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martes, 11 de septiembre de 2012

← Mañana siempre vuelve


Las conferencias de los grandes oradores del siglo pasado: M.L. King, Hitler, Churchill, De Gaulle… eran enfáticas y circunspectas. Alguno, como Churchill, utilizaba la ironía como herramienta para distender el ambiente, pero aún así, el conferenciante estaba a una cierta “distancia” del público.
Cuando imparto clases de oratoria siempre recomiendo la naturalidad como elemento positivo para facilitar la comunicación, pero ahora me he dado cuenta de que no es solo un aderezo en una buena charla sino que hoy en día está de moda y resulta un elemento indispensable.
POR: Natalia Gómez del Pozuelo

Me di cuenta de ello cuando hace unos meses escuché en el Inspiration Day byWomenalia a Javier Rodríguez Zapatero (CEO de Google España – como él mismo dijo, los apellidos son mera coincidencia).
En plena charla le sonó el móvil, lo miró y siguió hablando. Cuando le llamaron por segunda vez, hizo un comentario a la audiencia diciendo:
- Es mi mujer. Estoy por hacer la broma…
Entre el público, en su mayoría mujeres, se oyó un clamor que decía:
- Cógelo, cógelo.
Y, ni corto ni perezoso, lo cogió y lo puso en manos libres.
- ¿Cristina? Estoy con 520 mujeres dando una charla.
Risas generalizadas y aplauso cerrado.
- Entonces no me cojas – dice ella medio riéndose, entre tímida y enfadada.
- Luego te cuento la reacción.
- Un beso.
De nuevo risas, ambiente distendido y relajado y seguimos hablando de nuevas tecnologíascon la sensación de estar tomando un café con él, en vez de en un auditorio a rebosar.
En ese momento entendí que el arte de hablar en público ha cambiado profundamente en los últimos años.
Ahora existe una cercanía enorme entre el que habla y el que escucha, es como un baile en el que ambos giran al unísono. Si uno de los componentes de ese baile está rígido y muy pendiente de los pasos, la danza no fluye.
La pregunta entonces sería: ¿Cómo hago para ser natural?
  •  Lo primero es conocer la materia a fondo, ya que eso ayudará a que nos sintamos más seguros y tranquilos.
  • No hace falta ceñirse exactamente a lo que has preparado. Sé flexible: la cintura te ayudará a bailar con la audiencia.
  • Escucha a tu público: si un tema les produce emoción, deja un momento de silencio, si en cambio ves que dormitan o bostezan, cambia de ritmo, cuenta un chiste o una historia.
  • Si estás pendiente de ellos, si les miras a los ojos como si hablaras con cada uno, refuerzas esa sensación de estar en un café, lo que les acerca y fomenta que te escuchen con mayor interés.
  • Deja el EGO en casa. No importa cuánto sepas de un tema, ni si te sale bien o no la presentación, lo que importa es lo que reciben los que escuchan, lo que pueden aplicar de tus palabras, la medida en la que les cambia la vida con esa charla.
  • Evita pensamientos que van contra ti: “me voy a poner nervioso”, “me va a salir mal”, “no les va a gustar”. Somos lo que nos contamos. ¡Cuéntate un cuento con final feliz! Visualízate sonriendo y disfrutando.
  • En realidad, las personas de la audiencia estén ahí porque les interesa el tema, porque les apetece escucharte e intercambiar ideas. No son una amenaza, son tus aliados, tus amigos.
  • La sonrisa es la mejor herramienta para practicar la naturalidad. Prueba a sonreír aunque al principio resulte un poco postizo, porque sin darte cuenta, la sonrisa se contagia al resto de tu cuerpo y a tu mente, tus ojos chispearán porque estarás disfrutando y la audiencia se contagiará también de la sonrisa y el disfrute.
Y tal vez lo más importante para ayudarte a ser natural y a expresarte de forma auténtica:
Date permiso para no ser perfecto. Nadie lo es y exigirse a sí mismo algo imposible resulta paralizante y antinatural.
Os incluyo la conferencia completa sobre el futuro digital de Javier. Es muy interesante. El “Momento teléfono” lo tenéis del minuto 28:55 al 29:45.

Acerca de Natalia Gómez del Pozuelo

Nací en Madrid el siglo pasado (el año da igual ¿verdad?), estudié Empresariales e hice un postgrado en Marketing por la universidad de Berkeley, lo que me sirvió para trabajar más de 15 años en diferentes puestos directivos de varias empresas multinacionales. En ellas aprendí mucho sobre gestión, proyectos, marketing y comunicación. Pero fue al salir de España y vivir en diferentes países cuando me di cuenta de que lo que nos permite sobrevivir como especie no es la inteligencia ni la fuerza, sino nuestra capacidad de adaptación. Y eso hice, adaptarme. Un día, en un momento de lucidez decidí que quería cambiar de rumbo y dedicarme a escribir. Hoy, 6 libros y muchos artículos después, siento que hago lo que de verdad me gusta y lo complemento dando formación, conferencias y trabajando como consultora.

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Namasté