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martes, 14 de agosto de 2018

VI - LA PÉRDIDA DE MI QUERIDA MAMÁ - 14 de agosto 2011 - serie familiar (cap. VI)

SER+POSITIVO


LA PÉRDIDA DE MI MAMÁ

Siempre he considerado que mi mamá se me fue por partes, es decir que tuvo dos muertes, pues la perdí progresivamente, primero mentalmente, por su pérdida de capacidad cognitiva producto de múltiples isquemias cerebrales que le generaron una demencia vascular.
Ese fue un proceso lento de varios años, como unos seis (6) años dónde poco a poco se fue desvaneciendo su memoria, dónde tuvo un par de caídas graves con fractura del acetábulo que ameritaron dos operaciones y la implantación de sus respectivas prótesis. Fue algo muy duro ver como esa mujer fuerte e independiente se venía a menos día a día, una mujer que siempre tuvo su buen vehículo, sus amistades, sus hobbies; acostumbrada a mandar y a disponer de su vida a su antojo, ahora no podía ni siquiera salir sola a la calle…

 Hay un hecho en relación a esto muy conmovedor y que lo vine a descubrir después de su fallecimiento; entre las cosas personales de mamá, en la mesa de noche de su habitación, estaba una pequeña agenda, en la que en su puño y letra tenía escrito en una especie de “plana de caligrafía” de manera repetida los nombres de todos nosotros (sus hijos) y muy especialmente el de papá, los repetía muchas veces, uno abajo del otro, un gran número de veces, ocupando así varias páginas de su pequeña agenda. Solo puedo pensar que, tal vez, al sentir que comenzaba a perder su memoria comenzó a escribir lo que más deseaba recordar, su querida familia.

Entre los primeros síntomas evidentes del inicio de su pérdida de memoria, recuerdo que salía para el centro comercial y al pasar poco rato regresaba muy molesta y confundida pues se había encontrado a una persona que la había saludado con mucho cariño pero que ella no había podido recordar su nombre. Esto también sucedía cuando en oportunidades salía a realizar alguna compra y regresaba muy molesta pues según sus propias palabras se la había olvidado “qué carajo había ido a comprar” y eso la ponía de muy mal humor. Por sugerencia mía comenzó entonces a anotar lo que necesitaba antes de salir.
Luego al reducir sus salidas manejando su vehículo, vinieron sus misteriosas caídas caminando en la calle, sin mayor consecuencia que uno que otro raspón en las rodillas, y ella llegaba riéndose contado que se había vuelto a caer sin saber por qué. Ella lo tomaba a veces con buen humor pero eran evidentes señales que algo estaba ocurriendo y que tal vez no supimos detectar a tiempo. Después estos síntomas se irían agravando lo que hacía ya imposible el permitir sus salidas a la calle sin compañía, con los inconvenientes que esto trajo para nuestra relación familiar. 

Fue algo muy duro que a veces no deseo recordar, pues yo me convertí en su cuidador a tiempo completo ya que vivíamos juntos y mis hermanos Julio César y Elizabeth Coromoto vivían fuera de Caracas y sus obligaciones laborales y familiares no le permitieron atenderla y argumentaron que debía ser yo quién tenía que cuidarla…
y así lo hice.


Debo mencionar que siempre conté con el apoyo económico de mi papá, de un gran apoyo moral y físico por parte de Milagros Verde quién era mi pareja para ese entonces, pude contratarle una enfermera y una fisioterapeuta después de cada operación para lograr que volviese a caminar, y atendí a mamá mientras que mis fuerzas así me lo permitieron, hasta abril del año 2007 cuando producto de mi desgaste físico y emocional debí pedirle a papá que se la llevara con él para Valle de La Pascua y atenderla allá junto con mis hermanas Francis Belén, Lizbeth y Victoria.
Al mes siguiente (mayo 2007) debí ser ingresado en el Hospital Clínico Universitario de Caracas por una severa infección pulmonar tipo Neumonía (Neumocistis…) y con los días de hospitalización me contagié o desarrollé una Tuberculosis (TBC) que me obligaron a permanecer hospitalizado casi cinco (5) meses, hasta septiembre de ese año.
En el año 2008, cuando consideré que estaba algo recuperado, traté de estar nuevamente con mamá en su apartamento de Montalbán y así lo hizo papá y la trasladó nuevamente a Caracas; ya en ese momento la salud de mamá había desmejorado notablemente y ni siquiera era capaz de reconocerme como su hijo… yo había terminado mi relación con Milagros y se me hacía muy difícil afrontar el cuidado y la alimentación de mamá por mi única cuenta, así que debí reconocer que en solitario, ese era un esfuerzo “cuesta arriba” que solo me haría terminar nuevamente en el hospital y así se lo hice saber a papá, quién se la llevó nuevamente para el Guárico después de una breve estadía en Montalbán.

Así pasaron los años… hasta que en julio del 2011 la situación de mi mamá y su precaria salud se hizo presente nuevamente en mi vida.

Mamá Julia 2010

JUEVES 28 de Julio de 2011
Hoy recibí una llamada de mi papá avisándome que mi mamá está grave, es la segunda llamada que me hace mi papá en esta semana, por ser un hombre de pocas palabras y no dado a las exageraciones creo que debo tomar muy en serio esta notificación sobre el delicado estado de salud de mi querida y adorada mamá, quién a sus 80 añitos ha visto muy desmejorada su salud en estos últimos tiempos y muy
especialmente desde hace un par de meses en que a su condición de demencia vascular, se le han añadido ciertas dolencias que han mermado su precaria salud y han comprometido su menguada existencia. A la muy crítica patología mental se le ha agregado una inapetencia absoluta, en la que se ha sumido en los últimos días, negándose a ingerir algún alimento y lo que le obligan a comer lo vomita de inmediato, a esta delicada situación se le agrega ahora una gran diarrea, que de no lograr controlarse podrá llevarla a una severa deshidratación, la que añadida a su cuadro de desnutrición por no ingerir ninguna comida sin duda traerá nefastas consecuencias en su humanidad…
Que vaina tan seria, aquí estoy escribiendo, quizás con la esperanza que de esta manera pueda acortar los 400 kilómetros que me separan de mi madre… Oh Dios mío!!! Apiádate de ella y protégela en este momento tan aciago dame la capacidad y la fortaleza para tomar la decisión más acertada para ayudar a mi adorada viejecita…
¿Qué debo hacer Señor? Pensaba salir a primera hora para Valle de La Pascua, pero mi Papá me sugirió que trate de hacer los arreglos necesarios para ingresarla al Hospital Militar aquí en Caracas y que ellos se encargan de trasladarla hasta aquí el día Sábado, pero me parece que puede transcurrir un tiempo precioso e irrecuperable en
estos dos largos días y se pueda ver comprometida seriamente la vida de mi mamá… Yo estoy seguro, pues ella me lo demostró en infinidad de oportunidades durante mi vida, que si fuese yo quién se encontrara en una situación similar, ella movería cielo y tierra para buscar la solución más rápida y expedita en procura de mi bienestar.
Así que bajo ningún concepto puedo yo permanecer con los brazos cruzados o haciendo un mínimo esfuerzo mientras transcurren las horas y se deteriora su salud poniendo en peligro su vida…
No No No!!! Esa no es la manera como debería reaccionar un hijo que dice querer a su anciana madre, su hijo mayor a quién ella le dio todo su cariño y todos los cuidados cuando yo era una criatura recién nacida, indefensa, tal como la siento yo ahora que se encuentra ella, pues aunque se encuentre con mi padre, él es un hombre mayor como
ella y aunque afortunadamente goza de buena salud, tiene otro índice de prioridades que no necesariamente coinciden con los sentimientos de un hijo por su madre, él como militar es más pragmático, y quizás considera que la decisión que él tome será la más acertada, pero yo como hijo no puedo estar tranquilo sabiendo por los momentos que están pasando ambos, mi Mamá por su delicada condición de salud, y él por encontrarse ante tan difícil y comprometida situación…
Que buena vaina carajo…

15 de agosto de 2011 - 09:21 pm

JUEVES 27 de Octubre de 2011 
Desde que escribí la última vez por aquellos últimos días del mes de Julio hasta la presenta fecha han transcurrido más de 60 días o sea dos meses largos y cualquier cantidad de acontecimientos se han desarrollado en todo este tiempo pero lo más relevante, triste, difícil de olvidar o mejor dicho imposible no pensar en ello a cada momento ha sido la muy lamentable y dolorosa perdida física de mi querida mamá, quién el Domingo14 de Agosto (del año en curso 2011) exhaló su último aliento en presencia de mi papá y de mi (media)hermana Victoria, quiénes se encontraban de visita en el hospital militar ese fin de semana; serían aproximadamente las 18:18 horas (06:18 p.m.), al momento de llegar mi hermano Julio César, mi papá le informó sobre el deceso de mamá en ese mismo instante…
Ochenta años de una intensa vida se extinguían en fracciones de segundos y luego de un terrible sufrimiento y una constante agonía, donde no obstante haber agotado los recursos disponibles, física, moral y económicamente, que estaban a nuestro modesto alcance, para tratar de sobreponer su delicado y muy precaria condición de salud. A pesar de haber contado con todo el apoyo y los esmerados servicios profesionales y humanos por parte del personal médico, enfermeras y camareras del Hospital Militar, quienes atendieron de manera solícita y con la mejor disposición, en la mayoría de los casos, a mi querida viejecita para tratar de brindarle al menos calidad de vida, ya que la buena salud era casi “reacia” o se la iba desvaneciendo a grandes pasos, con el consiguiente menoscabo tanto de sus signos vitales, así como de las esperanzas que acostumbramos a albergar los familiares con nuestros seres queridos hasta el último momento…
Que dolor tan grande ver como se nos va la vida en un parpadear, cuando los años y las dolencias se unen para sobreponerse a cualquier idea de longevidad o dulce vejez, para enfrentarnos al deterioro sistemático, acelerado e irreversible de nuestro “sistema vital” que conocemos como nuestro cuerpo…
Yo agradezco a mi Dios de todo corazón el no haber estado presente en ese último momento, pues aunque durante mis noches de guardia acompañando a mamá en el hospital, a veces llegaba a pensar en esa posibilidad dentro de la evolución (o involución) del cuadro clínico que atravesaba mi pobre madre, también le pedía a Dios, quizás de manera cobarde y egoísta, que llegado el momento de que a mamá le tocara partir físicamente (morir pues…), yo prefería no estar a su lado, para no tener que vivir en “carne propia” o en directo… tan terrible acontecimiento en la vida de cualquier ser humano… no estaba seguro de cómo podría reaccionar en ese momento… no quería ver como se marchaba de este plano el ser que me dio la vida, que me dio mis primeros cuidados, mis primeras caricias y alegrías, quien me dio todo lo que podía darle una madre a un hijo… una mujer que entregó su vida para asumir el rol de madre durante toda su existencia…de manera abnegada, incondicional y hasta un poco irracional en algunas oportunidades, como un leona con sus cachorritos…

Como te extraño Julita!!!!!
Todavía me cuesta mucho escribir, no consigo concentrarme, los pensamientos y las interrogantes han invadido mi mente, mi cuerpo, mi aliento, mi respiración, mi sangre, mis pasos, mi sueño, mi VIVIR…
Solo puedo mencionar un símil, que recuerdo haber leído en El Poema del Mío Cid, cuando para explicar el dolor que sentía Don Rodrigo al separarse de Doña Ximena, se relataba, que al enfrentar una despedida o separación, “se separaban con gran dolor, como se separan la carne de la uña”… es decir que sentían un dolor tan solo comparable al dolor del dedo al “despegarlo” o separarlo de la uña… que siempre han estado adheridos el uno a la otra, y solo la sangre puede evidenciar esta desgarradora separación… 
Como te extraño Mamá… como te extraño Julita…
Estoy seguro que Dios Nuestro Señor nos permitirá estar unidos nuevamente por los siglos de los siglos… Amén!!!!!!!!!!
Mientras esto suceda, le ruego de manera humilde y misericordiosa al Señor: que brille para ti su Luz Perpetua y que encuentres esa Paz y Armonía que la enfermedad y los sinsabores de la vida misma, se encargaron de alejar de ti al final del camino. Ya no hay dolor, no hay temor, no hay sed, no hay hambre, no hay frío ni hay calor, solo estás tú en un plano superior, donde te regocijarás en tus buenas acciones y  reinará para ti por siempre el Reino de Dios Nuestro Señor.
“Quién cree en Jesucristo nunca morirá…”
“No hay muerte… solo hay mudanza…quién se fue simplemente se nos adelantó, pues allá habremos de reunirnos al final de nuestros días…”


Como te extraño mamá… como me duele tu ausencia… como te quiero mamá… Cuanto daría por estar a tu lado y sentir tu amor incondicional…

A mi mamá la quise con una gran pasión y un cierto sentido de “propiedad” pues la sentía mía, siempre mía, siempre cercana e incondicional, mi primera “proveedora” de amor, afecto y cariño, mi confidente, mi protectora, mi escudo contra las adversidades, mi asesora, mi ayudante, mi socia, mi 911 (# 171)… MI TODO…

En algunos momentos de mi adolescencia fui muy crítico con algunas de sus actuaciones, y se lo manifesté de manera directa y hoy pienso que de manera inapropiada e injusta pues yo no era (ni soy) digno de juzgar a la mujer que me trajo al mundo… al ser que más me amó en mi vida.

Fueron desavenencias del momento, algunas producto de la “sensación” de superioridad y grandeza que nos infunde la “dulce adolescencia”, dónde creemos saber todo sobre la vida y sobre la vida de los demás, y eso es un craso error, pero se debe llegar a cierta edad para comprenderlo así. Llegué a criticarle su manera de actuar, de la cual yo había sido uno de los principales “beneficiarios”… de sus alcahueterías (¡qué ironía verdad!) de ser tan permisiva con mi papá en su relación extramatrimonial, pues ella no solo aceptaba a la “concubina” o mujer que tenía en la finca, si no que le compraba hasta la ropa, la comida y otros efectos personales para enviárselos con papá para Barbasquito (Hato) donde vivía.
Le criticaba que ella (mamá) no se hubiese procurado una educación académica universitaria o profesional como lo habían hecho dos de sus hermanas (Josefina y Nelly), llegué a decirle que yo hubiese preferido de mamá a mi tía-madrina Josefina (su hermana mayor) quién para mi representaba el paradigma de una gran mujer, por ser: - una mujer intelectual, profesional (abogado), incansable trabajadora, una gran cultivadora de la amistad y los principios morales, una persona que formó parte activa de la historia contemporánea de este país, amiga de varios Presidentes de la República (Caldera, CAP, Ramón J. Velásquez) amiga personal desde su juventud en Rubio de Carlos Andrés Pérez con quién trabajó hasta su último día en La Casona, en resumen alguien que representaba para mí a “una persona exitosa en la vida”, hoy en día pienso en lo absurdo de mi comentario (reclamo) a mamá, pues si se quiere algo contradictorio de mi parte, pues yo había disfrutado enormemente de tener una abnegada madre a mi entera disposición las 24 horas del día los 365 días del año, así que no entiendo que pretendía criticarle en ese momento, pero de manera absurda y desconsiderada así lo hice y siempre lo recordé con pesar y arrepentimiento. Como ironía de la vida cuando mi mamá estaba grave, casi agonizando en el hospital militar, mi tía-madrina Josefina la visitaba todas las tardes y cuando estando ella en la habitación llegaba una enfermera o un médico para ver a mamá, mi tía a título de presentación les decía: “ella es mi hermana menor y siempre fue una mujer muy feliz, nunca tuvo problemas, nunca trabajo, su vida fue criar a sus hijos”… o sea que lo que yo le había reprochado a mamá 40 años atrás, poniendo a su propia hermana como ejemplo, mi tía lo veía como un gran logro, como un aval en la “hoja de servicio” de mi mamá, pues mi tía nunca se casó ni tampoco tuvo hijos, y pasó toda su vida trabajando y viajando… ¿Qué ironía cierto? allí quedó demostrado que “nada es perfecto, ni completo en esta vida” lo que en unos pareciera ser defecto otros lo añoran por ausencia…
¿Qué cosas verdad?

En fin volviendo al tema de mis reproches de adolescente a mi mamá, le criticaba que saliera a divertirse y “rumbear” con las hermanas mayores de mis amigos, sin entender que mi mamá era en ese entonces una mujer joven, pues no llegaba a los 40 años de edad, una mujer buenamoza, de buenos gustos, amante de la buena vida y que tenía derecho a tener su vida social… a divertirse, a vivir… pero yo no lo entendía así en esos momentos, tal vez por “celos”… tal vez por querer representar como hijo mayor el papel del “hombre de la casa” ya que mi papá aunque seguía casado con ella, era mucho más el tiempo que pasaba en su finca en Guárico, en sus actividades laborales y con la nueva familia que estaba formando allá con el “consentimiento” de mamá…
Le criticaba su afición al juego de lotería y terminales (no había casinos en esa época) lo cual parecía entretenerla mucho, “estudiando” los números, pidiendo datos a sus amigas, revisando publicaciones sobre el tema, buscando las mejores “bancas”… era toda una experta en la materia e incluso ganaba buen dinerito a veces y también lo perdía, es decir yo le criticaba lo que yo NO debía ni podía criticarle… pero lo hice y así debo reconocerlo en estas anotaciones. Hoy en día a mis casi sesenta años y cuando ya no tengo a mamá para decírselo… me doy cuenta de lo inapropiado y absurdo de mis reclamos y de mis críticas; pues yo no era nadie para ser “juez y parte” y menos para convertirme en un crítico de mis padres y de ella en particular, de su manera de ver la vida, de sus gustos, de sus diversiones, de su propia vida y de nadie más… que equivocado estaba yo con mi absurda actitud.

Debo acotar que estas críticas mías no llegaron a socavar mi relación con mamá debido a su gran bondad y amor maternal y que el mismo tiempo se encargó de solaparlo y dejarlo como el recuerdo de una etapa de nuestras vidas que había quedado atrás. Más adelante vendrían otras posiciones encontradas entre ambos por diferentes circunstancias (mi primer divorcio, segundo matrimonio, regreso a Caracas después del segundo divorcio) que también superamos e incluso debo reconocer que al final cuando volvimos a vivir juntos surgió cierta “complicidad” entre ambos para solventar nuevas circunstancias y “pruebas” que me depararía la vida.

Mí querida Mamá – año 2005

año 2004


(continuará en próximas entregas...)

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Namasté