Mira a tu alrededor. ¿Qué ves? Puede que te encuentres en el trabajo mientras lees esto, en casa, o tal vez en algún otro lugar. No es importante realmente, tan sólo toma consciencia de ese lugar y siéntelo... ¿Hay gente a tu alrededor? ¿Qué hacen? Dedica unos minutos a observar, a admirar sus intentos por disfrutar en todo lo que hacen aún a pesar de que puedan tener algún miedo.
Aprecia a cada persona a la que tienes alrededor, si estás sólo ahora seguro que ya sabes en quién pensar. En lugar de estar molesto o disgustado por las cosas que no hicieron o hicieron mal desde tu punto de vista, haz un ligero esfuerzo por centrarte en aquello que sí hicieron. De ambas cosas puedes aprender. Los demás son verdaderos espejos para nosotros y es muy positivo el acostumbrarnos a ver cada suceso, cada acontecimiento como una magnífica oportunidad para valorar lo que tenemos y también para ver qué podemos mejorar.
Ahora repite este ejercicio contigo mismo. ¿Qué ves en ti? ¿Estás disfrutando? Permítete el seguir aprendiendo cada día un poco más en tu vida, permítete equivocarte, permítete caer pero sobre todo permítete levantarte. Toma aire profundamente, inspirando un profundo aliento de gratitud por todo lo que las experiencias de tu vida te van enseñando. Exhala ahora toda esa gratitud transformada en compasión, en empatía y en comprensión hacia los demás. Recuerda que el mundo se presentará ante ti tal y como tú mismo hayas decidido verlo, así que enfoca tus energías en ver lo positivo.
Para terminar, libérate de cualquier crítica que puedas tener hacia ti mismo. Estás aquí para aprender y no hay realmente una forma correcta de hacer las cosas. Eres tú mismo quien va guiando tu barco, y quien decide hacia donde va a llevarlo aún a pesar del oleaje.