LA ALTERNATIVA AL PERFECCIONISMO
Hoy os propongo un sencillo ejercicio destinado a aquellas personas excesivamente perfeccionistas, cuyo temor a equivocarse acaba por paralizarlas más a menudo de lo que les gustaría.
Se trata de que, durante al menos una semana, la persona se proponga cometer cada día un pequeño desliz: llegar tarde a una cita, cometer un pequeño error en el trabajo, invitar a alguien y luego no tener suficiente dinero, etc. Por supuesto habrán de tolerar todas las reacciones que lleven consigo este reto.
La idea de esta práctica es que nos demos cuenta de que, a menudo, las consecuencias que tememos que ocurrirán a causa de nuestros errores no resultan tan dramáticas como habíamos imaginado. Además, ganaremos en flexibilidad de respuesta y en la generación de soluciones alternativas cuando las cosas no salgan exactamente como habíamos planeado.
Normalmente, la autoexigencia y el deseo de contentar siempre a los demás suponen una sobrecarga y un coste elevado, dándonos cuenta de que nunca parece ser suficiente lo que hagamos al respecto. La respuesta habitual de las personas excesivamente perfeccionistas ante estos casos es redoblar los esfuerzos para equivocarse menos y tratar de hacerlo aún mejor, aunque no tardan mucho en darse cuenta de que estos intentos resultan vanos.
En definitiva, lo que buscamos con este ejercicio es lograr ser un poco más despreocupados, aceptando de lleno nuestra condición humana y, por tanto, no exenta de fallos. El objetivo de esta tarea, que en realidad habría de tratarse más bien de una forma de vida, es que grabemos a fuego que lo importante no es acertar siempre, sino ser capaz de intentarlo, arriesgar e incluso saber sonreír a las pequeñas meteduras de pata.
FUENTE: www.somospsico.com
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Namasté