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lunes, 18 de junio de 2018

V - Amores y Desamores, Matrimonios y Divorcios - serie familiar (cap. V)

SER+POSITIVO


Mi primer Gran Amor

Durante mi adolescencia comienzan mis primeros amores (o amoríos) Mi primera “noviecita” formal fue Vicky una compañera de clase y amiga de mi querida prima hermana Karely Coromoto, fue algo fugaz y más que amor fue el deseo de tener una novia en el estricto sentido de la palabra, para poder celebrar (y regalar) un 14 de febrero, día de los enamorados, creo que del año 1973. Recuerdo que fue mi mamá quién le compró un lindo regalo, una esclava de plata en una tienda de moda llamada “La Encantada” y ella me regaló el disco LP doble de Jesucristo Súper Star; fue algo bonito, sin mayor relevancia pero que aún hoy recuerdo.

Luego vendría mi flirteo y enamoramiento (oculto) con mi pariente y ahijada de mis padres Gretty, durante sus estadías en mi casa en las vacaciones de agosto y septiembre de 1974, con apenas unas osadas agarraditas de manos y algún fugaz “piquito” y muchas cartas cuando regresaba a su casa en Barinitas.
Filly

Mi primer gran Amor y que nunca olvidaré fue al mudarme de La Loira para Montalbán en 1974, cuando conocí a una hermosa niña italiana llamada Fifetta pero que le decían Filly, mi nueva vecinita del apto. 3-C de las Residencias Del-Rea, allí nos conocimos y comenzamos lo que sería un romance apasionante (y velado) durante casi cuatro años, de manera oculta pues aun cuando disfrutábamos de una cordial amistad entre ambas familias, sus padres se oponían a una relación con un joven que no fuese italiano, muy típico de los sicilianos como sus padres. Al principio nos veíamos sin mayor problema, e incluso frecuentábamos ambos el apartamento del otro, pues yo vivía en el piso 1 y ella en el piso 3, es decir nos separaba un solo piso. Luego comenzaron a llegarle comentarios y chismes a sus padres y se dificultó mucho nuestra relación, debiendo limitar nuestra comunicación a una gran cantidad de apasionadas cartas que nos intercambiábamos de manera subrepticia en el lobby del edificio o camufladas en el buzón de la correspondencia de los apartamentos, y a vernos de manera rápida y fugaz cuando ella bajaba para irse a su colegio o contentarnos con vernos de balcón a balcón en lo que yo recuerdo como una relación tipo “Romeo y Julieta” por la oposición de la familia, por lo tormentosa que se tornó y sobre todo por la comunicación en cartas ocultas o desde un balcón.

Recuerdo claramente mi gran emoción al comprarle su primer regalito de enamorados, y decidí que serían nuestros “anillos de compromiso”. Era algo realmente simbólico pero cargado de una gran emotividad y de amor juvenil; obviamente mis recursos económicos eran limitados, lo normal para un joven estudiante de 16 años, así que no podía pensar en diamantes ni en joyas preciosas. Pero si estaba seguro que debía ser algo muy especial, digno de mi primer gran amor, algo que demostrara lo que estaba sintiendo mi corazón por esa bella niña y por poder contar con su corazón y sus sentimientos. Sin mucha (o ninguna) experiencia en esos regalos los busqué durante toda una tarde en muchas tienditas cercanas a Montalbán (nuestra urbanización) hasta que finalmente encontré lo que buscaba (que obviamente se adaptara a mi escaso presupuesto) de repente los encontré, allí estaban nuestros anillos de compromiso, los cuales compré de inmediato y los hice preparar en una cajita y envolverlos en papel de regalo, pues debía ser algo digno de tal ocasión.

No sabía cuál sería su reacción al recibirlos, pero si estaba seguro que yo lo hacía como una demostración de mi gran amor hacia ella. Recuerdo que en aquel momento le agradó mucho el detalle de nuestros anillos; pero lo más hermoso son sus propias palabras cuando han transcurrido más de cuarenta (40) años de aquellos acontecimientos, ella en Italia con su propia vida, yo en Venezuela con lo que queda de mi propia vida, siento una gran alegría y emoción cuando el 14 de febrero del año 2018 me escribió lo siguiente en referencia a aquellos sencillos anillos: (eran) “Azules con florecitas, hermosos con un valor inestimable, eran mucho más que diamantes eran......amor!!!!”

Que dicha tan grande siento al leer esto hoy en día a mis 59 años de existencia. Tal vez esto evidencia porque siempre Filly será mi primer gran amor… mi Eterno Amore!!!

Así transcurrió el tiempo, más adelante, cuando estudiaba cuarto año, le “quitaba” el carro de mi mamá para ir a buscarla en su colegio (El Teresiano de El Paraíso) y en complicidad con la sra. del transporte, lográbamos pasar como 30 minutos juntos (una eternidad para nosotros) para luego encontrarnos nuevamente con su transporte antes de llegar a Montalbán, toda una travesura y una peripecia juvenil en la que nunca tuvimos ningún inconveniente mayor, salvo una vez que saliendo del colegio nos persiguió un enardecido padre pensando que mi Filly era su hija, ya que con el uniforme del colegio todas eran casi iguales, no pasó de ser un tremendo susto… jejeje!!!

Eran los 30 minutos más apasionados y románticos que recuerdo para esa época, dónde sin llegar más allá de unos apasionados besos franceses (pero muy apasionados y deliciosos que aún hoy día los recuerdo) no pasamos nunca de ese nivel, pues cuando no nos besábamos con frenesí, solo hablábamos y hacíamos planes de cómo sería nuestro futuro, nuestra casita, nuestro hijos, nuestra mascota, en fin algo muy sublime y hermoso de lo cual conservo muy gratos recuerdos. Esa rutina nos duró hasta que nos graduamos de bachilleres (1977) y ya no teníamos más a la sra. del transporte que nos regalara aquellos 30 minutos de gloria que pasábamos juntos, ya no tendría más a mi bella y querida Principessa cautiva dentro de cuatro puertas sobre la tapicería de cuero roja del Mercedes Benz y quién siempre terminaba toda despeinada (espelucada como le decía yo) bajándose del carro de mí mamá y subiéndose apresuradamente en la camioneta del transporte para llegar a su casa, dónde también estaba mi casa, en el mismo edificio.

Lo más osado de esas locuras de enamorados, fue un día que nos escapamos hasta el círculo militar a la zona de El Laguito, no recuerdo de dónde sacamos el tiempo para poder ir hasta allá, bueno el hecho es que como socio yo tenía acceso a dichas instalaciones. Allí pasamos unos románticos momentos, sentados en la grama cobijados por la sombra de un frondoso árbol, que fueron abruptamente interrumpidos por el enérgico regaño de un PM (policía militar) quién enviado por un oficial superior que había pasado y observó a una niña con uniforme del colegio besándose apasionadamente con un joven mayor, (siendo casi de la misma edad) pero ese fue su argumento para reprendernos y llamarnos la atención por lo que consideraron actos ofensivos a la moral pública. Todo ese discurso de civilidad y moralidad aunado al tiempo limitado que teníamos para estar juntos nos hicieron huir despavoridos de lo que por unos minutos había sido nuestro “jardín del edén”.

Luego vino la Universidad en mi caso y en el de ella comenzó a trabajar mientras comenzaba la universidad; vino la libertad que me permitía tener mi propio vehículo, llegó la necesidad de tener una novia con la que pudiese salir libremente al cine, a las discotecas, a la playa, a la finca, a conciertos, lo que me hizo separarme poco a poco de ella, sin haberla dejado de querer, pues era grande el amor que por ella sentía, pero si para estar más acorde con las necesidades e inquietudes de un adolescente universitario de 17 años.

Nunca dejamos de vernos aunque fuese de balcón a balcón o desde su ventana la veía asomada cuando yo llegaba en las noches al edificio. Añoraba sus cálidos y dulces labios, los cuales sentía cada vez más lejanos e inalcanzables.

Más adelante vino mi intempestivo matrimonio con Gretty en marzo de 1978, no obstante volvimos a vernos a solas una vez más, después de haberme casado, en una operación que nos recordó la época del transporte escolar, pues la fui a buscar a su trabajo con mucha cautela y sigilo y teníamos los minutos contados para vernos; conté con la complicidad de mi querido amigo (y luego compadre Régulo Noriega) para tal encuentro, el cual no resultó nada grato ni memorable en comparación con los de la época de colegiales.

Ya nuestras vidas habían tomado rumbos divergentes.

Ella se casó al poco tiempo (1980) con un joven italiano, como siempre lo deseo su padre y luego se fueron a Italia y no supe más nunca nada de Fifetta.

Muchos años después logré ubicar a mi eterno y viejo amor por las redes y nos contactamos por Facebook para la alegría de ambos. Hoy en día vive en Sicilia, está divorciada, tiene un hijo llamado Valentino y mantenemos contacto frecuente por esa red social. Ayer 14 de febrero nos felicitamos mutuamente en honor y en recuerdo por los viejos tiempos. Mi querida Principessa Filly siempre ocupará un lugar muy especial en mi corazón y en mis más gratos recuerdos de mi adolescencia; siempre será mi Eterno y grande AMORE!!!



Fifetta D’cesare Sala
TVTB
Deseo complementar las líneas anteriores con estas otras que las escribí un poco después y he decidido agregarlas aquí, pues aunque parezcan repetitivas permitirá comprender mejor algunos eventos posteriores, pues se trata de una persona que representó una parte muy importante y de grata recordación en mi vida; se trata de Filly, mi primer gran amor de la adolescencia, un lindo y hermoso romance a los 16 años, de esos que nunca se olvidan.

Una bella niña de ascendencia italiana, de preciosos ojos claros y una abundante cabellera de color castaño claro; era mi bella vecinita en mi nueva residencia en Montalbán, a dónde nos habíamos mudado después de vivir durante más de 15 años en El Paraíso. Era mi primera vez que vivía en un apartamento y por ende en un edificio, es decir en propiedad horizontal, algo nuevo para mí pero que gracias a mi nueva y hermosa vecina del apartamento 3-C ya tenía un nuevo atractivo y aliciente para que me agradara mucho mi nuevo estilo de vida en un apartamento.

Fue mi novia por allá en el año 1975 y disfrutamos de muchos hermosos momentos de una linda relación de adolescentes, muy sublime y romántica, con muchas cartas y obsequios juveniles, de poco valor económico pero de un gran valor sentimental, como un par de anillos de compromiso, anillos de fantasía, que todavía hoy en día más de cuarenta años después, ambos recordamos con cariño, eran unos anillitos que yo compré, de metal con un recubrimiento como porcelanizado de color violáceo casi azul y con unas florecitas dibujadas en todo su alrededor, eran muy tipo hippie, muy come flores, muy cursi o más bien muy “amor es”… algo que solo lo entenderán quienes vivieron esa linda época. También nos regalábamos y compartíamos muchos discos (LP) de acetato y cassettes de la época. Las fotos con dedicatoria tampoco podían faltar. Fue algo muy bonito y muy adaptado al momento y a las circunstancias.

Nuestras familias tenían muy buena relación entre ambas por el hecho de ser vecinos, nosotros en el piso 1 y ellos en el piso 3; nuestras madres se hicieron amigas e incluso salían juntas a realizar algunas compras. Ella frecuentaba mucho mi apartamento con la excusa de ser amiguita de mi hermana menor; pues éramos novios de manera “undercover” de manera encubierta, oculta y disimulada, ya que ella era la única hija hembra de un matrimonio siciliano y la aspiración de sus padres y sobre todo de su papá, era que llegado el momento de tener una relación amorosa, lo hiciera con un muchacho de origen italiano y nunca con un venezolano pues eso se salía de lo establecido por las costumbres casi ancestrales y muy familiares, toda una tradición siciliana pues. Así que nuestra relación debía ser escondida y sin muchos aspavientos, lo cual realmente no representaba mayor problema para nosotros, pues nos manejábamos muy bien en ese bajo perfil y además en el edificio había un grupo grande de adolescentes que nos reuníamos en las áreas comunes y hacíamos grandes tertulias y reuniones todas las tardes en el parque del edificio; lo que facilitaba nuestros cándidos encuentros diarios. Así iba pasando el tiempo y nosotros disfrutando de nuestro lindo romance que apenas nos permitía unos apasionados besos sin tener aspiraciones a pasar a otro nivel por el momento.

Filly año 1980

Más adelante comenzamos, como buenos adolescentes, a ponernos creativos, y mi amada Filly aprovechaba una corta ausencia de sus padres en las noches, quienes salían a unas reuniones familiares en las cercanías y la dejaban sola con su hermanito en el apartamento, ella aprovechaba cuando se dormía su hermanito, para bajar al pasillo y conversar conmigo sentados en las escaleras, tomados de las manos y compartiendo esos cálidos y deliciosos besos que aún recuerdo, pero era solo eso y más nada, pues todo giraba en torno a la inocencia y romanticismo de aquellos años dónde con el solo hecho de compartir allí, los dos solitos, de poder besarnos apasionadamente y de hacer planes de nuestro futuro, nos dábamos por bien servidos y nos sentíamos satisfechos.

Un buen día comenzaron las intrigas y los chismes de los vecinos por nuestros encuentros en las escaleras y de alguna manera le llegaron de manera tergiversada a oídos de sus padres, dónde le hablaban de escapadas de su hija en pijama hasta mi apartamento y otras cosas así por el estilo. El hecho fue que eso trajo como consecuencia la brusca interrupción de lo que para ellos era nuestra amistad y se interrumpieron todos los canales de comunicación, incluso llegando hasta a distanciarse nuestras madres de su cercana relación vecinal así como las visitas a mi apartamento por la pseudo-amistad con mi hermanita, todos los canales estaban bloqueados. Incluso luego me contaría que fue sometida a muy duras reprimendas y castigos, así como fuertes indagaciones para saber con certeza hasta dónde había llegado nuestra osadía en aquellos encuentros nocturnos en las escaleras del edificio; indagaciones y pesquisas que no podían obtener ningún sorprendente o inesperado resultado ya que nuestra osadía nunca sobrepasó los límites de aquellos divinos y sensuales besos nocturnos. No obstante para mi Filly no fue nada fácil y así me lo comentaba en los muy nutridos intercambios epistolares que comenzamos a tener a raíz de aquellos acontecimientos. Ambos recordamos todavía hoy en día, como todas las mañanas cuando ella bajaba para subir al transporte para ir al colegio, nosotros aprovechábamos unos segundos para intercambiar nuestras cartas diarias y eventualmente para tocarnos fugazmente los labios que otras veces se habían fundido calurosamente en uno solo mientras nuestras lenguas jugaban con placer. Ahora eso era solo un recuerdo bonito e incluso a veces no teníamos tiempo ni siquiera para intercambiar las carticas por la severa vigilancia de su mamá; así que debíamos esperar al regreso de clases para dejar nuestras cartas camufladas y escondidas en el buzón de la correspondencia que estaba en el lobby del edificio, de nuestras queridas Residencias Del-Rea, cuantos recuerdos bonitos vienen a mi mente en estos momentos en que escribo estas líneas.

Así las cosas debimos ir adoptando nuevos códigos y nuevos métodos de comunicación, como encuentros en casa de alguna compañerita de estudio que fuese solidaria con nuestro romance o incluso llegamos a una muy depurada técnica evasiva cuando ya me permitían manejar fuera de Montalbán y mi mamá me prestaba su carro sin saber para que se lo pedía. Era una operación perfectamente diseñada al mejor estilo de misión imposible y dónde ningún detalle podía llegar a fallar, y de hecho nunca nos falló ninguno. Se trataba de que Filly le había comentado su situación a la buena señora conductora de la camioneta del transporte, de quién no recuerdo su nombre, pero obviamente debe haber sido venezolana ya que se solidarizó de inmediato con nuestra causa. Se trataba de que en lugar de venirse en la camioneta que la buscaba en su colegio, El Teresiano de El Paraíso, ella se venía conmigo en el carro de mamá y luego teníamos pautado un punto de encuentro en la urb. La Loira (mi antiguo lugar de residencia antes de mudarme a Montalbán) para que Filly abordara de nuevo la camioneta con rumbo a Montalbán para dejarla en nuestro edificio; todo esto nos permitía a lo sumo unos 30 minutos para estar juntos, a solas, como dos enamorados, para poder volver a besarnos con frenesí y también para hablar mucho que era lo que también disfrutábamos hacer, hablar de nuestros planes a futuro, hablar de cuando nos casáramos, hablar y besarnos, besarnos y hablar hasta que veíamos venir la camioneta blanca del transporte y mi Filly comenzaba a arreglarse su frondosa cabellera que siempre terminaba toda despeinada o espelucada como le decía yo y ella aún hoy lo recuerda. Me parece verla bajándose del Mercedes Benz de mi mamá de manera apresurada mientras se arreglaba su hermoso cabello castaño claro y mirando hacia los lados para saber quién la podía estar viendo jejeje!!! Era una operación comando, pero un comando de mucho amor inocente y juvenil, un amor de esos que nunca se olvidan. Eran los 30 minutos más “largos” y placenteros que yo había disfrutado hasta ese momento de mi corta vida.

2018  
Después vinieron momentos diferentes, yo ya tenía mi propio vehículo que me regaló papá cuando estaba en 5to. año de bachillerato como premio a mi próxima graduación de bachiller, un Toyota gris full equipo que también recuerda Filly hoy en día. Tuvimos cortas escapadas a un Tropi Burguer cercano a su colegio que estaba muy de moda en esa época, también siguieron los encuentros fugaces en casa de alguna de sus compañeritas de clase, nada más que ese tipo de encuentros siempre contra reloj y con el temor de una repentina aparición de su mamá o su papá.

Con mi nuevo regalo y mi proximidad a la mayoría de edad vinieron nuevos horizontes y nuevas oportunidades en las que difícilmente podía compartir con mi amada Fifetta (su nombre completo) bajo el régimen a que estaba sometida por sus padres, ya que vendrían las fiestas pro-graduación, los bailes de la Billo’s en los clubes a que pertenecía mí familia, las salidas a cines y centros comerciales, los conciertos y gaitazos en el Poliedro de Caracas, las fines de semana a la playita, los viajes a la finca de papá, en fin una vida social más intensa que hacían divergentes nuestros rumbos, lo que nos fue distanciando de manera inexorable. No porque sintiese que había dejado de querer a mi primer gran amor, sino más bien por dejar que la situación “fluyera” libremente y que los acontecimientos se desarrollaran según se presentaran las circunstancias, algo muy loco, pero muy propio de la edad y de la época.

En diciembre de 1977 se me presentó la oportunidad de hacer un viaje largo por carretera hasta Barinas, yo solo, lo cual representaba toda una odisea y una oportunidad para probarme como conductor y como hombre, pues nunca había hecho algo semejante, viajar casi mil (1.000) kilómetros ida y vuelta sin ningún acompañante, era todo un reto en esos momentos y así lo hice. También me serviría para aclarar algunos enredos sentimentales que se me estaban presentando, pues en paralelo a mi relación con Filly había comenzado a salir con otra muchacha (Eunica Albero quién al día de hoy sigue siendo mi gran amiga después de tantos años) de un edificio contiguo al nuestro. Recuerdo que antes de salir de viaje le grabe en un cassette a ambas una hermosa canción de moda llamada “Torn between two lovers” de Mary MacGregor dónde de alguna manera, por medio de la canción pretendía explicarles lo que me estaba pasando con ambas; y se los entregué a ambas, a Filly y a Euni, para que lo escucharan cuando yo hubiese partido a mi viaje en solitario.

Lo que no contaba yo era que además del gran reto de manejo y demostración de independencia y quizás de “adultez” también me esperaba otro nuevo reto en Barinas y sería con Gretty, aquella hija de un primo de papá y ahijada de mis padres, a quién conocía desde muy niña y con quién había compartido vacaciones en mi infancia, tanto ella en mi casa en Caracas, como yo en su casa en Barinitas.

Ese diciembre tuvimos un grato reencuentro, que más adelante se explicará por si solo con el desenlace de los acontecimientos, pero que para redondear y resumir esta historia podría escribir que luego de ese encuentro decembrino, me haría falta buscar una canción que como título llevara: TORN between THREE lovers… a buen entendedor pocas palabras…

En el mes de marzo de 1978 de manera intempestiva decidí casarme con Gretty quién sería mi primera esposa durante casi 15 años. Después de eso volví a ver a Filly tal vez un par de veces pues seguimos siendo vecinos en Montalbán; luego ella también se casó en 1981 y se marchó a vivir en Italia con su esposo también italiano, como siempre lo desearon sus padres.


Más nunca supe nada de ella pues sus padres también regresaron a Italia. En el año 2012 (creo) y gracias al milagro de internet y de las redes sociales logré ubicar luego de un arduo trabajo de pesquisas, de stalkeo y de muchas indagaciones y preguntas, encontré a mi recordado y querido primer amor Fifetta D’cesare Sala, estaba en Sicilia, Italia (como siempre lo supuse); fue una gran alegría para ambos ese milagroso más no fortuito encuentro, ya que debí invertir muchas horas hasta lograr dar con ella con la ayuda de la red.

Nos pusimos al día en nuestras cosas, supe que se había divorciado, que tenía un joven hijo de casi 30 años llamado Valentino, que su padre había fallecido y que vivía con su hijo y con su mamá.

De igual manera yo también la puse al día con mi vida, con todo menos con mi condición de vida, a eso no me atreví a comentárselo en ese reencuentro y quedó como tema pendiente. Desde entonces hemos mantenido un muy estrecho contacto por FB, por e-mail y por whatsapp cuando lo tenía activado, así que desde que nos reencontramos no hemos dejado de estar en contacto y según sus propias palabras dejando siempre abierta la posibilidad de que la vida nos regalara un eventual reencuentro, ahora de viejitos, pero en persona, face to face, en directo, lo cual suena maravilloso cuando ella así lo plantea, pero que yo no estoy tan seguro por aquello del tema que siempre nos quedó pendiente.


Este 14 de febrero volvimos a contactarnos como ya se ha hecho costumbre en esa fecha, al igual que en su cumpleaños el 18 de junio (que nunca olvidé) en fin en fechas especiales siempre recibo su mensaje o yo le envío el mío y siempre nos mantenemos en contacto; y así fue en esta fecha nuevamente, yo le envié un escrito que hice para mis memorias, dónde menciono algunas de nuestras vivencias juntos y deseaba compartirlo con ella así como saber si podía contar con su aprobación para incluirlo en mi publicación con su nombre (como lo escribí originalmente) pues en caso contrario lo haría usando solo las iniciales o quizás un nombre ficticio (eso no se lo dije así).

julio 2018

El hecho es que se conmovió muchísimo con el escrito y nos pusimos muy románticos y melancólicos recordando aquellos lindos momentos; con el romanticismo del momento y mi característica y a veces no muy deseable sinceridad, quise prepararla para comentarle sobre mi situación real y mi condición de vida, pero solo logré adelantarle algunos pormenores que me permitieran abordar el tema; en vista de que la comunicación se extendía y yo no lograba o no me atrevía a ser directo y decirle lo que deseaba que supiera, se me ocurrió sugerirle que visitara mi blog SER+POSITIVO y le dije textualmente: “para que puedas saber y conocer un poco más al Víctor que dejaste de ver hace muchos años” y así quedamos, a ella le pareció muy bien, le envié el link y nos despedimos.

Horas más tarde me escribió sumamente conmovida y me decía lo siguiente que transcribo textualmente:

-“He leído un poco tu blog… no diré nada, sentí solo tanto dolor, pero la vida es bella, tenemos que disfrutarla y seguir adelante. Me pregunto solo como pudo sucederte, y pienso....voluntad del destino. Tqm. Te querré siempre”

Yo le respondí:

-“Solo puedo decirte que te llevo en la parte más linda y pura de mi corazón”

Ella me respondió:

-“Y yo solo te digo que fuiste eres y serás el amor más puro sencillo e intenso que tuve tengo y tendré”

Así concluyó nuestra conversación, yo quedé muy abatido y triste por haberle causado un dolor a mi querida y siempre recordada Filly; me quedaba cierto remordimiento de conciencia o de teclado (lengua) no lo sé… ¿era necesaria mi sinceridad? o simplemente fue un SINCERICIDIO… al que parece que me he acostumbrado en estos últimos tiempos. Solo el tiempo lo dirá. Yo hice lo que creía conveniente, para no hacer abrigar falsas esperanzas a una persona que quise mucho, para mantener la verdad como norte en mi vida. Lo demás son meras especulaciones y elucubraciones a las que parece que también les voy tomando aprecio y disfruto de su compañía…



MIS DOS MATRIMONIOS FUERON:

Mi primer matrimonio a muy temprana edad, (en el que fui muy feliz) a los 19 años con Gretty Josefina Hernández Fonseca (1961) desde 1978 hasta 1993 de donde nació mi hija Vanessa Josefina de La Coromoto (1981) Tengo un nieto: Luis Manuel (1998) que me dio como regalo de cumpleaños mi hija mayor Vanessa, un 11 de Agosto de 1.998 cuando apenas cumplía yo 39 años de edad.


Vanessa Josefina de La Coromoto Torres Hernández
Luis Manuel Ruiz Torres
Gretty Josefina Hernández Fonseca

(Graduación Bachiller Luis Manuel – año 2015)


Víctor Federico – Vanessa – Luis Manuel

Años más tarde vino el segundo matrimonio a los 36 años con C. G. desde 1995 hasta 1999, de donde nació V. de J. (1998) a quién solo tuve a mi lado hasta que tenía 10 meses de nacida pues me separé y luego me divorcié de su mamá y no volví a tener contacto con ellas, es decir que no conozco a mi segunda hija, solo en fotos de redes sociales e internet a partir del año 2008 y algún eventual contacto (2016 - 2017) con su madre por redes sociales y whatsapp...

Ese es un dolor muy grande que me llevo en mi corazón y en el alma...

Tuve muchos romances, algunos durante mis matrimonios y otros después de ellos, unos de grata recordación y otros no tanto, entre los de un gran afecto y muy gratos recuerdos, yo diría que el más importantes por la intensidad de los sentimientos que estuvieron presentes en esos momentos está María Elena Bandres, de quién me enamoré y estuve a punto de divorciarme para rehacer mi vida a su lado, de hecho lo intentamos y me separé de mi esposa (Gretty) pero pudo más la cobardía de salir de mi zona de confort y el sentimiento paterno, que me hicieron reconsiderar y "abortar" aquella gran pasión a mediados de los años '80; muchos años más tarde por medio de las redes sociales pudimos estar en contacto nuevamente e incluso llegamos a tener un agradable reencuentro personal en varias oportunidades, ahora como unos buenos amigos.

También está Italina Mendoza, mi eterna amiga, una excelente persona y gran cantante, por quien conservo grandes sentimientos de afecto y cariño; y mantenemos contacto telefónico y por las redes sociales.
Con ambas María Elena e Italina tengo la dicha que siguen siendo mis grandes y entrañables amigas al día de hoy (2018) 

A comienzos del nuevo siglo, con mi regreso a Caracas vendría una nueva oportunidad para conocer el amor (una vez más) y sería en mi relación "tormentosa" con Julieta Milagros Verde Esteves durante casi 10 años, desde el año 2001 al 2012 (con períodos de interrupción) una relación de Amor-Odio muy singular y atípica, pero no por ello menos significativa en mi vida, así que no puedo dejar de recordarla y sobre todo de agradecerle a Milagros el haber estado a mi lado cuando me tocó recorrer el difícil camino de mi condición de salud, donde ella se involucró de manera incondicional a mi lado durante largo tiempo (sobre esto escribiré con detalle en otro capítulo relacionado con el tema) así como en su colaboración para atender a mi Mamá en su enfermedad y vejez.

J.M.V.E.



(continuará en próximas entregas...)

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Namasté