Imagina que eres un jardinero que adora su jardín. Te encanta cuidar de tus plantas, regarlas, podarlas, y nadie más que tú tiene esa responsabilidad. Ahora supón que esas plantas son aquellas cosas más importantes de tu vida... ¿cuales serían esas plantas? ¿cómo son? ¿tienen flores? ¿huelen bien? ¿las estás cuidando cómo deseas? Claro que no siempre dan flores en el sitio que quieres ni justo en el momento deseado. Quizá estés gastando demasiado tiempo en una planta del jardín y esté dejando de lado las otras. Obsérvalas y ellas mismas te lo dirán.
Cómo bien sabes, en los jardines a veces crecen malas hierbas. Imagina que las cortas en cuanto las ves, pero pronto observas que vuelven a crecer por más que te afanas en remediarlo. Lo que quizá no sepas es que, a veces, las malas hierbas favorecen el crecimiento de las otras plantas, bien porque dan espacio para que estas crezcan, porque hacen surcos, etc. Puede que esas malas hierbas tengan cierto valor para que las demás se desarrollen.
También puede ocurrir que las plantas que deseas tengan partes que no te gustan pero que sirven, como pueden ser las espinas de un rosal. A pesar de esto, siguen siendo tus plantas favoritas, las que tú has elegido, y tu ocupación en la vida es plantar aquellas semillas de las que más te gusten y mantener aquellas que ya germinaron.
Quizá sea el momento de contemplar atentamente tu propio jardín, reflexionando acerca de si te compensa dedicar demasiado tiempo a arrancar las malas hierbas y luchar por que no vuelvan a salir, o si por el contrario te ayudaría el tratar de descubrir para qué sirven, en qué ayudan a las otras plantas y cuál es su verdadero valor. Al hacerlo, sentirás la alegría que da el ver cómo crecen aquellas cosas que tú mismo has creado.
Posted: 27 Aug 2012 07:36 AM PDT
FUENTE: www.somospsico.com
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