Lao Tse, filósofo y poeta chino del siglo VI a.C., escribió el siguiente relato:
Chuang-tzu y Hui-tzu se encontraban jugando ajedrez. En algún momento Hui-Tzu exclama: “Dices que eres una persona común. Si eres tan común ¿cómo puedes ser tan feliz?”. Chuang-Tzu con la mirada aún en el juego contesta: “Yo soy como cualquiera; solo que no tengo sentimientos de ira, miedo o tristeza. Como no sufro, el bien y el mal no me afectan”.
Hui-Tzu guarda silencio y luego pregunta: “¿Podría realmente existir alguien que no sufre?”. Chuang-tzu responde: “Claro que sí. Cuando tú comprendes la mente, entonces no te encuentras apegado a gustos o disgustos, entonces no te hacen algún daño. Tú simplemente sigues la realidad sin tratar de controlarla. Tan simple como eso”.
Hui-Tzu se detiene y exclama apresurado: “Pero si no sufres para nada, entonces ¿cómo puedes considerarte humano?”. Chuang-Tzu continúa: “¿Es la felicidad inhumana? ¿De dónde proviene el sufrimiento? ¿Podría este existir fuera de la mente?”.
Hui-Tzu se detiene y exclama apresurado: “Pero si no sufres para nada, entonces ¿cómo puedes considerarte humano?”. Chuang-Tzu continúa: “¿Es la felicidad inhumana? ¿De dónde proviene el sufrimiento? ¿Podría este existir fuera de la mente?”.
Hui-Tzu continua con el juego y dice: “No es natural ser feliz todo el tiempo. La rabia y la tristeza son parte de la vida. Solo vivimos dejando marcharse estos sentimientos lo mejor que podemos”. Chuang-Tzu sonríe y luego de beber su té exclama: “Tú tienes una extrañísima manera de ver lo natural. Lo natural es espontáneo, libre. Cuando estamos en claridad, la ira y la tristeza no pueden llegar. Si tomaras menos tiempo pensando y más tiempo investigando tu mente, pararías de hablar así. ¿Cómo puedes vivir dejando marcharse algo que no existe… para empezar?”.
Cuando hablamos de felicidad, ¿ a qué exactamente nos referimos? La podemos definir como el estado de ánimo –condición subjetiva– en el que sentimos satisfacción, gusto o contento por algo o alguien. Este bienestar subjetivo va a influir, de manera indefectible, en la actitud y comportamiento de quien la posee.
Las personas con un grado de felicidad adecuado tienen una postura psicológica y filosófica indispensable para mantener una buena salud física y mental. La visión psicológica formula que las cosas pueden ir bien sin obviar que durante el proceso se puedan experimentar contratiempos y frustraciones. Es sobrepasar las adversidades sin caer en la apatía, desesperación o depresión. La postura filosófica se basa en pensar que vivimos en el mejor de los mundos posibles.
En el mundo occidental, cuando hablamos de felicidad, debemos remontarnos al surgimiento de la ética en la antigua Grecia. En la filosofía griega clásica, y esto debido a la discrepancia entre los pensadores de la época, existen tres posturas en cuanto a lo que significa ser feliz: autorrealizarse (alcanzar sus propias metas), ser autosuficiente y experimentar el placer en lo físico e intelectual.
En oriente, la felicidad se define como una cualidad que va más allá de un estado de ánimo. Se refiere a un estado de armonía interna o sensación de bienestar constante, esto es, que permanece en el tiempo. No tiene ese carácter emocional y efímero de satisfacción tal como se concibe la alegría.
La armonía interna es un estado de equilibrio que nos permite vivir en calma, tranquilidad y en silencio interior a pesar del ruido exterior, de las responsabilidades que nos aturden, de la contaminación y del ritmo acelerado de las cosas. En otras palabras, es paz, silencio y descanso sin importar lo que pasa fuera de ti.
En este plano, cuando hay armonía interna, somos felices, todo consiste en nosotros mismos, lo externo pasa a un segundo plano. Debemos pensar que el estado ideal no es estar armonioso –puede ser efímero– sino ser armonioso cuyo valor está en que este se mantiene allí en el tiempo, para siempre.
Buda Gautama afirmaba que el mundo está lleno de sufrimientos y la raíz de este sufrimiento es el apego a las cosas. La felicidad consiste en dejar caer el apego a todo cuanto nos rodea.
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Namasté