¿Por qué la primavera la sangre altera? 
Ya está aquí. Hemos entrado de lleno en la primavera y nuestro cuerpo ya comienza a notarlo. La radiación solar aumenta y, gracias a ella, nuestro organismo experimenta una transformación a nivel hormonal muy interesante que hace que aparezcan una serie de cambios importantes en nosotros. ¿Qué ocurre ahí adentro?
Tras unos meses de invierno en los que predominaron la oscuridad y el frío más que la luz y el calor, nuestro cuerpo se ha mostrado a veces como anquilosado, tenso por las bajas temperaturas y con un control de nuestra grasa corporal que le permitiese salir victorioso de dicha estación.
Ahora, con un Sol más cercano y con unos días más largos, nuestras hormonas comienzan a revolucionarse. Uno de los cambios más relevantes es el que afecta a la melatonina, una hormona sintetizada a partir de la serotonina y que es la encargada de regular nuestros ciclos de sueño y nuestro estado de ánimo. De hecho, es segregada durante la noche para ayudarnos a dormir.
Al llegar la primavera y percibir más cantidad de luz a través de nuestra retina, dicha hormona se produciría en menor medida, haciendo que durmamos menos. Es precisamente esta alteración de nuestro ritmo circadiano la que podría estar influyendo en la aparición de un mayor número de casos de trastornos de ansiedad en esta estación, aunque esta es una hipótesis que no está del todo clara.
Por otro lado, nuestro ánimo tiende a mejorar, sintiéndonos más enérgicos y con ganas de hacer cosas y de salir a relacionarnos y disfrutar. A ello también contribuiría la mayor secreción de feromonas, unas hormonas encargadas de atraer a otros seres vivos de la misma especie.
Otra serie de sustancias químicas tales como la oxitocina, la dopamina y la noradrenalina también se verían afectadas, influyendo positivamente en nuestro humor.
En resumidas cuentas, la entrada en la primavera, al suponer un cambio relativamente brusco, hace que nuestro cuerpo “despierte”, mediante un proceso de adaptación que puede resultarnos algo difícil, pero que sin duda acaba resultándonos muy beneficioso.
Fuente: http://www.somospsico.com/
Tras unos meses de invierno en los que predominaron la oscuridad y el frío más que la luz y el calor, nuestro cuerpo se ha mostrado a veces como anquilosado, tenso por las bajas temperaturas y con un control de nuestra grasa corporal que le permitiese salir victorioso de dicha estación.
Ahora, con un Sol más cercano y con unos días más largos, nuestras hormonas comienzan a revolucionarse. Uno de los cambios más relevantes es el que afecta a la melatonina, una hormona sintetizada a partir de la serotonina y que es la encargada de regular nuestros ciclos de sueño y nuestro estado de ánimo. De hecho, es segregada durante la noche para ayudarnos a dormir.
Al llegar la primavera y percibir más cantidad de luz a través de nuestra retina, dicha hormona se produciría en menor medida, haciendo que durmamos menos. Es precisamente esta alteración de nuestro ritmo circadiano la que podría estar influyendo en la aparición de un mayor número de casos de trastornos de ansiedad en esta estación, aunque esta es una hipótesis que no está del todo clara.
Por otro lado, nuestro ánimo tiende a mejorar, sintiéndonos más enérgicos y con ganas de hacer cosas y de salir a relacionarnos y disfrutar. A ello también contribuiría la mayor secreción de feromonas, unas hormonas encargadas de atraer a otros seres vivos de la misma especie.
Otra serie de sustancias químicas tales como la oxitocina, la dopamina y la noradrenalina también se verían afectadas, influyendo positivamente en nuestro humor.
En resumidas cuentas, la entrada en la primavera, al suponer un cambio relativamente brusco, hace que nuestro cuerpo “despierte”, mediante un proceso de adaptación que puede resultarnos algo difícil, pero que sin duda acaba resultándonos muy beneficioso.
Fuente: http://www.somospsico.com/
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Namasté