¿Te has parado a reflexionar acerca de la opinión que tienes de ti mismo? ¿Recuerdas la última vez que te criticaste o que hablaste mal de ti? ¿Y de esa ocasión en la que pronosticaste que tendrías una enfermedad y acabaste teniéndola?... Hoy voy a hablarte de nuestra lengua, y de cómo puede hacer de nuestra vida un camino de rosas o un verdadero infierno.
Las palabras son muy poderosas, tremendamente poderosas, tanto que pueden condicionar nuestra realidad de una forma que quizá no puedas ni imaginar. Según qué tipo de mensajes nos digamos, estamos construyendo nuestro camino día tras día, semana tras semana, mes tras mes... Lo cierto es que gran parte de lo que nos sucede depende de lo que nos empeñemos en creer. Intentaré explicarlo con un ejemplo:
Imagina que llevas toda tu vida con el "disco mental" de que eres alguien poco atractivo o feo. Por desgracia, tu familia te insistió mucho en esto, con bromas de todo tipo, y llegó el día en el que ese mensaje quedó grabado con tanta fuerza en tu cabeza que ya no eras capaz de distinguir entre él y tú. Al seguir estas instrucciones, comienzas a darte cuenta de lo mucho que te cuesta relacionarte con los demás, especialmente con personas de distinto sexo. No sabes cómo ni por qué, pero todas esas personas comienzan a alejarse y esto te hace sentir muy mal.