Cuando el otro día leí esta frase en un ensayo del filósofo contemporáneo francés André Comte-Sponville llamado “Ni el sexo ni la muerte” supe enseguida que tenía que titular así un post, aunque solo fuera por el placer de hacerlo ahora que estamos en tiempo de calor.
Creo que lo mejor es transcribir parte del capítulo en el que estaba esa frase:
“Dice Schopenhauer: La sexualidad, si se considera desde un punto de vista biológico, está al servicio de la especie y no del individuo; y está al servicio de las futuras generaciones, y no de la actual; y de los genes, diríamos hoy en día, y no de la felicidad. La felicidad trae sin cuidado a la naturaleza, e incluso nuestro placer no es para ella más que una cantidad despreciable. Pero ésa no es una razón para renunciar a la felicidad, ni al placer, ni al amor.
(…)
¿Qué todo esto acabará? ¡Esa es precisamente la prueba de que existe! El deseo no necesita tener razón, le basta con existir para valer y dar valor a su objeto. ¿Quién desea morir cuando está empalmado? ¿Quién piensa que todo vale cuando está haciendo el amor?
(…)
¿Que la sexualidad está al servicio de la especia y no del individuo? Son entonces los individuos quienes deben poner a su servicio la sexualidad y, dentro de la pareja, al servicio el uno del otro.
¿Qué cualquier pasión contiene una parte de ilusión, de inconsciencia, de quimera? Por eso la pareja, cuando es feliz, es algo tan valioso; porque ha aprendido a atravesar la ilusión, a amar la verdad del otro, y no los sueños que se tenían de él, porque permite elegir cada día, conscientemente, voluntariamente, al menos en parte, a aquél o aquélla al que nuestro inconsciente, quizás eligió antes que nosotros; porque transforma la pasión en acción.
¿Qué a la naturaleza le trae sin cuidado nuestra felicidad? Es tarea de la cultura o del espíritu, en cada uno de nosotros, velar por alcanzarla.”
AUTORA: NATALIA GÓMEZ del POZUELO
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