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martes, 15 de agosto de 2017

VENEZUELA DESAPARECIÓ…

SER+POSITIVO
-En mi modesta opinión tal desaparición "física" no se ha producido aún, no obstante es realmente preocupante la percepción negativa y la actitud "perdedora" que han asumido la gran mayoría de nuestros compatriotas producto de la difícil situación que venimos atravesando desde hace bastante tiempo...
Mientras no nos cambiemos el "chip" de la Negatividad que tenemos instalado, mientras sigamos depositando las culpas y errores en "terceras personas", mientras sigamos esperando una solución mesiánica ó mágica a todos nuestros problemas, seguiremos por un sendero que de no conducirnos a la Desaparición física que nos comenta nuestro estimado Miguelangel, sin duda nos llevará a ser un País Triste, empobrecido mental y económicamente, un país deprimido, un país de "No Hay o No Se Puede", un país de perdedores, lleno de quejas y contradicciones, un pobre país...
Debemos aportar Soluciones ante la grave situación que estamos atravesando, debemos ser Productivos y Proactivos en todas y cada una de nuestras actividades y responsabilidades diarias, tener una Mente POSITIVA, salir a "Ganar" con visión de Gol, debemos creer que Si Podemos, que Si Saldremos adelante, debemos imponernos sobre las dificultades (que son muchas) y Cada Uno de Nosotros, sin distingo de ideología, ni de clases sociales, Todos y Cada Uno de los venezolanos Tenemos que poner nuestro "granito de arena" para la reconstrucción de esta Gran Nación que alguna vez conocimos y que ahora anhelamos volver a ser...

Un desgarrador artículo de Miguelángel Landa, escrito en el año 2013 pero con vigencia hoy en día y que nos pone a reflexionar...

VENEZUELA DESAPARECIÓ…
“Lo confieso: no tengo idea en dónde estoy ni para dónde voy. Las que fueron mis referencias para ubicarme en Venezuela han desaparecido. Es como volar en la niebla sin radio y sin instrumentos. Nací y crecí en Caracas pero ya no soy caraqueño: no me encuentro a mi mismo en este lugar convertido hoy en relleno sanitario y manicomio, poblado por sujetos extraños, impredecibles, sin taxonomía...
A lo largo de mi vida recorrí casi todo el país, lo sentí, lo incorporé a mi ser, me hice parte de él. Hoy no lo reconozco, no lo encuentro. El extranjero soy yo. Ocho generaciones de antepasados venezolanos no me ayudan a sentirme en casa. Nos cambiaron la comida, los olores de nuestra tierra, los recuerdos, los sonidos, las costumbres sociales, los nombres de las cosas, los horarios, nuestras palabras, nuestras caras y expresiones, nuestros chistes, nuestra forma de vivir el amor, los negocios, la parranda y la amistad. Forzosamente nuestro cerebro y nuestro metabolismo se fueron al carajo, ese ignoto lugar carente de coordenadas.


Hoy somos zombis, ajenos a todo, letras sin libros, biografías de nadie. Nos quedamos sin identidad y sin pertenencia. Una forma muy ocurrente de expatriarte: en lugar de botarte a ti del país, botaron al país y te dejaron a ti. Hoy Venezuela agoniza en algún exilio, pero no en un exilio geográfico. No. Venezuela se extingue aceleradamente en un exilio de antimateria, sin tiempo ni espacio. Cualquiera sea el intersticio cuántico en donde se desvanece Venezuela, no podremos llegar a él.

El país desapareció de la memoria de las cosas universales; no existen unidades o instrumentos capaces de medir su extraña ausencia. No hay un cadáver que sepultar, ni sombra, huella o testamento que atestigüen una muerte. Todo se perdió en un críptico agujero negro. Más que una muerte, esto ha sido una dislocación en el espacio-tiempo.


Pronto se dirá “¿Venezuela? Venezuela nunca existió.” Se me ocurre que en ausencia de muerte formal procede ausencia de llanto. Aquí no habrá velorio. La cosa no merece ni un palito de ron. Los pocos dolientes potenciales que pudieran darse se irán poco a poco al mismo no-lugar, en donde el país se escurrió para desvanecerse para siempre.

Extraño final para un país. No pudimos ni siquiera ser un Titanic y hundirnos con algo de tragedia y romanticismo. La elegancia no fue precisamente una de nuestras características como pueblo. No tendremos el honor lúgubre de ser Pompeya. No se hablará de nosotros como de Nínive o Troya. Nunca podrá algún Homero contar que tuvimos un Aquiles. No seremos lana para tejer leyendas. Nuestro final solo nos dejará vergüenza”.

Miguelángel Landa
(Escrito el 26 de Julio de 2013)

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Namasté