Cuando nació mi alegría...
Y cuando nació mi
Alegría, la alcé en brazos y subí con ella a la azotea de mi casa, a gritar:
- ¡Venid, vecinos! ¡Venid a
ver! Porque hoy ha nacido mi alegría: venid a contemplar este ser placentero que
ríe bajo el sol.
Pero fue grande mi sorpresa cuando ningún vecino mío acudió a contemplar mi Alegría.
Y todos los días, durante siete lunas, proclamé el advenimiento de mi Alegría desde la azotea de mi casa, pero nadie quiso escucharme.
Pero fue grande mi sorpresa cuando ningún vecino mío acudió a contemplar mi Alegría.
Y todos los días, durante siete lunas, proclamé el advenimiento de mi Alegría desde la azotea de mi casa, pero nadie quiso escucharme.
Y mi Alegría y yo estábamos
solos, sin nadie que fuera a visitarnos.
Luego, mi Alegría palideció y enfermó de hastío, pues sólo yo gozaba de su hermosura, y sólo mis labios besaban sus labios.
Luego, mi Alegría murió, de soledad y aislamiento.
Luego, mi Alegría palideció y enfermó de hastío, pues sólo yo gozaba de su hermosura, y sólo mis labios besaban sus labios.
Luego, mi Alegría murió, de soledad y aislamiento.
Y ahora sólo recuerdo a mi
muerta Alegría al recordar mi muerta risa. Pero el recuerdo es una hoja de otoño
que susurra un instante en el viento, y luego no vuelve a escucharse
más.
©Khalil Gibrán Khalil
FUENTE: www.nuestraedad.com
IMAGENES: Google
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