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domingo, 5 de abril de 2020

DOMINGO de RAMOS ¡Hossana al Hijo de Dios!


Palmas, gente, seriedad, sol o lluvia, ¡ambiente de Domingo de Ramos!

*NOTA 05 Abril 2020 (valida para el 28/03/2021)
 
(Esto solía ser así en anteriores épocas de "normalidad" pues hoy en día en el año 2020 nos encontramos encerrados en cuarentena por un terrible coronavirus que está azotando a toda la humanidad, sin distingo de razas, de edad (como se creía al principio) de ubicación geográfica, religiones, posición económica o ideología política... todos sin excepción estamos amenazados y temerosos ante el covid-19.
Hoy más que nunca debemos estar unidos y practicar las enseñanzas de nuestro Señor Jesús, la caridad, la solidaridad y el amor al prójimo.
Estos tiempos de pandemia mundial nos ponen a "prueba" y deja salir lo mejor de cada uno de nosotros y lamentablemente también lo peor de otros como el egoísmo, la avaricia y falta de empatía ante el sufrimiento de nuestros semejantes y familiares.)
Pareciera que en la mente de algunos solo está el: "sálvese quién pueda" !!!!

Del ¡Hosanna al hijo de Dios! pasamos a ¡Eloí Eloí, Lamá Sabactani! (Dios mío Dios mío, porque me has abandonado) 

Año tras año se revive esa entrada triunfal, pero este año ¿Qué encontrará Cristo a su llegada? ¿Fe, amor y compasión, o encontrará gente cansada de vivir? Como en aquella Jerusalén habrá gente que lo rodee, alaba y canta ¡hosanna! Pero ¿Cómo pronuncia ese clamor? ¿Con sinceridad y valor, o lleva un sello de mera tradición…?

"Este pueblo me alaba con los labios pero su corazón está lejos de Mí."

Cristo quiere el corazón y todo lo que hay en él. No quiere meras palabras bonitas. Un corazón sufriente abandonado en la soledad, solo mendiga el amor. Miremos a nuestro lado qué tipo de personas hay. Miremos fijamente en nuestro interior y encontraremos algo que nos dificulta ser libres y felices. Miremos a Cristo para mirar con sus ojos y encontraremos la Paz.



Domingo, palmas, procesión, gente, cantos y un corazón puro pueden gritar a Cristo: ¡Hosanna, Tú eres mi Rey!


Lo recibiremos con aclamaciones y, en viernes santo, lo despediremos en el silencio más absoluto. Le cantaremos ¡Hosanna al Hijo de David! y, en el Gólgota, le gritaremos: ¡Si eres Hijo de Dios, baja de la cruz!

Alfombraremos aquí su camino con olivo y palmas y más adelante, en cualquier esquina, le negaremos como al eterno desconocido.



Hoy, en los aledaños de nuestras ciudades y calles, seremos su pueblo mañana nos convertiremos en aquellos que nunca con El estuvimos. Con las palmas y ramos lo acogemos como promesa esperada y por fin cumplida y, cuando sea ajusticiado, asistiremos cómplices con nuestra sordina.

En este día, Señor, te alabamos con gritos el Jueves, seremos presos del sueño, muertos por el cansancio. Ahora, Señor, entonamos que ¡nadie hay tan grande como Tú! y, ante los poderosos, fingiremos no conocerte.

En este momento, Jesús, más que nunca, las piedras corren el riesgo de gritar tu nombre: hay demasiado cristiano callado multitud de amigos tuyos que, viven, como si no lo fueran miles de palmas sostenidas por la mano pero no cosidas ni arrancadas desde el corazón.

En este momento, en el pórtico de la Semana Santa, infinidad de fans salen a la calle para vitorear lo que, tal vez, ni de lejos ni de cerca conocen: ¿Por qué va a morir Jesús? ¿Por quién? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¡Alabemos al Señor! ¡Claro que si! ¡Vitoreemos su nombre! ¡Y con tambores y trompetas brillantes!



Pero, eso sí, luego… a continuación: no apaguemos nuestras voces: somos su voz no escondamos nuestra vida cristiana: somos su cuerpo no neguemos su presencia: somos su afirmación no ocultemos su Evangelio:
somos su expresión.

FUENTE: NuestraEdad.com
IMÁGENES: Google

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Namasté