SER+POSITIVO
Pensé en negarme a firmar la venta como parte de los herederos de mi madre y así evitar la transacción que tenían ya adelantada mis familiares, pero luego sentí que mi precaria condición económica así como mi deteriorada salud no me hacían un buen contendor para esa difícil batalla familiar y legal. Es por eso que en contra de las recomendaciones que me hacía mi abogado de oponerme a la venta para preservar mi seguridad de vivienda, decidí firmar y así permitir que siguiera su curso la negociación aunque con esa decisión estaba quedando en la calle, como en efecto sucedió.
En diciembre del año 2014 decidí mudarme a la Posada Las Morochas propiedad de la Sra. Ana Lucía Ramírez viuda de Peña donde permanecí hasta el mes de Mayo del año 2017 pasando lo que serían los 30 meses más tranquilos y felices de mis últimos días de vida, viviendo como un lobo estepario, solo, con dos almas dentro de un solo pecho, tratando de reconciliar al hombre y al lobo o tal vez dejando que finalmente uno de los dos prevaleciera y lograra imponerse sobre mis angustias, mis temores y sobre mis debilidades…
En agosto del año
2014 me vi obligado por las circunstancias a salir de mi “zona de confort”,
pues mi padre y hermanos decidieron vender el apartamento donde yo había vivido durante los últimos 15 años, el cuál era propiedad de mi mamá, quién falleció en
agosto del año 2011
Llegado el momento de afrontar la realidad de que debía abandonar la que había sido mi vivienda durante los últimos 15 años y sin la posibilidad de poder adquirir o alquilar una vivienda alterna, me vi sometido a una profunda presión psicológica con su carga de ansiedad, angustia y depresión ante tales acontecimientos. El fantasma de mis ideas suicidas reapareció con su acostumbrada vehemencia y estuve a punto de entregarme a sus deseos pero una vez más prevaleció mi instinto de supervivencia...
Mamá en la clínica Atias – año 2004
El hecho es que
pasados estos tres años después de la muerte de mamá ellos decidieron de manera
unilateral vender el apartamento que me servía de vivienda, donde había
compartido con mi madre sus últimos años de vida a mi lado, brindándole los
cuidados y compañía que mis hermanos no pudieron ofrecerle en su enfermedad y
vejez como lo hubiese hecho cualquier buen hijo con su progenitora en esas
circunstancias. Solo conté con la ayuda de Milagros Verde para atenderla, y con
la ayuda económica incondicional de parte de mi padre, quién periódicamente
venía a visitarla y que cuando mi salud me impidió seguirla atendiendo se la
llevó con él a Valle de La Pascua con su “otra” familia junto a mis hermanitas guariqueñas (por parte de padre) Francis Belén y Victoria Valentina (y a su
hermana Lizbeth, que sin ser hija biológica de papá, el asumió criarla y darle
su apellido) donde mamá pasó sus últimos años hasta que tuvimos que trasladarla
nuevamente a Caracas, en Julio del año 2011 en unas condiciones de salud muy
precarias y bastante comprometida, debiendo hospitalizarla en el Hospital
Militar de Caracas, donde falleció el 14 de Agosto del año 2011.
Es así como el día
04 de Agosto del año 2014 salgo del apartamento del Celeste en Montalbán, con
mi carro lleno de equipaje y con rumbo al litoral central para ordenar mis
ideas y decidir qué camino inmediato tomaría en esta “aventura gitana” o mejor
dicho de “homeless” que recién comenzaba.
Debo mencionar que
en los días previos a la firma definitiva del documento de venta en el registro
principal, surgió el ofrecimiento por parte de mi padre que él me ayudaría con
un aporte económico, adicional a lo recibido sobre mi parte de la venta, para
así facilitarme una eventual adquisición de una modesta vivienda en Barinas o
en algún otro lugar para solucionar mi problema de vivienda. De igual manera mi
hermana Elizabeth Coromoto me ofreció la posibilidad de alquilarme un anexo en
una casa propiedad de su esposo en la quta. Lurgema en La Paz.
Para no entrar en un
recuento nada grato para mi memoria de estos acontecimientos, solo quiero
reiterar que ninguno de estos ofrecimientos llegó a hacerse realidad, ni el
anexo en alquiler de mi hermana, lo cual me obligó a tener que regalar una
parte de mis enseres personales que había dejado para llevarlos al citado anexo
y tampoco el ofrecimiento de mi padre de ayudarme económicamente para comprar
una vivienda; debo comentar que incluso llegué a concretar un par de
potenciales compras en Barinas, con la cantidad que tenía producto de la
“herencia” de mamá, pero por no tener la cantidad requerida para poder realizar
la compra, tuve que abortar las negociaciones ante las evasivas respuestas de
parte de mi padre para el aporte de la ayuda adicional ofrecida.
En vista de todo lo
antes mencionado y luego de pasar unos agradables días en la playita para luego
despedirme de mi ciudad natal, viaje el 13 de agosto con destino a Barinas y me
alojé durante casi tres meses en la finca de mi amigo Domingo Ostuni en La
Vizcaína en las afueras de la ciudad de Barinas, después de haber dejado todas
mis pertenencias en la casa de Gretty y Vanessa, decidí emprender un
viaje-aventura, como un lobo estepario hacia mi amado páramo andino merideño y
así lo hice a finales de Octubre del año 2014.
Me alojé unos días
en una hermosa posada en las afueras de Santo Domingo, en el sector el Baho, en
la Posada Los Ángeles de la familia Rivas.
Estaba decidido a
pasarla muy bien y a disfrutar de ese regalo que me estaba ofreciendo la vida
al permitirme estar en una de las zonas de mi mayor agrado en Venezuela, en el
páramo andino, a dónde tantas veces fui en mi infancia y en mis vacaciones con
mi primera esposa y antes de casarme con mi segunda esposa, es decir un lugar
del cual atesoro hermosos y muy gratos recuerdos; allí estaba nuevamente.
Octubre 2014
Después de pasar
varios días como un turista adinerado decidí buscar un alojamiento más
económico en el propio pueblo de Santo Domingo de Guzmán, en el municipio
Cardenal Quintero de él estado Mérida.
Noviembre 2014
Home New Home
Allí conseguí una
modesta pero cómoda habitación en alquiler en la casa de la Sra. Matilde y el
sr. Ismael Monsalve, en la que estuve viviendo durante casi tres meses, al
estilo de Harry Haller…
Habitación Posada Las Morochas
Hermosa vista desde el frente de la posada
Vista desde el cerrito de la posada las Morochas y parte de Santo Domingo
Fueron casi tres años viviendo entre la paz y tranquilidad de las
montañas, las cuales tuvieron un efecto terapéutico sanador sobre mi persona,
ya que mis dolencias físicas y espirituales se redujeron a su mínima expresión
y puedo decir que en líneas generales disfruté de “buena salud” en mi estadía
en el páramo andino, en el bendito y mágico páramo merideño, entre ríos,
lagunas, neblina y montañas pude encontrarme conmigo mismo y disfrutar de la
paz y tranquilidad que brindan las mágicas tierras merideñas.
Hotel Moruco – Sto. Domingo
Terraza del Hotel Moruco – año 2016
Laguna de Mucubaji - 2015
Año 2015
Allí puede realizar unos magníficos paseos y excursiones por toda el
hermoso páramo andino, disfruté viviendo como un montañista e incluso me compré
una moto enduro para disfrutar de aquellos parajes a donde no podía llegar en
mi carrito. De verdad que le agradezco a Dios y a la divina providencia por
haberme brindado ese anhelado regalo de mi feliz permanencia en esas mágicas
montañas merideñas, un regalo que me llevo atesorado en lo más profundo de mi
corazón. Como diría mi gran amigo y antiguo jefe el ingeniero Tulio Armando
Maldonado Villanueva:
-“Nadie me quita lo bailao”
Noviembre 2014
Febrero 2016
Vista desde El Collado del Condor – Pico El Águila
Año 2016
Paseo en moto - Año
2016
Año 2016
Marzo 2017
Como todo en la vida tiene su “final”, esa etapa llegó a su fin en mayo
del año 2017, pues por razones económicas me vi obligado a abandonar nuevamente
mi zona de confort en la posada Las Morochas y bajar a Barinas a pedirle albergue
a mi hija Vanessa y a su mamá Gretty, en su casita de Barinas, donde me
encuentro actualmente esperando a ver cómo se resuelve mi dilema existencial...
Octubre 2017
Me siento nuevamente como un “Lobo Estepario” deambulando entre las
tinieblas y sintiéndome un extraño entre mis semejantes, sintiendo que estoy en
el lugar y en el momento equivocado… esperando un final, una liberación que no
llega…
Esto me hace buscar el libro de Herman Hesse y releer algunas páginas y
me permito compartir la siguiente poesía y una reflexión del conocido autor por
la similitud con mi situación y pareciera que fue escrita para mí:
“Yo voy, lobo estepario, trotando
por el mundo de nieve cubierto;
del abedul sale un cuervo volando,
y no cruzan ni liebres ni corzas el campo desierto.
Me enamora una corza ligera,
en el mundo no hay nada tan lindo y hermoso;
con mis dientes y zarpas de fiera
destrozara su cuerpo sabroso.
Y volviera mi afán a mi amada,
en sus muslos mordiendo la carne blanquísima
y saciando mi sed en su sangre por mí derramada,
para aullar luego solo en la noche tristísima.
Una liebre bastara también a mi anhelo;
dulce sabe su carne en la noche callada y oscura.
¡Ay! ¿Por qué me abandona en letal desconsuelo
de la vida la parte más noble y más pura?
Vetas grises adquiere mi rabo peludo;
voy perdiendo la vista, me atacan las fiebres;
hace tiempo que ya estoy sin hogar y viudo
y que troto y que sueño con corzas y liebres
que mi triste destino me ahuyenta y espanta.
Oigo al aire soplar en la noche de invierno,
hundo en nieve mi ardiente garganta,
y así voy llevando mi mísera alma al infierno.”
(continuará en próximas entregas...)
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Namasté