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miércoles, 4 de julio de 2012

Claves para hablar en público


Las 7 claves para hablar en público sin nervios.

Dicen que el miedo a hablar en público es uno de los temores más extendidos en la sociedad occidental, no sé si será así, pero es cierto que a muchas personas les cuesta ponerse delante de una audiencia y transmitir de forma convincente sus ideas; he visto excelentes presentaciones pasar desapercibidas por los nervios del orador.
En cambio hay herramientas sencillas para evitar los nervios cuando uno va a hablar en público, ya sea en una ponencia, en una presentación, en la comunidad de vecinos, en una reunión o en una boda.



1.       Piensa: ¿A qué le tienes miedo?
¿A hacer el ridículo, a que se rían de ti, a tartamudear, a perder prestigio profesional? Son cosas que nunca pasan. ¿A cuántas personas conoces a las que hayan despedido de su empresa por no hablar bien en público?
Si tu miedo es a quedarte en blanco, lleva notas, si es a que no te funcionen los medios audiovisuales, lleva un plan B, es decir, si se trata de cosas que realmente pueden pasar, toma las medidas necesarias para reducir esa posibilidad al mínimo.
2.       Gánate a la audiencia con una buena introducción
Los primeros segundos son muy importantes para causar una buena impresión:
- Preséntate (si no lo ha hecho ya otra persona)  con un par de frases que te sepas de memoria.
- Busca una frase o cita ingeniosa que tenga que ver con el tema: así rompes el hielo y consigues la atención de todos.
- Si no te sientes capaz, puedes utilizar un video como introducción, así los primeros minutos no tienes que hablar y tus nervios se irán calmando sin que te des cuenta.
La introducción, elijas la modalidad que elijas, tendrás que ensayarla un montón de veces, es la mejor forma de que salga bien.
3.       Cuanto mejor te lo sepas, menos nervios tendrás.
Si es un tema que dominas, mejor. Además, ensaya y visualízate haciendo la charla. La visualización, según estudios realizados con deportistas funciona, en gran medida, como el entrenamiento.
4.       Si te da un ataque de pánico en medio de charla:
Respira, mira tus notas, bebe agua y sonríe. Luego retoma tu charla a un ritmo lento. Verás como en seguida todo vuelve a fluir.
5.       “Antes muerta que sencilla”
No se te ocurra jamás decir frases del tipo: “Ay qué nervioso estoy” (ni siquiera cuando llames a la radio) o “Me he perdido” o “Me he equivocado”. ¡No! Si te pierdes, te equivocas o estás nervioso, te lo callas, es muy probable que un porcentaje altísimo de la audiencia no se haya dado ni cuenta, ¡no se lo hagas notar tú!
Y por la misma razón, a mis alumnos de Hablar en público: exponer y convencer les digo siempre que lleven sus notas en una tarjeta, nunca en un folio, porque si estás nervioso y te tiemblan las manos, el folio multiplicará el movimiento y todo el mundo estará más pendiente de tus nervios que de lo que dices.
6.       Engáñate a ti mismo. ¡Funciona!
La audiencia no suele notar los nervios del ponente, o los nota mucho menos que él mismo, por tanto: olvídate de ellos, haz como si no existieran. Parecerá una tontería pero es el mejor remedio contra los nervios. ¿Que te tiembla la voz? Ni caso, ya se pasará. ¿También te tiemblan las manos? Las colocas un rato en la espalda y sigues como si nada. Piensa que no estás nervioso, solo estás PREPARADO, con la adrenalina suficiente para que salga todo rodado.
7.       Y pase lo que pase, ¡sonríe!
Piensa que la gente está ahí porque le interesa el tema, por lo que, aunque estés algo nervioso no les va a importar si lo que dices es interesante, así que por favor ¡sonríe! Somos mucho más benevolentes con una persona que sonríe.
A hablar en público se aprende hablando en público, por eso, cada vez que tienes que hacerlo, es una oportunidad para mejorar. ¡Aprovéchala!

Los errores más comunes al hablar en público

Hay veces que se aprende más de los errores que de los aciertos, por eso hoy vamos a centrarnos en lo que conviene evitar cuando uno habla en público.
  • No saber lo que quieres conseguir. No puedo enfocar mi charla igual si lo que pretendo es informar, vender, convencer, ganar prestigio o ganar dinero… Si tú no lo tienes claro es realmente difícil que lo consigas.
  • Que tu discurso y tu imagen no se ajusten a la audiencia. No es lo mismo hablar ante un grupo de banqueros que ante uno de estudiantes, aparte de que, probablemente, este último sea más divertido, convendría preparar algo más informal (incluida tu indumentaria).
  • Pretender mostrarse diferente de como uno es o tratar de aparentar saber más, la naturalidad es uno de los principales valores de un conferenciante.
  • No hacer contacto visual con los asistentes. La mirada es uno de los mejores antídotos contra la distracción, te ayudará a mantener la atención de todos. (Bueno, no prestes mucha atención a ese de la segunda fila que da cabezadas, igual no es que se aburra sino que ha dormido mal).
  • Quedarse petrificado detrás del atril. Aunque al principio te cueste ¡asómate! Tu charla será más dinámica y cercana.
  • Tener miedo a innovar y ajustarse a una presentación estándar. La originalidad (si es pertinente) mejora el índice de recuerdo y suele ser más divertida.
  • No preparar lo suficiente la presentación. Como dice Twain: “se tardan dos semanas en preparar un discurso improvisado de 10 minutos”.
  • Tener un Power Point recargado y encima ¡leerlo!. Debería ser un soporte, no una trampa o un corsé.
  • Pasarse del tiempo asignado. Si no has podido contar todo lo que querías ¡cuenta menos! Alargarse es un falta de respeto hacia los asistentes y hacia los otros ponentes, si los hay.
  • Pensar más en ti (en quedar bien y en tus nervios) que en la audiencia. Es importante contarles lo que ellos han ido a escuchar, lo que les interesa; ponte en su lugar ¿por qué están ahí? y trata de satisfacer sus expectativas.
  • Tener un comienzo y un final poco contundentes, del tipo: “Bueno, buenos días, voy a hablar un poco de….” o “bueno, pues eso es todo”. Busca un comienzo que llame la atención y un final de peso.
  • No dejar un rato para que haya un turno de preguntas. Las charlas son siempre más amenas si luego se genera un diálogo interesante.
  • No usar el tono y el ritmo adecuado: hablar muy rápido o muy bajo o con una entonación monótona.
  • Enrrollarse demasiado. Ante la duda, siempre es mejor pasarse de breve. Si has despertado interés, podrás explayarte en el turno de preguntas.
  • Estar muy serio/a. ¡Gánate a la audiencia con una sonrisa!
Pero sobre todo, y por encima de los demás:
  • ¡Aburrir al personal! Si ves que bostezan, cabecean, miran el reloj (excepto el de la segunda fila que durmió mal anoche) o hablan entre sí sáltate una parte o ¡termina!, o haz una broma, pero no les tortures con un montón de  transparencias, por más que creas que son interesantes.
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