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sábado, 8 de diciembre de 2018

IX - Homeless - salida de mi zona de confort, de mi casa, de mi terruño... - serie familiar (cap. IX)

SER+POSITIVO

En agosto del año 2014 me vi obligado por las circunstancias a salir de mi “zona de confort”, pues mi padre y hermanos decidieron vender el apartamento donde yo había vivido durante los últimos 15 años, el cuál era propiedad de mi mamá, quién falleció en agosto del año 2011



Llegado el momento de afrontar la realidad de que debía abandonar la que había sido mi vivienda durante los últimos 15 años y sin la posibilidad de poder adquirir o alquilar una vivienda alterna, me vi sometido a una profunda presión psicológica con su carga de ansiedad, angustia y depresión ante tales acontecimientos. El fantasma de mis ideas suicidas reapareció con su acostumbrada vehemencia y estuve a punto de entregarme a sus deseos pero una vez más prevaleció mi instinto de supervivencia...





Pensé en negarme a firmar la venta como parte de los herederos de mi madre y así evitar la transacción que tenían ya adelantada mis familiares, pero luego sentí que mi precaria condición económica así como mi deteriorada salud no me hacían un buen contendor para esa difícil batalla familiar y legal. Es por eso que en contra de las recomendaciones que me hacía mi abogado de oponerme a la venta para preservar mi seguridad de vivienda, decidí firmar y así permitir que siguiera su curso la negociación aunque con esa decisión estaba quedando en la calle, como en efecto sucedió. 


Mamá en la clínica Atias – año 2004

El hecho es que pasados estos tres años después de la muerte de mamá ellos decidieron de manera unilateral vender el apartamento que me servía de vivienda, donde había compartido con mi madre sus últimos años de vida a mi lado, brindándole los cuidados y compañía que mis hermanos no pudieron ofrecerle en su enfermedad y vejez como lo hubiese hecho cualquier buen hijo con su progenitora en esas circunstancias. Solo conté con la ayuda de Milagros Verde para atenderla, y con la ayuda económica incondicional de parte de mi padre, quién periódicamente venía a visitarla y que cuando mi salud me impidió seguirla atendiendo se la llevó con él a Valle de La Pascua con su “otra” familia junto a mis hermanitas guariqueñas (por parte de padre) Francis Belén y Victoria Valentina (y a su hermana Lizbeth, que sin ser hija biológica de papá, el asumió criarla y darle su apellido) donde mamá pasó sus últimos años hasta que tuvimos que trasladarla nuevamente a Caracas, en Julio del año 2011 en unas condiciones de salud muy precarias y bastante comprometida, debiendo hospitalizarla en el Hospital Militar de Caracas, donde falleció el 14 de Agosto del año 2011.

Es así como el día 04 de Agosto del año 2014 salgo del apartamento del Celeste en Montalbán, con mi carro lleno de equipaje y con rumbo al litoral central para ordenar mis ideas y decidir qué camino inmediato tomaría en esta “aventura gitana” o mejor dicho de “homeless” que recién comenzaba.


Debo mencionar que en los días previos a la firma definitiva del documento de venta en el registro principal, surgió el ofrecimiento por parte de mi padre que él me ayudaría con un aporte económico, adicional a lo recibido sobre mi parte de la venta, para así facilitarme una eventual adquisición de una modesta vivienda en Barinas o en algún otro lugar para solucionar mi problema de vivienda. De igual manera mi hermana Elizabeth Coromoto me ofreció la posibilidad de alquilarme un anexo en una casa propiedad de su esposo en la quta. Lurgema en La Paz.
Para no entrar en un recuento nada grato para mi memoria de estos acontecimientos, solo quiero reiterar que ninguno de estos ofrecimientos llegó a hacerse realidad, ni el anexo en alquiler de mi hermana, lo cual me obligó a tener que regalar una parte de mis enseres personales que había dejado para llevarlos al citado anexo y tampoco el ofrecimiento de mi padre de ayudarme económicamente para comprar una vivienda; debo comentar que incluso llegué a concretar un par de potenciales compras en Barinas, con la cantidad que tenía producto de la “herencia” de mamá, pero por no tener la cantidad requerida para poder realizar la compra, tuve que abortar las negociaciones ante las evasivas respuestas de parte de mi padre para el aporte de la ayuda adicional ofrecida.

En vista de todo lo antes mencionado y luego de pasar unos agradables días en la playita para luego despedirme de mi ciudad natal, viaje el 13 de agosto con destino a Barinas y me alojé durante casi tres meses en la finca de mi amigo Domingo Ostuni en La Vizcaína en las afueras de la ciudad de Barinas, después de haber dejado todas mis pertenencias en la casa de Gretty y Vanessa, decidí emprender un viaje-aventura, como un lobo estepario hacia mi amado páramo andino merideño y así lo hice a finales de Octubre del año 2014.




Me alojé unos días en una hermosa posada en las afueras de Santo Domingo, en el sector el Baho, en la Posada Los Ángeles de la familia Rivas.
Estaba decidido a pasarla muy bien y a disfrutar de ese regalo que me estaba ofreciendo la vida al permitirme estar en una de las zonas de mi mayor agrado en Venezuela, en el páramo andino, a dónde tantas veces fui en mi infancia y en mis vacaciones con mi primera esposa y antes de casarme con mi segunda esposa, es decir un lugar del cual atesoro hermosos y muy gratos recuerdos; allí estaba nuevamente.

Octubre 2014

Después de pasar varios días como un turista adinerado decidí buscar un alojamiento más económico en el propio pueblo de Santo Domingo de Guzmán, en el municipio Cardenal Quintero de él estado Mérida.

Noviembre 2014
Home New Home

Allí conseguí una modesta pero cómoda habitación en alquiler en la casa de la Sra. Matilde y el sr. Ismael Monsalve, en la que estuve viviendo durante casi tres meses, al estilo de Harry Haller…

Habitación Posada Las Morochas

Hermosa vista desde el frente de la posada

En diciembre del año 2014 decidí mudarme a la Posada Las Morochas propiedad de la Sra. Ana Lucía Ramírez viuda de Peña donde permanecí hasta el mes de Mayo del año 2017 pasando lo que serían los 30 meses más tranquilos y felices de mis últimos días de vida, viviendo como un lobo estepario, solo, con dos almas dentro de un solo pecho, tratando de reconciliar al hombre y al lobo o tal vez dejando que finalmente uno de los dos prevaleciera y lograra imponerse sobre mis angustias, mis temores y sobre mis debilidades…

Vista desde el cerrito de la posada las Morochas y parte de Santo Domingo

Fueron casi tres años viviendo entre la paz y tranquilidad de las montañas, las cuales tuvieron un efecto terapéutico sanador sobre mi persona, ya que mis dolencias físicas y espirituales se redujeron a su mínima expresión y puedo decir que en líneas generales disfruté de “buena salud” en mi estadía en el páramo andino, en el bendito y mágico páramo merideño, entre ríos, lagunas, neblina y montañas pude encontrarme conmigo mismo y disfrutar de la paz y tranquilidad que brindan las mágicas tierras merideñas.


Hotel Moruco – Sto. Domingo

Terraza del Hotel Moruco – año 2016

Laguna de Mucubaji - 2015


Año 2015


Allí puede realizar unos magníficos paseos y excursiones por toda el hermoso páramo andino, disfruté viviendo como un montañista e incluso me compré una moto enduro para disfrutar de aquellos parajes a donde no podía llegar en mi carrito. De verdad que le agradezco a Dios y a la divina providencia por haberme brindado ese anhelado regalo de mi feliz permanencia en esas mágicas montañas merideñas, un regalo que me llevo atesorado en lo más profundo de mi corazón. Como diría mi gran amigo y antiguo jefe el ingeniero Tulio Armando Maldonado Villanueva:
-“Nadie me quita lo bailao”


Noviembre 2014


Febrero 2016



Vista desde El Collado del Condor – Pico El Águila
Año 2016

Paseo en moto - Año 2016



Año 2016



Bajando hacia Timotes desde El Pico El Águila


Marzo 2017

Como todo en la vida tiene su “final”, esa etapa llegó a su fin en mayo del año 2017, pues por razones económicas me vi obligado a abandonar nuevamente mi zona de confort en la posada Las Morochas y bajar a Barinas a pedirle albergue a mi hija Vanessa y a su mamá Gretty, en su casita de Barinas, donde me encuentro actualmente esperando a ver cómo se resuelve mi dilema existencial...



Mayo 2017

Octubre 2017

Me siento nuevamente como un “Lobo Estepario” deambulando entre las tinieblas y sintiéndome un extraño entre mis semejantes, sintiendo que estoy en el lugar y en el momento equivocado… esperando un final, una liberación que no llega…

Esto me hace buscar el libro de Herman Hesse y releer algunas páginas y me permito compartir la siguiente poesía y una reflexión del conocido autor por la similitud con mi situación y pareciera que fue escrita para mí:


“Yo voy, lobo estepario, trotando
por el mundo de nieve cubierto;
del abedul sale un cuervo volando,
y no cruzan ni liebres ni corzas el campo desierto.
Me enamora una corza ligera,
en el mundo no hay nada tan lindo y hermoso;
con mis dientes y zarpas de fiera
destrozara su cuerpo sabroso.
Y volviera mi afán a mi amada,
en sus muslos mordiendo la carne blanquísima
y saciando mi sed en su sangre por mí derramada,
para aullar luego solo en la noche tristísima.
Una liebre bastara también a mi anhelo;
dulce sabe su carne en la noche callada y oscura.
¡Ay! ¿Por qué me abandona en letal desconsuelo
de la vida la parte más noble y más pura?
Vetas grises adquiere mi rabo peludo;
voy perdiendo la vista, me atacan las fiebres;
hace tiempo que ya estoy sin hogar y viudo
y que troto y que sueño con corzas y liebres
que mi triste destino me ahuyenta y espanta.
Oigo al aire soplar en la noche de invierno,
hundo en nieve mi ardiente garganta,
y así voy llevando mi mísera alma al infierno.”

(continuará en próximas entregas...)

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Namasté