“La dicha de la vida consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar y alguna cosa que esperar.”
Esta genial frase del escritor y teólogo escocés Thomas Chalmers, bien resume lo que podríamos considerar los ingredientes para una vida plena. Si la analizamos con detalle, nos damos cuenta de que estos principios no son nada del otro mundo, en realidad son bastante obvios y sencillos, y llevados a cabo con constancia, dedicación y entusiasmo nos llevarán por el sendero correcto en nuestras vidas.
Empecemos por el principio. Según la frase, hay que tener siempre algo que hacer. En realidad, si nos paramos a pensarlo, siempre estamos haciendo algo. No es posible estar sin hacer nada, incluso al dormir estamos haciendo algo. Sin embargo, la esencia de esta afirmación está en hacer cosas llenas de sentido, llenas de valor. En definitiva, dedicar tiempo a hacer cosas que sabes que darán un resultado, a veces más pronto y a veces más tarde, pero hacerlas con la convicción de estar avanzando.
En realidad, la idea es mantener un equilibrio entre el punto en el horizonte hacia el que nos dirigimos haciendo ese algo y el punto en el que nos encontramos, es decir, disfrutar de la actividad en sí misma sin distraernos demasiado pensando en para qué la hacemos. Claro está que no todo lo que hacemos ha de dedicarse a un fin en particular, sencillamente podemos deleitarnos con lo que hacemos sin unas expectativas concretas.
Segunda parte. Alguien a quien amar. Los sentimientos de amor hacia alguien nos llenan de vitalidad y dotan de sentido a nuestra vida. Gracias a ello damos lo mejor de nosotros mismos, y dejamos de lado aunque sea por un rato nuestra mentalidad a veces egoísta y centrada en nuestro beneficio. Al darnos cuenta de que al entregarnos a una persona (o a varias) con todo nuestro ser, el beneficio indirecto es mucho mayor que aquel experimentado por la autogratificación. Te animo a hacer la prueba. Pon en marcha actos de amor y bondad hacia los otros y párate a notar cómo te sientes y cuánto dura esa sensación. Luego compárala con cualquier otra derivada de la que proporciona algún acto material, algún aspecto de superación personal o destinado a engordar tu “nombre”. ¿Notas la diferencia?
Para terminar, alguna cosa que esperar. La expectativa es la llave de la vida. Una espera paciente, convencida y entusiasmada nos hace necesitar días para que algo ocurra, y aleja a la muerte por un tiempo. No es nada fantástico ni ficticio el decir que las personas que no esperan nada mueren antes, enferman antes o sufren más. Lógico, ¡el sentido de nuestras vidas es lo que nos mantiene vivos!
Por lo tanto, una adecuada expectativa, la cual puede por supuesto ir acompañada del correspondiente esfuerzo en esa dirección, puede ser muy dulce. De hecho, y animo de nuevo a hacer la prueba, una espera entusiasta y abierta puede ser más placentera que la meta en sí misma. De hecho, vivir en un estado de expectativa constante y muy atentos a nuestro entorno puede hacernos darnos cuenta de cosas que otras personas que viven más en “la mente” se pierden.
Gracias Thomas por tan iluminadas palabras…
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Namasté