SER+POSITIVO
“A abrir tras mi fallecimiento. Aseguraos de mi muerte, os lo ruego”.
Con este texto encontró Emilio, un amigo del blog, una carta -la última- de su padre; en sobre cerrado, manuscrita y a su nombre. Y tal cual -como me pide emocionado-, os transcribo lo que aquel plasmó de su puño y letra, sabiéndose terminal. Pero bien lúcido.
Querido hijo mío:
Mi médico quiso anticipártelo; yo ya lo intuía. Y te lo vi en los ojos antes de que me lo confirmases. Mi tiempo, aquí, toca a su fin. Como un día ocurrirá a mamá. Y a ti. Y a todos. Como acaeció con mis padres. Y con los padres de mis padres. Nos iremos nosotros… y nuestros hijos. Y los hijos de estos… Aquí no se queda nadie.
Ese es uno de los pocos hechos de los que podemos afirmar, con plena certeza, que ocurrirán: vamos a vivir nuestra muerte. Más aún: por acompañados que nos encontremos, habremos de afrontarla de forma personal. De algún modo, desde el punto de vista humano, en solitario.
La vida se desgasta velozmente. Nos lo advertían nuestros padres, pero no les hacíamos demasiado caso: ‘cosas de mayores’…
Hoy, cuando todo un profesional nos ha concretado que voy llegando a la meta, quiero dejarte, a modo de legado póstumo, alguna reflexión...