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domingo, 16 de septiembre de 2018

Yo no sigo siendo aquel

SER+POSITIVO


Hay un halago que recibo con cierta frecuencia y agradezco de corazón: “Te escuchaba todas las mañanas cuando iba a la universidad”. Este regalo me lo entregan algunos venezolanos al conocernos y seguidamente me hablan de los años como oyentes de mis programas radiales. Últimamente el regalo llega de personas muy jóvenes, así que el yo cambia por mi mamá o por mi abuela. Cada una de esas muestras de aprecio me dibuja una sonrisa y me recuerda las ondas que dejamos al pasar, es decir, las huellas que marcan nuestras palabras y acciones y que nunca sabemos cuan lejos llegarán.

Pero hay un detalle que no paso por alto y no traigo a la conversación para evitar enredos: Yo ya no soy aquella persona...
A ver, me explico: yo fui aquel Eli Bravo, y para efectos legales y prácticos, sigo siendo Eli Bravo. Pero hoy cuando escribo no soy el mismo que era cuando tenía veinticuatro años; la verdad es que afortunadamente he cambiado, y si bien le tengo un gran aprecio y agradecimiento a quien fui en el pasado (a fin de cuentas, gracias a él estoy aquí) procuro ser consciente de que todo cambia todo el tiempo. Esto incluye el cuerpo, la mente y la identidad.

Sobre el cuerpo no necesito elaborar mucho, ya el espejo se encarga de reflejarlo. Y en cuanto a la mente, tampoco el tiempo pasa en vano: años de aprendizajes, golpes y alegrías nos hacen pensar y actuar de manera distinta, ojalá, de forma más amorosa y compasiva. Todo esto incide en la identidad, o la forma como nos identificamos hacia los demás y con nosotros mismos, porque aquí también hay una mudanza constante. Darse cuenta de ese cambio y soltar a tiempo lo que fuimos nos permite crecer.

Definir una identidad es importante porque nos ayuda a operar en el mundo material, pero con facilidad nos apegamos a la identidad que hemos construido, bien sea una identidad profesional, pública o personal. “Yo soy el estudiante popular”, “Yo soy la empresaria exitosa”, “Yo soy el famoso gerente” o cualquier otra etiqueta que uses para definirte pueden ser reales en un momento de la vida; pero no necesariamente será siempre así. Existen ciclos, cambios e imprevistos que pueden llevarte a lugares donde esa etiqueta ya no aplica. Entonces es momento de saber cambiar, porque si pretendes aferrarte a la identidad del pasado lo más probable es que estés abriendo una puerta hacia el sufrimiento.

Esto resulta evidente en muchos inmigrantes (Te lo digo por experiencia propia). Enfrentados a un nuevo país, otra cultura y un futuro incierto, los inmigrantes buscamos refugio en la identidad que construimos en nuestro país natal. Esto es algo natural, a fin de cuentas, nos aporta seguridad y cierto alivio. Pero si nos mantenemos aferrados a esa identidad y no somos capaces de cambiar y construir una nueva muy probablemente entremos en un callejón sin salida. Para salir de allí el camino es reconocer y aceptar el proceso de cambio, y sobre todo, entender que a las mudanzas físicas deben seguirle las mudanzas mentales y del alma. Por ello emigrar es tan complejo. Pocas experiencias te sacuden, transforman y enseñan tanto como hacer una nueva vida en un nuevo lugar.

Ver con claridad, sabiduría y amabilidad ese cambio permite conectar con la realidad presente de una forma más fluida, porque en lugar de querer vivir con las etiquetas del pasado, aprovechamos nuestros talentos y aprendizajes adquiridos para construir una vida anclada en lo que experimentamos ahora. De esta forma ofrecemos menor resistencia al cambio, pero sobre todo, nos abrimos a las nuevas posibilidades.

Hoy en día cuando me cruzo con alguna foto del Eli Bravo que fui le doy las gracias por el viaje, y a la vez, abrazo al Eli Bravo que soy ahora. Pero sobre todo, reconozco que aquel y este, las identidades con las que nos movimos antes y me muevo ahora, son en todo caso una “etiqueta operativa”, es decir, algo temporal y que no necesariamente tiene que ver con la verdadera esencia del ser.

¿Cuál es esa esencia? Se me acabó el espacio, así que será tema para otra columna. Por lo pronto este Eli Bravo, el que escribe ahora, se despide hasta la próxima. Que tengan un feliz domingo.


1 comentario:

  1. "Ya no soy:
    a quien los demás ponen máscaras…
    de acuerdo a lo que desearían que fuese…
    de lo que de mi esperan.
    Ni uso máscaras para aparentar lo que no soy.

    Soy deliciosamente libre
    ¡no dependo del amor de los demás!
    Al amor que necesito…
    dentro de mi lo encontré
    y compartiéndolo generosamente…
    ¡amor ilimitado obtengo!

    Consciente de que nada me pertenece…
    de que todo, absolutamente todo lo que tengo es prestado
    ¡sin intereses!;
    con agradecimiento, infinito…
    ¡del apego me encuentro liberado!

    En la meditación…
    una inagotable fuente de bienestar encuentro.
    Para los tiempos que corren
    en una necesidad se ha convertido.

    A la muerte…
    hace bastante tiempo como amiga la acepté.
    Aceptándola
    ¡el ego deja de existir!
    Así…
    la conflictividad inherente a él desaparece…
    y las expectativas se simplifican.

    Amándola…
    permanentemente nos ha de recordar…
    que para ser felices…
    ¡solo con el AHORA contamos!
    Es que nunca estar seguros podremos…
    de si mañana todavía viviremos.

    Así…
    conscientemente aprendí…
    a disfrutar de cada momento, haciendo lo posible
    para convertirlo en felicidad

    Tanto mas podamos amar a la muerte…
    ¡cuánto mas lograremos amar a la vida!

    Es un absurdo tremendo…
    una locura, una estupidez…
    si para alimentar el ego, para “Sentirnos Alguien”…
    invertimos nuestra vida…
    en adquirir bienes materiales y poder…
    para comprar “amor”…
    para comprar gozo…
    disfrazado de felicidad.

    El gozo es efímero
    ¡eterna es la felicidad!

    Es que procediendo así…
    habríamos sacrificado la bella oportunidad…
    de vivir conscientemente…
    creciendo con alegría, amando, riendo, cantando…
    distribuyendo bienestar y amor a nuestro alrededor.

    ***
    A esta barbarie, que llamamos civilización
    ¡no la podemos cambiar!

    Lo que sí podemos es,
    conociendo su esencia y las alternativas correspondientes
    ¡colocarnos al margen de ella!
    Pero lograrlo solo es posible
    ¡amándonos a nosotros mismos!
    Que es justamente
    ¡lo que ella nos bloquea!

    Para un adulto
    ya configurado como arriba lo expresamos…
    es posible llegar a amarse a sí mismo.

    La adquisición de una enfermedad mortal, como ya vimos
    es un camino.
    No existiendo otra opción
    …que tomar consciencia…
    de que el fin de su existencia "ya está decretado".
    conduce al despertar.

    Es que de pronto caemos en cuenta
    de que vivimos soñando, alejados de la realidad.
    ¡Que lo que la mente nos presenta son puras fantasías!

    También podría despertarnos
    …una terrible desgracia…
    que haga añicos nuestros sueños y expectativas."

    Extracto de la publicación:
    AHORA SOY COMO SOY del insigne médico fallecido Dr. Miguel Alejandro Römer Römer
    y publicada completa en este mismo blog en:

    https://victorresvg.blogspot.com/2013/11/ahora-soy-como-soy.html

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Namasté