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domingo, 2 de diciembre de 2012

MEDICINA PARA EL ESPÍRITU FW # 38 - A


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            MEDICINA PARA EL ESPÍRITU
                                  Miguel A. Römer R.
 
                                      

 
                                     LA SALUD INTEGRAL 

                             
                            La Navidad, su Significado y Trascendencia 

Hablar de salud es entrar en un campo de límites imprecisos, sumergidos en una densa  niebla,
motivo por el cual se hace necesario tratar de precisar conceptos.
¿Que entendemos por salud? ¿Acaso el bienestar físico, el no tener consciencia de dolencia alguna?
 Desde una perspectiva estrictamente médica caeríamos en un error.
Hay muchas personas gravemente enfermas, que no tienen consciencia de su enfermedad.  ¿Son acaso saludables?
Pero la situación inversa es valedera.  Hay personas que, sin padecer enfermedad alguna, de acuerdo a los conocimientos actuales,
se sienten enfermas.  ¿Son saludables o enfermas?
Son enfermas... aunque tengan un organismo sano.
El hecho de que su padecimiento no tenga una causa orgánica, no es suficiente para catalogarlas de "sanas".
 Se deduce de lo expuesto, la existencia de "enfermedades"  cuyo origen se encuentra en niveles superiores,
en niveles donde reside la personalidad del enfermo, donde radica su espíritu, donde se generan sus pensamientos y emociones...


                                        
Dejando a un lado el hecho, de que la sensación de bienestar o malestar, puede tener un origen en el bagaje genético de cada quien, en mecanismos bioquímicos a nivel de su sistema nervioso,
es un hecho indiscutible, que la educación, la cultura y las características del medio,
 en el cual la persona se desenvuelve,
juegan un papel de la mayor importancia, en el bienestar o malestar de los individuos.
El ambiente familiar es decisivo en el bienestar o malestar de los hijos, marca  su desarrollo y su conducta futura.
De ese ambiente dependerá, la salud o enfermedad de la generación en desarrollo.

 La sociedad actual, especialmente la del mundo occidental, es una sociedad gravemente enferma,
y es conveniente entenderlo así.  Su enfermedad podemos palparla a diario, en el tráfico,
en el malhumor reinante en una porción importante de la población y, sobre todo,
en el desarrollo creciente de la criminalidad y  de la drogadicción;
cuando la droga se hace necesaria para combatir el profundo malestar interior, la grave "enfermedad",
 que impide al individuo...  encontrar placer en vivir.

 No puede aceptarse como una coincidencia fortuita, que esta enfermedad se haya extendido,
en la medida en que han ido muriendo los valores,  que han servido de sostén espiritual a la raza humana,
los valores culturales de aquí y de allá, con las diferencias inherentes a razas y ámbitos geográficos.
Y es innegable, que esa muerte ha sido ocasionada por el desarrollo, a velocidad creciente, del materialismo,
engendrado por el desarrollo industrial y tecnológico.
Desarrollo en el cual el hombre como tal, deja de serlo, para pasar a ser una pieza de una maquinaria,
de la cual ni siquiera tiene consciencia.
Habiéndose perdido la consciencia y el cultivo de su espíritu,
 este se resiente y enferma, al igual que una planta delicada que se descuida.

 Contribuyen a su enfermedad y decadencia, los mensajes que a diario se  transmiten,
 por las diferentes plantas de televisión,
en los que la violencia, el sexo, la inmoralidad y las bajas pasiones, no contribuyen al bienestar del ser humano;
son mensajes para  el "animal humano", que en mas o en menos, solo dejan un vacío, un malestar indefinido, ubicado en las profundidades del inconsciente, un malestar, de cuyo origen, quienes lo sufren,
 no  tienen la menor idea.

 Los tesoros en el campo del espíritu y de las artes... yacen olvidados en las bibliotecas.
Las nuevas generaciones ya no leen.  No han sido estimuladas a ello.
¿Para que leer "libros obsoletos", escritos por "ignorantes", por quienes no tenían la menor idea,
de las maravillas de la tecnología moderna.
Esa tecnología, creemos, nos ha acercado al nivel de los dioses, ya no hay nada que, mediante ella,
 no podamos lograr.
 ¿Para que mas? ¿Para que hurgar bibliotecas, cuando los medios audiovisuales nos brindan  la droga diaria,
 que embota los sentidos, permitiéndonos voltearle las espaldas  a toda creatividad,
 a plantearse  a las tremendas interrogantes, en relación a nuestra existencia,
 aquella angustia, que a través del amor. encontró sosiego, en el desarrollo de la cultura,
sin la cual no existirían las obras de Miguel Angel, ni las religiones, ni las escuelas filosóficas,
ni las maravillas de la cultura egipcia, de la cultura maya o incaica -para solo citar un par de ejemplos-.
Sin darnos cuenta, hemos ido cayendo, cada vez mas hondo en el abismo, en las tinieblas de la barbarie.

 Estas reflexiones, íntimamente ligadas a la salud integral del ser humano, vienen al caso,
 con motivo de las cercanas navidades, a los dos mil ocho,  del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo.
La navidad no es otra cosa que una conmemoración de este trascendental acontecimiento.
La conmemoración de algo, que cambió la historia de una parte significativa de la humanidad;
un acontecimiento que señaló un camino, la razón de nuestra existencia y las consiguientes normas de conducta.
Es la ocasión para meditar, en el seno íntimo de la familia, sobre este insigne acontecimiento,
el momento de hacer una revisión de nuestras metas y conductas,
de estrechar los lazos de amor, de perdonar,  de reafirmar los buenos propósitos, de buscar la paz interior.
 
Los reyes magos le llevaron ofrendas al niño recién nacido, en señal de reconocimiento,
 como un símbolo de su adoración.
 ¿Que hacemos hoy en día?
Enseñamos a los niños, a que le pidan regalos al niño Jesús, regalos materiales, juguetes,
 mientras mas costosos, mejor.
Hemos caído en el materialismo mercantil, para beneficio de quienes fabrican y venden los juguetes.
¡En lugar de hacerle una ofrenda a Jesús, le pedimos que nos colme de bienes materiales y efímeros!
¿No le estaremos ofendiendo con esto?
El no vino al mundo a ofrecer bienes materiales, vino a todo lo contrario, a proclamar el desprecio de los mismos.
 Pidámosle que nos ayude a que haya paz y amor en nuestros corazones, que seamos cada vez mejores cristianos,
leales, honestos, buenos ciudadanos.

 Si queremos contribuir en algo, a la buena salud de la sociedad actual,
 una sociedad que como dijimos anteriormente,
 se encuentra severamente amenazada, aprovechemos estas navidades para exaltar nuestra parte espiritual,
para estimular a otros a que hagan lo mismo.
Es hora de pensar al respecto, de cambiar de mentalidad.
 
Existió a principios de siglo antepasado- acá en Venezuela- un hombre culto,
que no hacía regalos a sus hijos con motivo de las navidades, ni tampoco en el día de cumpleaños;
en cambio, cuando descubría que alguno de ellos tenía un especial deseo, procuraba complacerlo.
No admitía que, con motivo de una fecha determinada, se regalase por regalar; objetos innecesarios,  inútiles muchas veces.  

 Mientras la humanidad, y en especial sus dirigentes, no entiendan la gravedad de la situación social, 
no querrán comprender, que se trata de una enfermedad, que está corroyendo lo mas preciado que tiene el hombre, 
su espíritu, su corazón,  lo que lo diferencia de los animales. 
Así, nútiles serán los esfuerzos y el dinero invertido, en acabar con el consumo de drogas.  
Atacar los síntomas de una enfermedad, sin erradicar sus orígenes, 
contribuye a que  esta se perpetúe y se desarrolle.  
 
 El materialismo occidental deslumbra a las masas, y se está extendiendo a todo el mundo.  
Está destinado al mas rotundo fracaso.  
Ya son de la mayor gravedad los daños en la capa de ozono, y el desastre ecológico en pleno desarrollo. 
Tal como está planteada la situación en relación a la malaria, al cólera, al SIDA, y a tantos otros cataclismos, 
solo la toma de consciencia de cada individuo, y la colaboración activa de cada uno, 
tiene posibilidades de lograr, el cambio que se necesita con urgencia, 
antes de que sea demasiado tarde, si es que todavía hay tiempo.
 

                                                  Miguel Alejandro Römer
 
                                     *******


Madura es la persona
 … que a si misma se ama. 
Solo ella es capaz 
 … de un verdadero amor brindar…
 ¡compartiendo el que tiene!

oooOooo

MEDICINA PARA EL ESPÍRITU
Miguel A. Römer R.
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Un oasis en medio de un ambiente, hostil, alienante, deprimente.
Un granito de arena… por un mundo mejor.
Ayudando a despertar.

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