Científicos de la Universidad de Brighmam Young en los Estados Unidos han determinado que la falta de amistades es tan nocivo como fumar 15 cigarrillos al día. Tal vez esta comparación suene exagerada, pero lo que sí es cierto es que tener amigos es uno de esos factores vitales que influyen en nuestra felicidad...
Al salir de tu país de origen no solo dejas sus costumbres, olores, gastronomía típica y familia, sino que te desprendes de aquellas personas que compartieron momentos maravillosos de tu infancia, adolescencia y vida profesional. Es decir, tus amigos.
Esas personas que formaron parte de momentos especiales en tu vida se quedan junto a esa Patria prendida en tu corazón como un broche de oro. Algunas continúan presente, otras desaparecen en la distancia. A estas últimas quiero referirme a propósito de un reencuentro reciente con una vieja amiga a quien no había visto desde hacía 20 años, y a quien recientemente me encontré en una fiesta a la que asistimos por esas cosas del destino.
Me costó reconocerla al principio, pero al escuchar su voz y expresión, recuerdos hermosos y divertidos que compartimos hace tanto tiempo volvieron a mi mente e inmediatamente se dio la conexión. 20 años de distancia se convirtieron en un día y la diversión continuó intacta y sólida como en los viejos tiempos.
Ella, junto a otros compañeros de trabajo, formamos un vínculo muy fuerte en una época donde pasábamos más tiempo en la empresa que en nuestros hogares. Allí compartíamos vivencias, experiencias personales y hasta frustraciones por lo se creo un nudo fuerte e irrompible, que se quedó allí estacionado muy fuerte.
La amistad es definitivamente terapia pura y de la buena. No hay mejor analgésico que la compañía de un amigo cuando acudes a un doctor, no existe mejor confidente de tus travesuras que ese amigo que las compartió contigo. La amistad es un intercambio de alegría, buena vibra y energía, y al mismo tiempo es un consuelo para el estrés, la tristeza y la infelicidad.
Pero quizá lo más importante de nuestros amigos es que se quedan allí, preservados, como en espera de que algún día se produzca algún reencuentro que nos permita seguir compartiendo aquello que sembramos muchos años atrás. Como sucedió con mi amiga. Eso es lo mágico de la amistad.
Así que si tenemos a alguien con quien pasamos ratos de alegría, e intercambiamos risas y confidencias hay que tratar de mantenerlo, y si tenemos alguien o varios que ya valgan la pena, pues intentemos no perderlos nunca.
FUENTE: http://www.inspirulina.com/el-eterno-carino-de-la-amistad.html
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