SER+POSITIVO
Vengo de una familia caraqueña por su lugar de domicilio y netamente
andina por el lugar de nacimiento de mis progenitores Víctor Manuel y Julia
Teresa quienes decidieron unir sus vidas en santo matrimonio, en la ciudad de
Caracas, un 1ero. de marzo de 1958.
En estos difíciles momentos que estoy pasando, siempre recuerdo una
frase que a veces se nos ocurría decir cuando éramos niños: “tengo hambre”... y
la decíamos más que por su verdadera connotación o significado literal de SENTIR
HAMBRE... la decíamos por aburrimiento, por fastidiar o para hacernos notar por
nuestros padres o por las empleadas que nos atendían.
Autopista Francisco Fajardo – Caracas 1960
Debo mencionar que me encuentro cercano a completar mi sexta década de
existencia, es decir que al mencionar mi infancia estoy hablando de una
Venezuela en los años '60 y ‘70 del siglo pasado, o sea de la época de la
“Venezuela Saudita”, estoy hablando de un país diametralmente opuesto al que
tenemos actualmente; era un país pujante, en crecimiento, unos decían que en
“vías de desarrollo”, con una moneda fuerte, con una economía en marcha y sana,
con un aparato productivo y un parque industrial activos, un gran auge en la
construcción, era un país modelo para otras naciones latinoamericanas, un país
emergente de oportunidades, donde venían inmigrantes de los más diversos
lugares del mundo buscando en nuestra tierra una oportunidad para rehacer sus
vidas y para echar raíces en este paraíso terrenal de América latina. También
había sectores de la población que tenían pobreza y necesidades, siempre los
hubo como en cualquier lugar del mundo, pero había una expectativa de vida
positiva, una esperanza de un futuro mejor, la capacidad de poder superarse y
la posibilidad de solucionar los problemas en base al esfuerzo propio, a la
capacitación y al trabajo.
Calle Real de Sabana Grande años ‘60
Mi Padre: Víctor Manuel Torres Torres (1932), profesional militar, administrador
y ganadero exitoso, que viniendo de una modesta familia andina (merideña), hijo
de Don Hildebrando Torres Carrillo maestro de escuela y doña María Inocencia
Torres Guillén ama de casa quién falleció muy joven cuando papá era apenas un
niño de unos 7 años, por lo que prácticamente fue criado por sus hermanas
mayores y debió luchar duro desde temprana edad, trasladándose a Caracas para
ingresar a la vida militar y logró labrarse a fuerza de estudio, arduo trabajo
y algo de suerte una respetada posición social y una holgada situación
económica.
Julia Teresa y Víctor Manuel años ‘60
Junko Country Club
Mi abnegada madre: Julia Teresa van Grieken Landaeta (1931-2011), ama de
casa de origen andino (tachirense), rica de cuna; hija de Doña René “Renecita”
Landaeta Manucci (quién a su vez fue la única hija del Gral. Lope Landaeta,
insigne General del siglo XIX y de Doña René Manucci de ascendencia italiana) y
Don Federico van Grieken, militar, bohemio y aventurero falconiano descendiente
de inmigrante holandés; Mamá nació en una familia pudiente de hacendados
cafetaleros de Rubio, edo. Táchira de comienzos del siglo XX, dueños de grandes
haciendas exportadoras de café: La Renecita, La Alquitrana entre otras;
Federico y Renecita (como le decían a mi abuela) tuvieron cuatro hijas y Julia
(mamá) fue la segunda de ellas, siendo Josefina la mayor de las hermanas y
luego de mamá vinieron Gladys y Nelly.
Ellas disfrutaron de una muy buena situación económica en su niñez e
infancia, pero con el tiempo venida a menos por los avatares de la vida.
Gral. Lope Landaeta
Bisabuelo Materno
(papá abuela René)
D.H.C. van Grieken –
Papá Viejo
Bisabuelo Materno
(papá abuelo Federico)
En mi caso tuve la dicha y suerte de haber nacido y sido criado en una
familia de clase media, con una posición económica estable, sin conocer
limitaciones económicas. Como siempre decía papá “fui criado como un niño rico”
Nací en Caracas, en la clínica Luis Razetti, un 11 de Agosto de 1959,
fui el primero de tres hermanos. Vine al mundo "ochomesino"
(prematuro de ocho meses de gestación) y cianótico (síndrome de distrés
respiratorio), pesando menos de 2 kgs., lo cual hizo que tuviese que pasar el
primer mes de vida en una incubadora y con todos los cuidados médicos
requeridos por un neonato con esas condiciones en esa época del siglo pasado.
Don Hildebrando
Torres Carrillo
Abuelo Paterno
Mamá Julia Teresa y Víctor
Federico
1959
Realmente no era muy alto el porcentaje de sobrevivencia para un bebé en
esas condiciones en aquella época y así lo evidencia el caso del tercer hijo de
John F. Kennedy y Jacqueline Bouvier Kennedy, llamado Patrick, quién nació unos
años después (1963), con las mismas condiciones que
nací yo, prematuro de ocho meses y con síndrome de distrés respiratorio;
sin embargo falleció a los dos días de nacido, con todos los cuidados y
asistencia médica que pudieron brindarle a un descendiente de la pareja
presidencial del país más poderoso del mundo y a su vez pertenecientes al
conocido y adinerado clan Kennedy.
Este recuerdo me hace recapacitar sobre la enorme Fe de mi querida madre
Julia Teresa en el Dr. José Gregorio Hernández, así como a la positiva
intervención milagrosa y divina de parte del Siervo de Dios (para mí Santo) a
quién mamá encomendó con devoción y fe mi vida y cuidado, logrando así salir
del difícil trance, con lo que yo considero fue un milagro del Dr. José Gregorio
Hernández, y por lo que mamá decidió bautizarme con tres nombres: Víctor Federico Gregorio, esté último
en honor al milagroso médico y siervo de Dios. Todo esto aunado a los amorosos
y rigurosos cuidados que me brindó mi querida progenitora en esos primeros días
de vida: un mes en incubadora, atendido por los mejores médicos de la clínica
Razetti, el cuidado de una enfermera privada durante esos primeros meses, sus
oraciones y peticiones (felizmente escuchadas) por la vida de su primogénito, permitieron
mi sobrevivencia en esas adversas condiciones de mi nacimiento.
Sepultura del Dr.
José Gregorio Hernández
En la Iglesia de La
Candelaria en Caracas
Yo formé parte de un núcleo familiar de cinco integrantes, Papá, Mamá y
dos hermanos, mi hermano Julio César (1961), mi hermana Elizabeth Coromoto
(1964) y yo Víctor Federico Gregorio (1959), también nació otra hermanita, que
falleció a las pocas horas (o días) de nacida y que bautizaron Soraya René. De
esto conservo pocos recuerdos pues apenas yo tendría unos seis (6) años cuando
esto sucedió. Solo tengo memoria que fue bautizada en la misma clínica por el
sacerdote que acudió por solicitud de mis padres.
Familia Torres van Grieken - año 1964
Crecí en un entorno económicamente próspero, sin conocer (gracias a
Dios) ningún tipo de limitaciones económicas, acostumbrado a vivir en medio de
una bonanza económica, en buenas casas, con todas las comodidades, rodeado de
un “staff” de empleadas a nuestra disposición: cocinera, servicio de adentro,
niñeras... donde se comía hasta cinco veces al
día, con la cantidad de comensales que se encontrarán en nuestra casa
para el momento de la comida, familiares, amigos, empleados… sin restricciones;
se comía desayuno, media-mañana, opulentos almuerzos, merienda (a la carta),
cena... donde disponíamos de una alacena siempre repleta de comida, galletas,
dulces, delicateses y demás chucherías... de una nevera de 22' siempre llena de
carne, pollo, frutas, refrescos, helados, charcutería y quesos, dulces, un
bodegón con todo tipo de licores, es decir un aprovisionamiento que haría languidecer a muchos negocios de la Venezuela del año 2017.
Víctor Federico
Primera Comunión
Años 1965 - 67
A veces me avergüenza hoy en día, recordar esos días de opulencia de mi
lejana infancia y que yo consideraba como algo muy normal en mi ingenua mente
de niño pequeño burgués, pues por haber vivido siempre en ese entorno, veía
como algo normal el tener cubiertas todas nuestras necesidades básicas (y no
básicas).
He llegado a pensar en estos difíciles momentos por los que atravieso,
que tengo merecido el probar la "otra cara de la moneda" es decir el
hambre y la miseria, las carencias y necesidades no cubiertas en que me
encuentro actualmente...
QUINTA ELIZABETH
COROMOTO – URB. LA LOIRA
EL PARAÍSO - CARACAS
En mi infancia me acostumbré a vivir en una buena quinta en una buena
urbanización de El Paraíso en Caracas, disfrutar de comida en abundancia, tener
siempre ropa nueva y a la moda, estudiar en buenos colegios privados, éramos
socios de clubes privados: Playa Grande Yachting Club, Junko Country Club,
Círculo Militar, Club Paso Fino, teníamos apartamento de lujo en la playa, una
extensa finca con caballos y ganado en los llanos guariqueños, solíamos viajar
al exterior un par de veces al año, teniendo la dicha de conocer hermosos
lugares, acostumbrado a tener vehículos familiares de lujo (dos Mercedes Benz),
camionetas, jeeps y pick-up (para la finca) y siempre de años recientes, tener
siempre perros de raza como mascotas, así como los juguetes de moda que se nos
antojaban, muñecos de soldados G.I. Joe, astronautas, super héroes y vaqueros,
estaciones espaciales, fuertes apaches, Lego, Mecano, patines, patinetas,
triciclos, carros eléctricos, bicicletas, balones, canasta de basketball,
equipo de beisbol, equipo de buceo, de pesca, balsas y colchones inflables,
rifles y pistolas de aire (flover), raquetas de tenis, mesa de ping pong,
pistas de carritos eléctricos, telescopios, microscopio, juegos de mesa y pare
de contar… lo cual convertía a nuestra casa en el lugar preferido de nuestros
amigos de infancia y adolescencia, luego vinieron mini-motos, motos, caballos
de paso, mi primer Toyota Land Crusier full equipo a los 17 años como regalo de
pre-graduación...
Realmente yo era un privilegiado de nuestra sociedad y parecía no estar
consciente de tales beneficios por verlos como algo inherente a la condición de
ser “hijo de Julia y Víctor Manuel” o por ser “miembro de la familia Torres van
Grieken”...
Por decirlo en las palabras actuales (2011) de mi papá: “yo fui criado
como un niño rico… pero ya no soy ni niño ni rico”
(y yo le agrego hoy en día
(2017): ahora soy viejo y pobre)
Volviendo al título de estas líneas, era necesario realizar esta
acotación sobre mi infancia para entender lo absurdo y sin sentido que un niño
con el perfil descrito pudiese decir: “¡¡¡¡Tengo hambre!!!!”
Pero lo cierto es que mi hermano menor Julio César y yo lanzábamos esa
frase producto quizás del aburrimiento o tal vez (pienso hoy) del exceso de
atenciones que nos prodigaban nuestros progenitores y la servidumbre encargada
de atendernos.
El caso es que nuestro papá, quién como mencioné provenía de una humilde
familia merideña, que había quedado huérfano de madre (mi abuela paterna Ma.
Inocencia Torres) a muy temprana edad, con un Padre (mi abuelo paterno Don
Hildebrando Torres Carrillo) que era un humilde maestro de escuela y había
enviudado con nueve hijos...
Papá si estaba muy consciente que había una vida muy dura y diferente a
la que yo estaba acostumbrado, y aunque él había logrado superarse y alcanzar
su actual posición económica, nunca dejaba de recordar sus duros y difíciles
años de infancia.
Cuando decíamos “tengo hambre” él se nos quedaba mirando con la seriedad
que le caracteriza y nos decía de manera determinante:
“Ustedes no saben lo que es tener hambre”...
“Ustedes no saben lo que significa esa palabra”...
Y comenzaba a contarnos partes de su infancia merideña, esa parte de su
vida que nosotros no conocíamos, y lo que verdaderamente significaba la
expresión: ¡¡¡¡TENER HAMBRE!!!!
Siempre recuerdo una anécdota que solía contarnos de su niñez, cuando lo
único que tenían un día para comer era plátano sancochado, y un hermano suyo
(el tío Marcial que murió siendo un niño tal vez de tuberculosis) le decía que
no masticara el plátano: “Víctor no lo mastique, trágueselo entero para que
sienta como si comió bastante”...
Nosotros lo escuchábamos con atención pero sorprendidos y siempre nos
quedaba la duda si tal vez aquello que papá nos contaba solo se trataba de una
fábula “didáctica y pedagógica” para enseñarnos el verdadero valor de las cosas
en la vida.
Ahora que tengo la edad y
un cúmulo de vivencias que me dan otra perspectiva de la vida, puedo entender
que papá tenía toda la razón y que nosotros nunca supimos lo que significaba
realmente “tener hambre” y que aquella frase de nuestra lejana niñez no era más
que una expresión desatinada de un par de niños aburridos de tenerlo todo.
Recordando otras anécdotas familiares, cuando llegaba el inicio de un nuevo año escolar y le presentábamos
nuestras interminables listas de libros y útiles escolares que debían
comprarnos, solía contarnos que sus primeros cuadernos eran hechos con los
recortes del papel periódico que desechaban en la imprenta y ellos lo
recolectaban, lo cosían para pegarlos y hacer una especie de libreta. También
nos contaba como recolectaba botellas viejas de vidrio para venderlas y así
colaborar con la menguada economía familiar.
Las anécdotas del lado materno eran diferentes, nos contaban sobre como
mi abuela había viajado en barco a Curacao y a Europa siendo una pequeña niña
de comienzos del siglo XX, toda una odisea para la época, también comentaban
sobre sus viajes vacacionales familiares a “temperar” en unas aguas termales o
sus visitas a la cercana Cúcuta y Pamplona, o sobre los recuerdos de como salían
los costales (sacos) de café para exportar a Europa con un rótulo que decía
"La Renecita Only Export” y sobre el gran movimiento de personas y
empleados en torno a las actividades en las Haciendas, el manejo de grandes
cantidades de “Morocotas” que eran monedas de oro de $ 20 que circulaban en esa
época como moneda de circulación normal y muy apreciada por su valor nominal y
por su valor como pieza del valioso mineral aurífero.
Dra. Josefina van
Grieken Landaeta (1926-2015)
La hermana mayor de mi Mamá, mí querida Tía-Madrina Josefina van Grieken
Landaeta (1926-2015) solía comentarnos una anécdota que siempre recuerdo:
-como ellas eran cuatro niñas, las cuidaban en exceso y las
"resguardaban" en su casa a las 06:00 pm para protegerlas del sereno
nocturno; el caso es que no conocían la oscuridad de la noche. Hasta que en una
oportunidad cuando tenía como doce años, tuvo la osadía de salirse de su cuarto,
abrir las puertas y desde el patio interno pudo ver el anochecer, quedando
extasiada con la luna y las estrellas. Había sido su “encuentro” con la noche, había conocido La Noche...”
Mi Mamá también comentaba que mi abuela René para evitar que “las niñas”
(ella y sus tres hermanitas) salieran a la calle, les contrató una maestra
privada, la Srta. Rosita, quién en una especie de colegio dentro de su casa,
les impartió sus primeras letras y nociones elementales. Más tarde al crecer
irían al colegio de las monjas en su natal Rubio.
General Vincenzo Pérez Soto
La anécdota preferida de mi mamá era recordar que cuando mi abuelo
Federico fue comandante de la policía de Barquisimeto (1935), un día conversaba
este en la puerta de su casa con el Presidente del estado Lara para ese
entonces, el temible General Vincenzo Pérez Soto: destacan en su trayectoria
política el ejercicio de la Presidencia en varios Estados del país, a
saber: Apure (1918 – 1921); Bolívar (1921 – 1923); Trujillo (1924 – 1926);
Zulia (1926); Lara (1935); en ese entonces era Presidente del estado Lara.
Poca cosa el personaje verdad… y ella con apenas unos cuatro añitos de
edad, sentada en una ventana contigua a la entrada, le había rayado toda la
pajilla (sombrero) sin que este sagaz militar se diese cuenta de lo ocurrido… o
sea podría interpretarse como que: una pequeña niña había burlado a uno de los
más temibles hombres de la dictadura de Juan Vicente Gómez… ¡¡¡ jejeje !!!
Es decir que las anécdotas (y mis ancestros) familiares se situaban en
los dos extremos del espectro social y económico. Extremos que sin imaginármelo
se repetirían en mi vida de manera inexorable e implacable.
LA DEPRESIÓN VENCIDA...
Si deseas ver un corto video sobre La Depresión en este mismo Blog, aquí te dejo este Link: http://victorresvg.blogspot.com/2012/07/no-estas-deprimido-estas-distraido.html
Entonces pienso en todos
esos niños venezolanos que están creciendo en este país desabastecido y
empobrecido, que no tienen acceso a una alimentación variada y balanceada,
pienso en todos esos adultos mayores que después de haber entregado toda su
vida al servicio de su país, ahora mueren de mengua por la falta o carencia de
algún medicamento imprescindible para tener calidad de vida o incluso para
poder conservar la vida misma. Así que puedo concluir que solo soy un
insignificante granito de arena en este desierto de miseria y desolación, que
ya no tiene sentido seguir viviendo en el medio de todo este bochornoso y
patético escenario en que me encuentro, tanto en mi entorno más cercano, me
refiero al familiar, por darle un nombre, como el entorno macro, al país en que
habito, un país devastado, quebrado, anarquizado, dirigido por unos gobernantes
incapaces que están rodeados por una pandilla de delincuentes y forajidos
uniformados, asesorados por unos comunistas trasnochados y para colmo con una
oposición igualmente incapaz, cómplice y genuflexa.
Aprendí que mi querido papá, quién hoy en día se encuentra lleno de vida
y de salud a sus 85 años de feliz existencia, tenía mucha razón cuando me decía
de niño que “yo no sabía lo que era tener hambre”...
Por decirlo en las propias palabras de mi papá: “yo fui criado como un
niño rico pero ya no soy ni niño ni rico", (y yo le agrego hoy en
día: ahora soy viejo y pobre”...)
Es muy cierto, viejo y pobre... y ahora SI lo sé muy bien... ahora sé lo
que es “sentir hambre” y lo que es “TENER HAMBRE” y no tener nada para aplacar
los “rugidos del estómago y el intestino” (o borborigmos).
No quiero seguir tratando de “ocultar el sol con un dedo”... y por eso
quiero gritar a todo pulmón, desde lo más profundo de mi corazón (o de mi
estómago):
¡¡¡TENGO HAMBRE!!!
¡¡¡Y ESTOY CANSADO DE TODA ESTA MIERDA!!!
¡¡¡Y ESTOY CANSADO DE TODA ESTA MIERDA!!!
LA DEPRESIÓN VENCIDA...
Si deseas ver un corto video sobre La Depresión en este mismo Blog, aquí te dejo este Link: http://victorresvg.blogspot.com/2012/07/no-estas-deprimido-estas-distraido.html
(continuará en próximas entregas...)
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Namasté