Siempre el propio mar decantara la sal que le sobra. Es la frase perfecta para darle apertura a la sección de hoy, sabemos que la paciencia y la calma son virtudes que difícilmente tienen muchos discípulos; pero cuando entendemos que solo desde esos dos espacios podremos vislumbrar el faro que ilumina cualquier eventualidad disfrazada de oscuridad, la luz deja de ser tenue y vendrá mas pronto de lo esperado.
La semana pasada tuve oportunidad de escuchar a una persona recién diagnosticada y a otra en espera de cumplir el periodo de ventana para obtener un resultado confiable. Ambos en estados incontrolables de ansiedad y desesperanza, perturbados por la consecuencia de tener relaciones sexuales sin protección y de brindar confianza desmedida.
Realmente es difícil escuchar el sonido de voces desconsoladas y disculpen si les parezco dramático pero, en verdad, fue así. Son muchos sentimientos que hacen mella en el espíritu de una persona suscitada por el VIH o el SIDA, sea tocada directa o indirectamente; sentir la sombra del estigma y las preconcepciones afectan duramente el comienzo de vivir con el VIH.
Y es así, VIVIR con el VIH, no significa morir por una “enfermedad”, dar por sentado que nuestro recorrido en la vida se ha acabado, que la lastima inunda nuestra alma y que la culpa castiga o sanciona el porvenir. Una persona con el VIH puede vivir y tiene el deber de vivir mejor que antes, de interpretar el cambio radical que sucede después de un diagnostico positivo como la oportunidad de saber valorar lo que hasta ahora no habían notado. Sea cual sea la circunstancia que nos toque vivir, debemos saber que todos tenemos fecha de vencimiento y que por lo tanto, la solución a nuestras batallas personales están solo en la capacidad propia de ser optimista y de encontrar la luz que siempre estará.
El VIH tiene un proceso natural de desarrollo en nuestro organismo explicado médicamente pero también desencadena al ser anunciado, fases psicológicas y/o emocionales resumidas en la palabra duelo. Notemos ese duelo desde la óptica de una persona VIH+ :
NEGACIÓN Y AISLAMIENTO: La negación es la primera reacción que tenemos, no solo ante la muerte, sino a lo que nos duele y nos es difícil de aceptar. Hacemos lo necesario para que, esto que pasa, no sea verdad, tratamos de buscar otras explicaciones que digan lo contrario, es decir ¡no es cierto!, ¡no es verdad! Nos aislamos de las personas para que no nos vean o nos tengan lastima.
IRA: La ira sustituye a la negación. En esta fase se da cuando las personas empiezan a ver, realmente, lo que les esta pasando. Se tienen sentimientos de ira, de rabia, coraje, resentimiento contra la vida, con ¡Dios!, preguntándose, ¿Por qué yo?, ¿Por qué me pasa a mí? Las personas interrumpen sus actividades, proyectos que se habían fijado y el ya no poder terminarlos causa frustración por algo que no se va a terminar.
PACTO: En esta fase la persona trata de negociar, su posible cura, por medio de un pacto, con ¡Dios!, este acuerdo es para posponer la muerte y alargar la vida, haciendo hincapié en lo bueno que ha sido o se ha portado. Es como un premio a esta “buena conducta” que ha tenido. Se pide que se le conceda hacer algo una vez más, aunque se a la última (dependiendo de su profesión o gustos) y fijan un plazo. Hacen la firme promesa de que si se les concede no pedirán nada más.
DEPRESIÓN: La persona ya no niega su condición y se va debilitando, es invadido por una sensación de pérdida. Es importante que la persona exprese el dolor que le provoca esta pérdida, si lo hace, será más fácil llegar a la aceptación al fin, sin que se le diga “animo”, “tu puedes” o “ya no estés triste” todo “va a pasar”.
ACEPTACIÓN: En esta fase la persona llega a la aceptación de su condición el enojo habrá desaparecido, ya no le dolerá ver a gente sin el VIH. Estará débil, cansado pero encontrará paz por lo que su capacidad de interés se vera disminuido y entonces quienes necesitaran la ayuda serán los familiares. La persona se limita a descansar, a dormir, a mitigar el dolor que pueda estar causando conocer su diagnostico.
De esta manera, saber que cada persona decidirá el tiempo que tendrá cada fase es indispensable, depende solo de él o ella saber cuanto tardará para llegar a la aceptación de su diagnóstico y de su nueva forma de vida. Yo les diría que: por sobre todas las cosas la fe en Dios debe prevalecer siempre y aunque aun no haya una cura hay formas viables y muy esperanzadoras de vivir junto al VIH. Un gusto dejarles con esta sección, me despido hasta el próximo viernes.
Abg. Luis Lara Luna | Presidente.
Fuente: saptel.org.mx
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Namasté