales de medicina paliativa, en residencias especializadas en el tratamiento de enfermos terminales (hospice en inglés), en los domicilios particulares, y también los grupos de autoayuda, trabajan por la humanización en el trato con los moribundos y quieren contribuir a superar la distancia entre la vida, la muerte y las prácticas médicas.
Estos son algunos de los hechos históricos que se producen en un ámbito fundamentalmente público. Poco investigadas y mucho menos conocidas son las diferentes prácticas reales de las personas frente al acto de morir. Se sabe que hasta fines del siglo XIX en América del Sur existía la persona del «despenador» o «despenadora», encargada de hacer morir a los moribundos desahuciados a petición de los parientes.
Sobre la dignidad de la vida humana
El concepto de «dignidad humana» se invoca, paradójicamente, tanto para defender la eutanasia como para rechazarla.
Así, para los defensores de la eutanasia, la dignidad humana del enfermo consistiría en el derecho a elegir libremente el momento de la propia muerte, evitando los que fueran de otra forma, inexorables dolores y situaciones que socavan la humanidad misma del enfermo.
Para sus detractores, el ser humano no posee dignidad, sino que es en sí mismo un ser digno, independientemente de las condiciones concretas en las que viva.
La muerte digna es la muerte con todos los alivios médicos adecuados y los consuelos humanos posibles. Es el respeto por la dignidad del ser humano hasta la hora de su muerte natural. Una muerte digna no consiste sólo en la ausencia de tribulaciones externas, sino que nace de la grandeza de ánimo de quien se enfrenta a ella. Morir con dignidad no significa elegir la muerte, sino contar con la ayuda necesaria para aceptarla cuando llega.
El dolor, actualmente, se puede controlar. Se disponen de medidas capaces para neutralizar el dolor.  Según algunos autores, resultaría incongruente seguir abogando por la eutanasia y el suicidio asistido por motivos de compasión.

Argumentos a favor

Médicos
  • Desde siempre, los médicos han participado en la toma de decisiones sobre el fin de la vida y actualmente es común suspender o no instaurar tratamientos en determinados casos, aunque ello lleve a la muerte del paciente. Sin embargo, a veces los médicos deciden por su propia parte si el paciente debe morir o no y provocan su muerte, rápida y sin dolor. Es lo que se conoce como limitación del esfuerzo terapéutico, limitación de tratamientos o, simplemente, eutanasia agresiva. Normalmente la eutanasia se lleva a cabo con el conocimiento y anuencia de los familiares y/o curadores del paciente.
  • En medicina, el respeto a la autonomía de la persona y los derechos de los pacientes son cada vez más ponderados en la toma de decisiones médicas.
  • En sintonía con lo anterior, la introducción del consentimiento informado en la relación médico-paciente, y para éstas situaciones, la elaboración de un documento de voluntades anticipadas sería una buena manera de regular las actuaciones médicas frente a situaciones hipotéticas donde la persona pierda total —o parcialmente— su autonomía para decidir, en el momento, sobre las actuaciones médicas pertinentes a su estado de salud.
  • La despenalización de la eutanasia no significa obligatoriedad absoluta. No se puede imponer el criterio de un conglomerado al ordenamiento jurídico de todo un territorio, por lo que el derecho debiera asegurar los mecanismos para regular el acceso a la eutanasia de los pacientes interesados que cumplan unos requisitos especificados legalmente; así como de la legalidad y transparencia de los procedimientos.
  • La sociedad moderna basa su ordenamiento jurídico en la protección de los derechos humanos. En este sentido, cada enfermo tiene derecho a decidir, informadamente, sobre los asuntos que pertenecen a una esfera tan privada como su cuerpo; y en virtud de esto, decidir cómo quiere seguir ―o no seguir― viviendo.

Argumentos en contra


Máquina utilizada para facilitar la eutanasia a enfermos terminales mediante el método de inyección letal. Fue utilizada por cuatro personas durante 1996 y 1997, período en el que fue de uso legal en Territorio del Norte (Australia). Se exhibe en un museo de Londres.

Los argumentos en contra inciden en la «inviolabilidad» de la vida humana, la defensa de su dignidad independientemente de las condiciones de vida o la voluntad del individuo implicado, y las repercusiones sociales de desconfianza que podría conllevar la eutanasia.
La Asociación Médica Mundial considera contrarios a la ética y condena tanto el suicidio con ayuda médica como la eutanasia. En cambio recomienda los cuidados paliativos.
La eutanasia, es decir, el acto deliberado de poner fin a la vida de un paciente, aunque sea por voluntad propia o a petición de sus familiares, es contraria a la ética. Ello no impide al médico respetar el deseo del paciente de dejar que el proceso natural de la muerte siga su curso en la fase terminal de su enfermedad.
Declaración sobre la Eutanasia adoptada por la 38.ª Asamblea Médica Mundial
Madrid (España), octubre de 1987
El Comité Permanente de Médicos Europeos anima a todos los médicos a no participar en la eutanasia, aunque sea legal en su país, o esté despenalizada en determinadas circunstancias.

La Organización Médica Colegial de España considera que «la petición individual de la eutanasia o el suicidio asistido deben ser considerados generalmente como una demanda de mayor atención pudiendo hacer que desaparezca esta petición aplicando los principios y la práctica de unos cuidados paliativos de calidad».

En el caso de los Países Bajos, uno de los primeros países en despenalizar al médico que practique la eutanasia, el estudio Remmelink  reveló que en más de mil casos el médico admitió haber causado o acelerado la muerte del paciente sin que éste lo pidiera, por razones variadas, desde la imposibilidad de tratar el dolor, la falta de calidad de vida o por el hecho de que tardara en morir.

La postura de las iglesias cristianas en tanto, a nivel mundial, es mayoritariamente contraria a la eutanasia y al suicidio asistido: es el caso de la Iglesia Católica Romana y de las Iglesias evangélicaspentecostales. La postura del anterior papa Benedicto XVI quedó explícitamente recogida en una carta (de 2004) a varios eclesiásticos estadounidenses:
No todos los asuntos morales tienen el mismo peso moral que el aborto y la eutanasia. Por ejemplo, si un católico discrepara con el Santo Padre sobre la aplicación de la pena de muerte o en la decisión de hacer la guerra, éste no sería considerado por esta razón indigno de presentarse a recibir la Sagrada Comunión. Aunque la Iglesia exhorta a las autoridades civiles a buscar la paz, y no la guerra, y a ejercer discreción y misericordia al castigar a criminales, aún sería lícito tomar las armas para repeler a un agresor o recurrir a la pena capital. Puede haber una legítima diversidad de opinión entre católicos respecto de ir a la guerra y aplicar la pena de muerte, pero no, sin embargo, respecto del aborto y la eutanasia.
Tercer punto de la carta de Joseph Ratzinger al cardenal Theodore McCarrick, arzobispo de Washington DC.


Véase también



Cómo Cometer Suicidio — 
¿Puedo Realmente Lastimarme?
Estaba deprimida, pero quería negarlo. Comencé a tener pensamientos de cómo cometer suicidio. Yo sabía que estaba muy desmotivada porque los eventos de mi vida no iban en la dirección que yo esperaba o quería que fueran. Pero, ¿podía estar realmente deprimida? ¿Era el suicidio una posibilidad? Seguramente yo podía lidiar con todo esto. No necesitaba ayuda. Yo podía manejar esto por mi cuenta. Después de todo, las cosas no estaban tan mal… ¿o sí?

Entonces, los amenazantes pensamientos comenzaron a entrar en mi cabeza: maneras de cometer un suicidio. Me preguntaba cómo amarrar un nudo correctamente para crear un lazo corredizo. ¿Esa cuerda sería lo suficientemente fuerte o alta como para colgarme? ¿Tendría la capacidad física para lograr tal cometido? Estos métodos de suicidio eran pensamientos atemorizantes. ¿De dónde habían venido? ¿Cómo se habían metido en mi cabeza?

Más adelante, los pensamientos se volvieron más insistentes. Era como si estos pensamientos tuvieran carácter propio, una entidad separada que, de alguna manera, residía dentro de mi cerebro. Comencé a preocuparme y me preguntaba si necesitaba ayuda. No estaba yendo más allá de esto y los horribles pensamientos se estaban volviendo peores.

No le dije a nadie de estos pensamientos. Eran tan horribles para mí, para mi usualmente alegre y extrovertida personalidad. Estaba atemorizada de decirle a la gente, por temor a que minimizaran mis sentimientos y me hicieran sentir avergonzada. Era probable que me rechazaran y yo no podía lidiar con esas reacciones. Estaba tratando duramente de sobrellevar lo que me estaba sucediendo. Quería ser fuerte. Quería creer en Dios. Traté fuertemente de pensar en manera positiva. Es probable que pudiera librarme de ese terrible intruso que había comenzado a residir en mi cabeza.

Traté de lidiar con mi propia depresión, pero la insistente voz se volvía cada vez más fuerte. Alcancé un punto en el cual planifiqué un método de suicidio y me preguntaba cómo escribir la nota que dejaría a mi familia. Una parte de mi cerebro procesaba estos pensamientos en una manera totalmente irracional, mientras que la parte más racional de mi cerebro, sabía que el suicidio estaba mal y que eso destruiría mi familia. Casi era como ser dos personas al mismo tiempo: la persona controlada por esta insistente voz y la otra parte de mí, que amaba a Dios y creía que él sí tenía un buen plan para mi vida, a pesar de la dolorosa prueba en la cual estaba profundamente inmersa.

Cómo Cometer Suicidio — Silenciando al Intruso
Mis pensamientos se centraban en cómo cometer suicidio. Sabía que estaba en problemas y que necesitaba ayuda. No podía tratar esto por mi cuenta. ¡Los pensamientos eran demasiados! ¡Necesitaba ayuda! En lo profundo de mi corazón, yo sabía que Dios me amaba. No podía entender cómo él podía amarme, pero creía que lo hacía. Primero busqué a la esposa de mi pastor, una persona a la que yo respetaba mucho. Me sorprendió y me consoló saber que ella había atravesado una seria depresión y comprendía lo que yo estaba pasando. Ella me motivó a no temerle a la medicación y a la consejería. Con una combinación de medicamentos, consejería y la ayuda de Dios, he mejorado enormemente y ya no estoy deprimida. El horrible intruso nunca ha regresado.

Si aquel terrorífico intruso ha traído pensamientos a tu mente, no te lastimes. ¡Tú eres amado! No importa cuál sea tu situación, existe ayuda. No seas orgulloso o tengas vergüenza como yo la tuve. Habla con un doctor, consejero, líder de la iglesia o un centro de prevención del suicidio. Obtén la ayuda que necesitas y mereces. No necesitas vivir en la depresión o frustración.

Cómo Cometer Suicidio — Entendiendo el Amor de Dios
Dios sabe que estás pensando en cómo cometer suicidio. Aunque en ese momento yo no podía verlo, ahora me doy cuenta lo mucho que Dios me ama. Sé que él estuvo ahí para protegerme y que puso gente en mi camino que me ayudó a través de esos difíciles momentos. He aprendido mucho sobre cuán amplio, alto, largo y profundo es el amor de Dios.

He visto que él estuvo dispuesto a poner a su hijo, Jesús, a morir por mí para que yo no tuviera que hacerlo. Cuando me imagino a Jesús colgando de la cruz, con un corazón lleno de amor por mí, él me pregunta: “¿No es esto suficiente?”
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Principios legales de Venezuela relacionados al Derecho a Morir con Dignidad.
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela : (1999)
Art. 43: derecho a la vida
Art. 46, num. 3: principio de integridad física: nadie podrá ser sometido a exámenes clínicos ni de laboratorio sin su consentimiento.
Art. 83: derecho a la salud, como parte inmanente al derecho a la vida. Calidad de vida.
Art. 20: libre desenvolvimiento de la personalidad
Art. 59: Libertad de culto, religión y creencias.
Art. 61: Libertad de conciencia.

Ley de Ejercicio de la Medicina : (1982)
Art. 25, num. 2: el médico está obligado a respetar la voluntad de su paciente, manifestada por escrito, cuando éste decida no someterse al tratamiento y hospitalización indicado.
Art. 28: El médico que atienda enfermos irrecuperables no está obligado al empleo de medidas extraordinarias de mantenimiento artificial de vida.

Ley Orgánica de Salud: (1998)
Art. 69: derechos de los pacientes:
•  respeto de su dignidad. Trato sin discriminación.
•  omissis
•  Recibir explicación en términos comprensibles en lo que concierne a su salud y tratamiento de su enfermedad a fin de que pueda dar su consentimiento informado ante las opciones diagnósticas y/o terapéuticas.
•  Negarse a medidas extraordinarias de prolongación de su vida cuando se encuentre en condiciones vitales irrecuperables debidamente constatadas a la luz de los conocimientos de la ciencia médica del momento.

Proyecto de reforma de la Ley de Salud: (2006)
Art. 57: todas las personas tienen los siguientes derechos:
•  Recibir y obtener información oportuna y veraz y en términos comúnmente comprensibles, acerca de todo su proceso de salud y enfermedad, las distintas modalidades diagnósticas y terapéuticas y las condiciones peligrosas involucradas en las mismas, con el propósito de hacer efectiva su autodeterminación y autonomía de voluntad.
•  Respeto de su personalidad, dignidad, e intimidad, sin que puedan ser discriminadas por ninguna razón.
•  Negarse a medidas extraordinarias de prolongación de su vida, incluyendo la orden de avanzada de no resucitación, siempre y cuando se encuentre en condiciones de ejercer su derecho a la autodeterminación y autonomía de voluntad.

Código de Deontología Médica: (2004)
(de obligatorio cumplimiento para todo médico)

Art. 75: Enfermo terminal es la persona que como consecuencia de una enfermedad o lesión grave, con diagnósticos médicos ciertos y sin posibilidad de tratamiento curativo, tiene expectativa de vida reducida entre pocas horas y tres meses.
Art. 78: Los enfermos en condición terminal y que se encuentran competentes tienen derecho a participar en las decisiones referentes a su padecimiento. Podrán rehusar cualquier procedimiento diagnóstico o terapéutico y su determinación debe ser respetada por el médico aunque colida con lo que se considere como lo mejor.

Art. 79: Los objetivos fundamentales en el tratamiento de un paciente terminal son el alivio del sufrimiento, propiciar la mayor comodidad posible, facilitar el contacto con los seres queridos, recibir la ayuda espiritual del ministro o sacerdote de su religión si la tiene y así lo desea, y finalmente, ayudarlo a enfrentar la muerte con dignidad

Art. 82: El enfermo terminal no debe ser sometido a la aplicación de medidas de soporte vital derivadas de la tecnología, las cuales sólo servirán para prolongar la agonía y no para la preservación de la vida.

Art.83: cuando un paciente terminal padezca de dolor el médico auspiciará el empleo de analgésicos en dosis suficientes para calmar el dolor.
Omissis.
En ocasiones en los cuales se teme que con el aumento progresivo de la dosis de analgésicos potentes, se pueda acortar el proceso vital por la depresión de los centros nerviosos que regulan la respiración, se debe proceder dando prioridad al objetivo de la analgesia como efecto primario buscado, por sobre el eventual efecto indeseable.

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