¡Ay, Mis Abuelos!
A mi hija Helene, y a mis nietos, Aude, Pierre y François. Agradezco a mis alumnos de prácticas, enfermos y estudiantes, el haberme enseñado tanto en las transmisiones y los aprendizajes y repeticiones de generación en generación.
Los muertos son unos invisibles No son unos ausentes. San Agustín.
Contenidos:
Contenidos:...........................................................................4 El pasado está vivo................................................................5 El loro del abuelo...................................................................5 Desde lo inconsciente al genosociograma...............................6 Terapia familiar ...................................................................11 y genograma/genosociograma.............................................11 Lealtades Invisibles..............................................................14 Psicosomática / somato- psíquica.........................................21 La “body mind connection”..................................................21 La cripta y el fantasma..........................................................31 El origen y la muerte.............................................................34 Mis investigaciones sobre el genosociograma........................40 y el síndrome de aniversario..................................................40 ¿Cómo establecer un genosociograma?.................................48 Mi práctica de lo transgeneracional. .......................................57 Ejemplos Clínicos....................................................................64 con genosociogramas simplificados.........................................64 Conclusiones:..........................................................................84 La “canopea” humana.........................................84 Anexo........................................89
El pasado está vivo.
El
loro del abuelo.
Era el verano, un día por la
mañana.
Estaba sola, de vacaciones en casa de colegas y
amigos, en el Sur de Francia.
Despertada temprano, había
salido sin ruido en el jardín para ver el amanecer sobre
las montañas, detrás de Sainte-Baume. Ignorando las costumbres
de la casa, y no queriendo molestar, estaba tranquila, cerca de
la piscina, debajo de unos pinos parasoles.
Todo estaba
tranquilo… Todo estaba “en orden y belleza… lujo, calma y
voluptuosidad”.
De repente: “A la mesa!” gritó de
lejos una voz imperativa: “A la mesa! Rápido, rápido, rápido, a
la mesa!…” Los perros se precipitaron, yo detrás, en el gran
comedor, en el “living” en donde… no había nadie.
La
voz, una voz masculina, segura, cierta de su buen derecho, y
acostumbrada a dar ordenes, la voz repitió: “A la mesa!
Mónica, rápido! A la mesa!” “Y ponte derecha”
(instintivamente, me erguí).
Los perros se orientaban según
la voz, y se pararon frente a …la jaula del loro, esperaron
e hicieron “el guapo”… para luego irse a dormir otra vez.
Estaba tan asombrada como ellos y volví al jardín para
esperar.
Más tarde, en el verdadero desayuno dominical,
animado, simpático, relajado y caluroso, mi amigo Miguel me
explicó que, cuando falleció su abuelo, había heredado el loro –
un loro centenario – que, a veces, “hablaba” tal y como se
hablaba antaño en su familia… Era verdad hasta
quedar confundido.
A veces era el abuelo (médico)
llamando a toda su gente para comer – sobre todo los nietos -,
a veces uno u otro de los miembros de la familia o de sus
amigos. Nadie sabía lo que activaba la memoria del loro ni lo
que ( o los que) iba (n) a salir de ella.
Para mis amigos,
“la familia” siempre seguía aquí. Este loro traía una
presencia, un calor, una viveza increíbles, una continuidad en
el linaje y una seguridad inmensas! Pero también ¿cuántos
secretos probables podrían renacer, cuántos “no- dichos”
prohibidos, cuántas órdenes por dar otra vez o recordar?
Era
el pasado, el pasado vivo, el pasado siempre vivo e interactuando con
el presente.
Esta experiencia fue, para mí, una vía de
acceso al pasado – presente, adelantando y haciéndose.
“Lo
muerto coge lo vivo” dicen desde siempre los notarios, recordando
el adagio romano.
Seguimos la cadena de las generaciones y
pagamos las deudas del pasado, mientras no se ha “borrado la
pizarra”, una “lealtad invisible” nos incita a repetir, que lo
queramos o no, que lo sepamos o no, la situación agradable o el
acontecimiento traumático, o la muerte injusta, incluso trágica o
su eco. Nice – Hyères, 1989.
Quisiera dar las
gracias a Fraga-Tomazi sin quien esta obra no hubiera nacido, y a
Lolita Lopez, estudiante del doctorado de Niza, que amablemente
y pacientemente transcribió y volvió a transcribir la docena
de versiones corregidas de este texto, (Argentière, 1993).
Para
las 15 ediciones completadas que siguieron, quisiera dar las gracias
también particularmente a Yves Raffnet, des éditions Desclée
de Brouwer, y los diversos editores, en el sentido americano de
la palabra, que contribuyeron a la mejora del texto: Fraga
Tomazi en Francia, Anne Trager, mi traductora de inglés, y Kate
Hawse, Kate Chenevix-Trench de Routledge (Londres y New York,
1998) y también Evelyne Jenfroy-Bissone para la traducción
española-argentina. París, Argentière y Niza, el 11 de
septiembre 2001.
Desde lo inconsciente al
genosociograma.
La vida de cada uno de nosotros es una
novela. Vd., yo, vivimos presos de una invisible tela de araña
de la cual también somos uno de los maestros de obra. Si
aprendiéramos a nuestro tercer oído1,a nuestro tercer ojo2 , a
captar, a mejor comprender, a entender, a ver estas repeticiones y
estas coincidencias, la existencia de cada uno se volvería más
clara, más sensible a lo que somos, a lo que deberíamos ser. ¿
Es posible escapar a estos hilos invisibles, a estas
“triangulaciones”, a estas repeticiones?
Somos
finalmente, en cierto modo, menos libres de lo que pensamos. Sin
embargo, podemos reconquistar nuestra libertad y salir de la
repetición, entendiendo lo que sucede, captando estos hilos en su
contexto y en su complejidad. Así, por fin, podemos vivir “nuestra”
vida, y no la de nuestros padres o abuelos, o la de un hermano
fallecido, por ejemplo, y que “sustituimos” a sabiendas o
no…
Estos nexos complejos pueden ser vistos, sentidos o
presentidos, por lo menos, parcialmente, pero generalmente no se
habla de ello. Se viven en lo indecible, lo impensado, lo no- dicho o
lo secreto.
Pero hay un medio de modelar y estos lazos y
nuestros deseos, para que nuestra vida sea a la medida de lo que
nosotros deseamos, de nuestros auténticos deseos, de lo que deseamos
profundamente y necesidad (y no de lo que tienen ganas los demás
para nosotros), para ser.
Si no hay ni azar, ni necesidad,
se puede sin embargo coger su suerte, cabalgar sobre su
destino, “girar el sino desfavorable” y evitar las trampas
de las repeticiones transgeneracionales inconscientes.
Que
nuestra vida sea la expresión de nuestro ser profundo, es esto, en
el fondo, la labor de la psicoterapia y de la formación.
Después de haberse descubierto y comprendido a sí – mismo,
el psicoterapeuta puede mejor entender, percibir, ver, casi
adivinar lo que apenas está expresado. A veces se manifiesta
por el dolor, la enfermedad, el silencio, el “lenguaje del cuerpo”,
el fracaso, el acto fallido, la repetición, las “desgracias”
y dificultades esenciales de su cliente. Entonces, humildemente, con
todo su “saber” (aunque se trate tanto de un saber-ser, de
un saber – ser con el otro y de escucharle, como de un saber-hacer,
o de un saber (teórico), el terapeuta intenta ser el “go between”,
el intermediario o el barquero, en el interface entre el yo y el
yo del cliente, entre el que se busca y la verdad suya ( de él,
el “cliente”, el otro), y su “partero” o su “comadrona”
como lo decía Socrates.
Ya Freud…
Freud3, a
partir de su problemática y de sus propios sufrimientos, angustias e
interrogaciones, descubrió este “otro escenario”, este
“agujero negro” que cada persona lleva en sí, su “no-dicho”
o “no– expresado” (das Unbewusste, mal traducido en la
época por inconsciente); este vacío, este “agujero negro
vinculado a otros” (los miembros de la familia, los cercanos, la
sociedad en su conjunto) así como el entorno inter e
intra-psíquico, el contexto, es lo que nos forja, nos construye
tanto que nos lleva a ciegas hacía lo agradable o lo trágico,
o incluso, a veces, nos “juega malas pasadas.”
¿Puede
hallarse un sentido profundo a estas cosas anodinas y banales de la
vida diaria, olvidos, lapsus, actos fallidos, sueños, actos
impulsivos? ¿Cuál significado dar a nuestros comportamientos y
a nuestras reacciones, incluso a nuestras enfermedades,
accidentes, acontecimientos de vida importantes y “normales”
tales como el matrimonio (número, edad) profesión, número de
hijos, de “abortos espontáneos”, edad del fallecimiento,
sin la ayuda de un (buen) psicoterapeuta?
¿Quizás, o
quizás no?
Quizás no, pero al identificarlos, al
escribirlos, podemos penetrar a pasos furtivos en esta “cosa” que
trabaja dentro de nosotros. Quizás se descubrirán el talento de
escribir como tantas novelistas inglesas, o de tocar el piano, o
de cuidar un huerto, o se permitirán realizar estudios, o a
complacerse por fin.
Va de sí que un trabajo sobre
tres a cinco generaciones refleja el inconsciente tal como
se manifiesta – y por lo tanto a Freud y a la clínica
psicoanalítica. Me gustaría incitar al lector a leer a Freud, y
en particular su Introducción a la psicoanálisis, las Nuevas
conferencias sobre la psicoanálisis, las Cinco Psicoanálisis y
la Inquietante Extrañeza, y Groddeck: El libro del Esto.
1
Reik Th, Ecouter avec la troisième oreille, París, Epi, 1976. 2
Rosny, Eric de, Les Yeux de la chèvre, París, Plon, 1981. 3
Gay P., Freud, une vie. Paris, Hachette, 1991, et Freud (cf. Annexe,
p. 193).
Seamos atentos a las palabras de Freud
referente a la elección de los nombres de pila de sus hijos:
“Quería que sus nombres no fuesen elegidos según la moda del día,
sino determinados por el recuerdo de personas queridas. Sus
nombres hacen hijos de los espectros” (Freud [1900], in
La Interpretación de los sueños, 1976, p. 415. Soy la que
subrayo).
También Freud recuerda que:
“La
herencia arcaica del hombre no comporta sólo predisposiciones sino
también contenidos ideativos de las huellas mnésicas que
dejaron las experiencias hechas por las generaciones anteriores”
(Freud, Moisés y el monoteísmo, 1939, p. 134, Gallimard, Poche,
Colección Ideas, 1948).
“Postulamos la existencia de un
alma colectiva (…) [y, que] un sentimiento se transmitiría de
generación en generación vinculándose a una falta ( de la cual)
los hombres ya no tienen consciencia ni el menor recuerdo”
(Totem et Tabou, Petite Bibliothèque Payot, 480).
La
historia de la psicoanálisis4 no es un largo río tranquilo; como en
cualquier descubrimiento y búsqueda mayor, hay choques,
interpretaciones, glosas, tanteos, rupturas, exclusiones,
reencuentros, iluminaciones.
Jung, Moreno, Rogers,
Dolto y algunos más.
Es imposible aquí no recordar que
Freud hablaba de “alma colectiva” en Totem y Tabú, y Jung5 de
“inconsciente colectivo”.
La ruptura de Freud con su
“delfín” (es así como se llamaba a Jung en el grupo del entorno
de Freud) fue de una violencia extrema: para odiarse, hay que
haberse amado mucho. Bruno Bettelheim, de la Escuela ortogénica
de Chicago, recordaba, poco antes de su jubilación y su muerte, que
esta ruptura se hubiese basado en una incorrección ética que
Freud reprochaba a Jung, ruptura que Jung hubiese disfrazado
bajo un diferente teórico alrededor de la teoría de las
pulsiones.
Sea lo que sea, Jung completa los trabajos de
Freud por la puesta en evidencia de sincronías,y de lo que él
llama el “inconsciente colectivo”.
Es el inconsciente
colectivo lo que nos “trabaja”, según Jung, inconsciente
transmitido de generación en generación, en la sociedad, y que
acumula la experiencia de lo humano; es innato y por lo tanto
existe, fuera de todo rechazo y experiencia personal. Este concepto
evidentemente tendría corolarios teóricos importantes, y
también en la conducción de la terapia.
Aunque mi elección
esté hecha por mi formación freudiana, pienso que el tiempo de las
querellas de escuelas ha pasado: por lo tanto está fuera de mi
intención tomar posición a favor o en contra de Jung. Pero lo
que hay que destacar es la idea de transmisión de generación en
generación, y de sincronías o coincidencia de
fechas.
Recordemos también que si bien Freud descubrió el
inconsciente, lo no – expresado, el “alma colectiva”, Jung
introdujo el inconsciente colectivo, y Moreno postula el
co-consciente y el coinconsciente familial y grupal.
Aproximadamente a la misma época, en los años 60-70, Françoise
Dolto *
4 Robert Marthe, La Révolution psychanalytique,
París, Petite Bibliothèque Payot, 2 vol. 1989, y Roudinesco
Elisabeth, Histoire de la psychanalyse, 2 vol, París, Le Seuil,
1986. 5 Jung, C.G., Essai d’exploration de l’inconscient,
Paris, Gallimard, reed. (1988), Folio, Essai, y Dialectique du
moi y de l’inconscient, Paris, Gallimard, reed. (1986), Folio,
Essai.
Dans une “newsletter” americana de los años
80, Bruno Bettelheim recogía las “verdaderas razones”
éticas de la ruptura de Freud con Jung, y la encuesta sobre las
quejas de clientas traumatizadas – y en particular de Sabina
Spierlein: Freud no aprobaba que un terapeuta “salga” con sus
clientes jóvenes, reproches que Jung se hubiese tomado mal. Ver
al respecto Spierlein Sabina (1980), Entre Freud y Jung, textos
comentados de Sabina Spierlein: dossier descubierto por Aldo
Corotenuto, Carlo Trombetta: edición Francesa por Michel Guibal
y Jacques Nobecourt: trad. Del alemán, Paris, Aubier.
*:
Françoise Dolto estuvo psicoanalizada en París (1934-1937) por René
La Forgue que abre el campo transgeneracional.
{* = ver
notas de pie de página}, Nicolás Abraham y sus alumnos, así como
Iván Boszormenyi-Nagy, se plantean el problema complejo de la
transmisión transgeneracional de conflictos no resueltos
(odios, venganzas, vendettas) de secretos, “no- dichos”, de
muertes prematuras y de la elección de la profesión.
El
conocimiento se construye por acumulación, y de repente, surge la
nueva tirada. Cuando se sigue una psicoanálisis, se adelanta,
pero ya no se sabe a donde y, de repente, aflora el sentido.
Es
como si, repentinamente, hubiera – diría Lacan – como un “punto
de borra” juntando varios gruesos de lo vivido – y el
sentido se hace luminoso.
Cada terapeuta, psicoanalista o de
otras corrientes, forma parte de una filiación, cuya
teorización aprueba. Pero frecuentemente la clínica va en
contra de los dogmatismos y, a la práctica, hacemos concesiones,
confesadas o no6. Sobre todo, lo esencial es el modo en que acoge,
escucha, oye y observa a su cliente7 el terapeuta. El terapeuta
debe “oír” al cliente y debe estar en comunicación con él;
Grinder y Bandler pusieron de manifiesto la importancia de tener
los mismos modos perceptivos8, de estar en empatía9 , y por lo
tanto que el inconsciente del uno comunique10 con el otro
inconsciente. El psisoterapeuta más brillante y más sabio
nunca será un auténtico terapeuta si no es capaz de oír al otro,
y de escucharle en el contexto suyo, (de él, del
“cliente”).
Por esto, frecuentemente, cuando la palabra
está detenida es cuando suceden cosas, y cuando “se cruza el
umbral”, cuando “se está en el umbral”, es cuando se expresan
tantas cosas importantes.
Los analistas tienen mucha razón
al afirmar que no es un oficio como los demás: no se aprende, se
transmite. Es tanto un arte como una ciencia y un modo de estar en el
mundo.
Mi filiación profesional:
En esta
perspectiva de transmisión quisiera evocar mi propia filiación. Fui
formada a la psicoanálisis freudiana por dos Franceses, Robert
Gessain (director en el Museo del Hombre de París, que había
acompañado a Paul – Emile Victor en el Polo Norte) y Françoise
Dolto – y en psicodrama en América por J.L. Moreno (Beacon,
N.Y.) y James Enneis (St. Elizabeth’s Hospital, Washington D.C.
A ellos debo el poder a veces hacer de una “rana una
princesa11”. Desde entonces, otros enfoques han enriquecido mi
práctica y mi escucha.
Moreno, este desconocido.
En
Francia, Moreno sigue siendo algo desconocido. Su toma de posición
respecto de Freud, casi un psicodrama, en 1932, durante su
polémica con Abraham Hill, en el 1° Congreso de la
Asociación Americana de psiquiatría, tiene algo de culpa, así
como la monografía que publicó en 1967, The Psychodrama of
Sigmund Freud12. En el fondo, son dos grandes creadores que se
completan. En 1956, con ocasión del centenario del nacimiento
de Freud, Moreno escribirá que, si el siglo XX de la
psicología perteneció de hecho a Freud, el siglo XXI
pertenecerá a Moreno. ¿No sería, en cierto modo, la muerte
del padre, del cual uno quiere distinguirse, que se desea
superar?
Este “descubrimiento” a pasos furtivos del
lenguaje de los inconscientes que comunican a su modo, sobre el
diván o sin él, o bien desde “alguna parte” en un tiempo, así
hecho circular, y del cual se
6 Ver La Famille: l’individu
plus un, Marseille, Hombres & Perspectivas, 1991. En este libro
rico en enseñanzas sobre el enfoque psicoanalítico y el
enfoque sistémico en terapia familiar, Robert Pessler afirma:
“Los psicoanalistas y los sistémicos se acercan los unos a los
otros (sin confundirse sin embargo) cuando se trata de tratar la
familia en la práctica clínica… La clínica deberá eventualmente
saltar la polarización y la exclusión mutua.” 7
Cliente: término introducido por Carl Rogers, que lo prefiere al de
sujeto, o enfermo, para designar al que pide un consejo, o entra
en terapia, esto para expresar un lazo libre. 8 Ver los trabajos
de Grinder y Bandler: más bien seríamos visuales, auditivos o
kinésicos. 9 Empatía no significa simpatía. 10 El co-
inconsciente de Moreno, quizás ya presentido por Freud, cuando habla
de atención flotante del terapeuta. 11 Ver Richard Bandler
y John Grinder. Les Secrets de la communication: changer sans
douleur, Montréal, Le Jour, 1983, traducción de Frog into
Princess. 12 Por más detalles, ver Marineau René, J.L. Moreno
ou la Troisième révolution psychiatrique, Paris,
A.M.
Métaillé, 1989. explora hoy la emergencia, por el
genosociograma y lo transgeneracional, pasa también por Moreno,
que se puede justamente nombrar como uno de los padres
fundadores.
Entre los conceptos claves de Moreno, para esta
búsqueda, citemos primero el concepto de “tele” (“mezcla
de empatía”, de transferencia y de “comunicación verdadera”,
comunicación positiva o negativa, inconsciente, a distancia,
entre personas).
Citemos luego la representación imaginada
por Moreno de las relaciones significativas en la vida de cada
cual: el átomo social. Se inscriben en él las personas que componen
“el mundo personal del sujeto”: su familia, sus amigos, sus
familiares, sus vecinos, sus colegas de trabajo o de deporte, los
que son presentes por el amor o presentes en su vida por el
odio, que estén muertos o vivos: generalmente el sujeto (el
protagonista) es quien trabaja en la pizarra. Se sitúan estas
personas según una distancia social 13 particular a cada
relación y se puede, por ejemplo, mandar al diablo (y lejos en la
pizarra) en esta configuración una suegra que le molesta y
escribir cerca de sí a una abuela muerta, querida y muy presente.
En el átomo social, el sujeto empieza generalmente por situarse y
colocarse (“soy yo, aquí) pero otros sólo se ubican luego,
después de su familia de origen, en un dibujo completado.
El
átomo social enseña la imagen de una vida, de sus ramificaciones,
de sus intereses, de sus sueños o angustias.
Se podría
decir que el átomo social, es un genosociograma 14 en el “aquí y
ahora”. Se completa, para los “morenianos” por la red
sociométrica (afectiva) y el estatuto sociométrico (la “cota de
amor” de un individuo en su grupo). Son proyecciones afectivas
que figura el átomo social. Moreno define en Who shall survive
“el átomo social”, esta representación del mundo personal de
una persona: “el núcleo interno y externo de las personas
emocionalmente vinculadas al sujeto”.
Genograma y
genosociograma:
Recordemos que el profesor Henri Collomb15
desarrolló en Dakar ( traído a Niza en 1978), la técnica del
genosociograma, salida de las reflexiones de Moreno, que estamos
desarrollando.
El genosociograma permite una representación
sociométrica (afectiva) figurada del árbol genealógico
familiar, con sus características de apellidos, nombres, lugares,
fechas, marcas, vínculos y principales sucesos de vida:
nacimientos, bodas, fallecimientos, enfermedades importantes,
accidentes, traslados, ocupaciones, jubilación. El
genosociograma es una representación del árbol
genealógico comentado (genograma) con una puesta de manifiesto,
por flechas sociométricas, de los diferentes tipos de
relaciones del sujeto, con relación a su entorno y a los lazos entre
los diferentes personajes: de la copresencia, de la
cohabitación, de la coacción, de las diadas, de los triángulos, de
las exclusiones… “quién vive con quién bajo el mismo
techo” y “come en la mima olla”, quién cría a los hijos de
quién, quién huye y a dónde, quién llega (nacimiento,
traslado) en el momento en que otro se va (muere o se va), quién
sustituye a quién en la familia, y cómo se hacen las reparticiones…
sobre todo después de una muerte (herencias, donaciones) los
favorecidos, los desfavorecidos, las “injusticias” (las
cuentas familiares y sociales), las repeticiones…
Algunos
relacionan el origen del genograma con una conferencia de Murray
Bowen de 1967 sobre la terapia familiar; pero se podría decir
que el genograma ha salido de las primeras reflexiones sobre los
lazos familiares complejos, hechas por Moreno – y su átomo social
– sin que los diversos practicantes de la terapia familiar
sistémica y del genograma describan esta “genealogía
histórica”.
Los utilizadores ahondan más o menos en las
relaciones, los lazos, los pormenores.
13 La “distancia
social” es un concepto de psicología social indicando en qué
medida tal o cual persona está psicológicamente cerca o lejos
de la persona, teniendo en cuenta la distancia geográfica. Por
ejemplo, Brasil y su carnaval está más cercano a la gente de
Niza que Alemania o Bélgica – o mi abuelo muerto más
presente que mi vecino de rellano. 14 Genosociograma, de
genealogía (árbol genealógico) y de sociograma (representación de
los vínculos, relaciones), es decir del árbol genealógico con
sus hechos señalados, los acontecimientos importantes (life
events) y puesta de manifiesto gráficamente de los lazos
afectivos.
El genograma es un árbol genealógico
comentado, con algunas señales, utilizado sobre todo en
terapia sistémica y por sociólogos que no son psicoanalistas y
por lo tanto “ahondan” menos en los relatos de vida a la
búsqueda de vínculos ocultos o inconscientes, lo cual hacemos en el
genosociograma: el genosociograma es un genograma más
investigado. 15 Collomb, Henri (1977), “La muerte como
organizadora de síndromes psicosomáticos en África”, Psicopatología
Africana, XII, 2: 137-147.
Trabajo lo que llamo el
genosociograma, mucho más en profundidad, en un contexto
más completo, y reconstruyendo el pasado frecuentemente sobre
dos siglos (siete a nueve generaciones), y a veces más.
La
luz psico-social y psicoanalítica, con algunas “referencias en
eco” así como la percepción de los cambios de sujeto y
también de ritmo respiratorio profundiza y enriquece la exploración
por el genograma, y hace de él un genosociograma. Así se pone
de manifiesto lo dicho y lo no-dicho, los lazos y las relaciones
socio – afectivas presentes y pasadas. Se trabaja la comunicación
no verbal y lo expresado, los “agujeros” y los “olvidos”,
las rupturas, las roturas, las “fracturas del alma”, las
sincronías y coincidencias de fechas de nacimiento, muerte,
boda, separación, accidentes, aparición de enfermedades,
fracasos en exámenes, los acercamientos, las fechas aniversarios o
importantes del mundo personal del sujeto, de su mundo familiar
(su “átomo social”) y de su entorno socio – económico,
la realidad personal psicológica, para que la persona comprenda
mejor su vida y pueda darle sentido.
Freud y “La
Inquietante Extrañeza”.
A veces, cosas vistas y oídas en
psicoterapia parecen extrañas, incluso a terapeutas curtidos.
Pero
cuando se oyen varias veces, en diversos enfermos, cuando se escuchan
sin idea preconcebida, cuando se oye de un oído atento, a la
vez neutro y benévolo, todo lo que el ser humano puede contar,
dichas cosas pueden dar sentido (sentido subjetivo para el sujeto
paciente) – y sentido para el terapeuta – sobre todo si uno
no está “apegado” a una teoría que sería probablemente
reductora de lo que puede aparecer otra vez y que es inesperado,
y luego, -luego solamente – pueden abrir nuevos paradigmas y
volverse hechos clínicos, después científicos (dando sentido en un
nuevo marco de referencias).
Freud describe La
Inquietante Extrañeza (Das Unheimlich, 1919 16 )
“ […]
Todo lo que, en las personas, las cosas, las impresiones sensoriales,
los acontecimientos o las situaciones, despierta en nosotros el
sentimiento de inquietante extrañeza y [permite] deducir de
ello el carácter oculto y común a todos estos casos.”
“La
inquietante extrañeza será esta clase de lo espantoso [subrayamos
nosotros] que se vincula con cosas conocidas desde hace mucho
tiempo y desde siempre familiares. […] Nuestra encuesta fue
llevada sobre una serie de casos particulares […]. Sólo es
a posteriori cuando se vio confirmada […]” Freud, S.E. XVII,
p 219 y s. The “Uncanny”, publicado en 1919).
Freud
define la inquietante extrañeza como “el regreso inesperado de
elementos que hubiesen tenido que estar superados desde tiempo o
atajados – y que quedarían del pasado del hombre primitivo, un
regreso de lo arcaíco – de elementos que hubiesen podido o debido
estar reprimidos […]. Como [ibid. 219] vinculado al horror, la
repulsión, la angustia, lo espantoso […] vinculado a los tiempos
que vivimos” (ibid., 220) (escrito al final de la Primera
Guerra Mundial; publicado en 1919).
Podemos discernir en
esto, con Maria Török17, el efecto duradero y lancinante de un
secreto de familia (la obsesión de un secreto familiar) – o
el regreso inesperado de lo reprimido – o los traumatismos de
los horrores de la guerra (Freud tuvo que cuidar de heridos de
Verdún).
Pienso hallar en Freud una de las bases teóricas
para apoyar lo que constato, como otros terapeutas que practican
lo transgeneracional, en las angustias, en los períodos de “frío
mortal” (cercano al síndrome de Raynaud) y de espanto, y/o
las pesadillas repetitivas de descendientes de supervivientes
a dramas, catástrofes y horrores innumerables de guerra –
estos síntomas aparecen frecuentemente en períodos de
conmemoración y/o de aniversario – que los hechos hayan sido
callados, sabidos y no – dichos, u ocultos: secreto y también
no-dicho – o históricamente conocidos, pero no hablados dentro
de la familia: recuerdos de guerra, campos, bombardeos,
cataclismos:
Son signos cercanos a “traumatismos de viento
de bala de cañón” (cf. p. 37).
16 A partir de un texto
literario d’ E.T.A. Hoffmann, L’Homme au sable (Freud, S.E. XVII,
233 y 219220, 247…, London, Hogarth). 17 Texto de Freud,
adoptado por Nicolás Abraham, Maria Török y sus alumnos.
Terapia
familiar
y genograma/genosociograma.
La emergencia
de la familia, de la película y del “video” sobre la escena
terapéutica puso de manifiesto la importancia de los vínculos
y del modo de comunicación en la familia, su salud o su enfermedad,
y permitió precisar o incluso “afinar” y conceptualizar el
genosociograma, como herramienta de investigación y de
tratamiento.
Lo que vamos a llamar terapia familiar sale de
las investigaciones de Frieda FrommReichmann18(1889-1957) quien,
hacía 1948, se interroga sobre los esquizofrénicos y trabaja con
sus familias, los filma y los hace filmar.
Si el sueño
fue, según las propias palabras de Freud, “la vía real hacia el
inconsciente”, la familia del esquizofrénico y sus
interacciones (filmadas y estudiadas a cámara lenta) será la vía
hacia el desciframiento del universo interior de las familias, y
de los estilos y modos de comunicación (verbal) y de expresión
(no verbal).
Hacía 1956 pues, en la universidad de Stanford
y en Palo Alto, después de Frieda Fromm-Reichmann, otros
exploradores alrededor de Gregory Bateson19 , Jay Haley20 , John
Weakland, Don Jackson y Paul Watzlawick21 y la célebre
terapeuta familiar Virginia Satir22 , empiezan a
hacer investigaciones en esta dirección. Se podría decir que
es gracias a un coincidencia feliz de circunstancias (serendipity)
que tanta gente de alto nivel y de formaciones diferentes se
encontraron en Palo Alto junta para intercambiar y confrontar
puntos de vista de disciplinas diferentes. Es así como el grupo de
Palo Alto se estructuró. (La mayoría de entre ellos benefician
del tiempo de su “año sabático” en Palo Alto (California)
como fellows del Institute for the Advanced Study in the Behavioral
Science.)
El grupo llamado de Palo Alto.
Lo que se
llama el “grupo de Palo Alto” enuncia la hipótesis del “doble
nexo”, “doble coacción” (double bind), trastorno grave de
la comunicación en la familia: se emiten mensajes pero más
que contradictorios; están estructurados de tal modo que
mientras afirman algo verbalmente, afirman al mismo tiempo otra
cosa de otro modo, por ejemplo por el lenguaje del cuerpo, y por lo
tanto las dos afirmaciones se excluyen o se bloquean. Es un
“doble mensaje doblemente coaccionante” . Así si el mensaje
es una orden, hay que desobedecerla para obedecerla.
Pero
también está prohibido hablar de ello o incluso comentar el hecho
que es confuso, contradictorio y “obligatorio”.
Una
persona cogida en una situación de “doble coacción” corre el
peligro por lo tanto de encontrarse castigada (o de sentirse
culpable) cuando percibe las cosas “correctamente” y de estar
18
La Dra. Frieda Fromm-Reichmann desde luego había trabajado con J.L.
Moreno y editado con él Progress in Psychotherapy, 1956, N.Y.,
Grune & Straton. Es el “Dr. Fried” de la novela
autobiográfica de Hanna Green, I Never Promised you a Rose
Garden, Holt, Rinehart, Winston, New York, 1964, vuelto a editar
bajo su verdadero nombre, Joanne Greenberg, en colección de
“bolsillo”( Signet Book, New American Library, N.Y.) novela
y luego película describiendo la terapia de una enferma
etiquetada esquizofrenética. Frieda Fromm-Reichmann pasó un
año en Stanford, en 1955-1956, en el Center for Advanced Study
in The Behavioral Sciences, y trabajó mucho tiempo en la famosa
clínica psiquiátrica psicoanalítica de Chestnut Lodge y
trabajó allí cooperando con Harry Stack Sullivan y supervisó
a Josefina Hilgard. También es ella quien propuso a Palo Alto
en 1956, a entropólogos y psiquiatras de filmar familias de
esquizofrénicos en interacción (de aquí nació el double bind de
Gregory Bateson y la investigación sobre la comunicación no
verbal). 19 Perceval le fou, Autobiografía de un
esquizofrénico, París, Payot, 1976. 20 Tacticiens du pouvoir:
Jésus-Christ, le psicoanalista, el esquizofrénico y algunos más,
París, ESF, 1987. 21 Une logique de la communication,
Paris, Le Seuil, 1972. 22 Thérapie de couple et de la famille,
Paris, Épi, 1983.
designada por su familia como “mala”
o “loca” (el “enfermo designado”) por haber mostrado que hay
una desarmonía – una disonancia – entre lo que ella ve
(percibe) y lo que “debería” ver, o sentir.
Esta
terapia familiar clásica salida del grupo de Palo Alto se apoya, en
su proceso teórico, sobre la idea de “sistema” y de “
homeostasía”, es decir de equilibrio, y de “reglas de la
familia”. Los practicantes del Mental Research Institute (MRI)
como Watzlawick, así como Whitaker y Napier, hablan ya de
terapia familiar sistémica, surgida del pasado del paciente23, de la
terapia familiar sistémica y, veinte a treinta años después,
utilizan el genograma.
Terapia sistémica
estratégica.
También hay una corriente de terapia familiar
intergeneracional*.
Los sistémicos de esta escuela teórica,
designada como terapia sistémica “estratégica”, usan
la paradoja, lo que lo provoca, el “enfermo designado” y su
familia. Consideran que la realidad del problema del enfermo es
conocida por el enfermo y también es conocida por su familia. Su
principio de base, es que cada cual puede definir su propia
realidad. Las soluciones a las dificultades encontradas en la vida,
que sean del orden de la salud física o psíquica, se vuelven el
problema esencia. La intervención quiere volver a definir la
realidad de un modo más funcional. Podríamos decir, en un lenguaje
que sería quizás también el de Goffman24, que hay que llegar
a ver, percibir, situar un acontecimiento en otra perspectiva,
en otro marco, es decir en otro contexto, hacer otro
planteamiento.
Terapia sistémica estructural.
La
terapia familiar “estructural”, otra rama de la terapia
sistémica, se propone cambiar las costumbres relacionales de la
familia, relaciones que se han vuelto estereotipadas. En Filadelfia,
en la Child Guidance Clinic, alrededor de S. Minuchin, estos
sistémicos hicieron escuela y sus técnicas fueron ampliamente
adoptadas, sobre todo para la terapia de los niños. Se trata
naturalmente, en lo que a este grupo se refiere, de un proceso
centrándose sobre el aquí y el ahora. Es Murray Bowen , conocido
por su concepto de “masa de yo familiar”25, y por sus
técnicas de transformación de los conflictos
triangulares (triangulación) en conflictos de dos (diada) quien
levanta por este hecho el problema de la transmisión de angustia
de una generación a otra, si no se rompe la triangulación.
En
una entrevista de 1991 en la revista Time, para su puesta en escena
de Mademoiselle Julie de Strindberg, en el Teatro Real Dramático
de Estocolmo, Ingmar Bergman decía: “Esta obra habla de
tres heridas psíquicas de Mademoiselle Julie… hay gente en
este mundo que han elegido llevar la culpabilidad de los demás,
y ella es de éstas.” Naturalmente, esta obra, como cualquier obra
de Strindberg, se inspira de una experiencia autobiográfica y
cuenta la angustia del hijo de la sirvienta y de los dramas
familiares repetitivos de la vida del autor. Es como la túnica
de Nessus, que pega a la piel del que almacena la angustia de
los ancestros.
Terapia familiar psicoanalítica.
Pero
la evolución que más nos interesa reside en las terapias familiares
que, saliendo de bases psicoanalíticas, intentan una extensión
de los conceptos y herramientas analíticas a la familia,
considerada
23 Ver “Le Fantôme de Grand-mère” dans
Napier A., I Whitaker C., Le Creuset familial, Paris,
Laffont, 1980.
* Terapia familiar intergeneracional con
Murray Bowen, Yvan Bosgormenyi-Nagy, Maurizio Andolsi, Helm
Stierlin, (Heildelberg) que desarrollan el concepto de delegación,
por ejemplo de deuda; se “pasa la patata caliente” de una
generación a otra. 24 Cf. Asiles: étude sur la condition
sociales des malades mentaux, Paris, Minuit, 1968, y La mise en scène
de la vie quotidienne, Paris, Minuit, 1973. 25 El concepto está
vinculado a la escala de diferenciación del yo fuera de la masa
fusional del ego familiar en la cual, arriba de todo se hallan
las personas con un yo estructurado y diferenciado, y abajo del todo,
las personas que viven bajo la dominación de este ego y no pueden
distanciarse de lo vivido.
como una serie de diadas (Nathan
Ackerman, Ivan Boszormenyi-Nagy y, en Francia, Nicolas Abraham
y Maria Török26) N. Ackerman27 basa su práctica en
conversaciones duales para ayudar a la familia a tomar consciencia
de las ideas erróneas y particularmente de los “remanentes” del
pasado.
26 Y, después, A. Eiguer, A. Ruffiot, E. Granjon,
P.-C Racamier, D. Anzieu, G. Dercherf, S. Tisseron, Y Purget. 27
Recordemos que Nathan Ackerman trabajó en psicodrama con J.L. Moreno
– el cual trataba desde 1930 parejas y familias, en psicodrama
psicoterapia de grupo.
Lealtades Invisibles.
Pero
el terapeuta de esta escuela de Filadelfia quien aportó una
ampliación del enfoque transgeneracional es el psicoanalista de
origen Húngaro, Ivan Boszormenyi-Nagy28 . Para Ivan Boszormenyi-Nagy
– y este concepto es el que le distingue claramente de la escuela
de Palo Alto29 – las relaciones son un nexo mucho más
significativo que los modelos transgeneracionales de la
comunicación, de las relaciones que deben tener en cuenta la
justicia y la equidad en el seno de la familia. A través de estas
relaciones, es la vida, su vida, que nos transmiten los ancestros y
que transmitimos a la posteridad. En su consulta,
Boszormenyi-Nagy30 hacía hablar largamente a sus clientes de su
vida, porque, para él, el objetivo, la fuerza de la
intervención terapéutica, sería la restitución de una ética de
relaciones transgeneracionales.
Lo que más llama mi
atención, es que los terapeutas fundadores de lo transgeneracional,
aunque las relaciones con los “padres de los padres”, los
nexos con los ancestros corren a lo largo de la reflexión y
práctica terapéutica desde Freud, de un modo o de otro – estos
psicoterapeutas proceden todos de Europa del Este y de Europa
Central. (Quizás se deba este hecho a la herencia de la emigración
y de la doble cultura?) Quizás es esto una prueba más del
arraigamiento de cada cual en su “cultura”, en sus “raíces”,
que sea consciente o más bien inconsciente.
En los países
del Este, en Europa Central como en Rusias, en los Eslavos como
alrededor del Mediterráneo, la familia es un “átomo social”
muy fuerte, un nido, un clan soldado, una “matriz”, a partir de
la cual uno se construye, encuentra su identidad.
Para mí,
es evidente: esto lo es sobre todo porque, criada en París, educada
desde mi más tierna infancia por la escuela pública Francesa y
su universidad (Instituto Molière y Sorbona), cunada (en París) por
los cuentos eslavos de mi bisabuela rusa, Elena, pero formada en los
Estados Unidos (en la universidad del Michigan: Ann Arbor,
Research Center for Group Dynamics) luego por Moreno, que él también
viene de estos países Europeos (que le dieron una imaginación
creadora y una apertura cálida al otro, fuera de lo común)
siento en alguna parte que soy lo que soy justamente por mis
múltiples raíces que penetran en varias culturas, lenguas y
tradiciones. Es el silencio fundador* (como en el análisis en
donde sucede todo). Iría incluso más lejos diciendo que
Françoise Dolto – Marette, que fue uno de mis dos analistas,
fue esta terapeuta fuera de serie quizás porque su marido Boris
había compartido con ella este carisma eslavo, radiante de todo
su ser, de su propio cuerpo, que le había sido legado por sus
ancestros (entre los cuales una lejana abuela india de América
a quien ella atribuía su intuición).
Los conceptos de Ivan
Boszormenyi-Nagy.
28 Consultar la tesis (publicada) de Magda
Heireman: Du côté de chez soi: la terapia contextual de
Ivan Boszormenyi-Nagy, Paris, ESF, 1989). 29 La escuela
llamada de Palo Alto (1956) reunía en California, cerca de
Strandford, alrededor del antropólogo Inglés Gregory Bateson
(ex-marido y colega de Margaret Mead) los primeros
buscadores utilizando la imagen, las fotos, las películas, los
videos, para observar las interacciones de las familias en su
contexto, el lenguaje verbal y la comunicación no verbal, y habiendo
percibido el double bind de las familias de esquizofrénicos. Su
grupo fundó allí el MRI (Mental Research Institute) con,
actualmente Paul Watzlawick, Diana y Louis Everstine, entre
otros. 30 No soy alumna de Ivan Boszormenyi-Nagy, que no he
encontrado (o aún no he encontrado) (salvo brevemente en
1994).
* Nuestra casa fue quemada por los Alemanes el
domingo 5 de junio de 1944, Lozère, porque había un depósito
de armas para el maquis dentro – y nunca tuve resentimiento contra
ellos, porque esto me parecía “ la guerra normal” –
y perdimos, perdí “todo”, incluidos todos mis papeles, agendas,
listas de direcciones… Por lo tanto estuve sorprendida de que
me roen el bolso el 5 de Junio 2000 (síndrome de cumpleaños
inesperado). No hemos hablado mucho de ello, para no perpetuar el
odio. “Lo que se calla a la 1° generación, se manifiesta en
el cuerpo de la 2°”” decía Françoise Dolto Después de
esta breve paréntesis personal, quisiera analizar el concepto de
lealtad 31, uno de los conceptos clave en el pensamiento de
Boszormenyi-Nagy 32, concepto que se refiere a dos niveles
de comprensión. Un nivel “sistémico”, es decir a un
sistema social, y un nivel individual, es decir psicológico. La
lealtad se compone de la unidad social que depende de la lealtad de
los miembros del grupo, el cual grupo cuenta con la lealtad de
sus miembros y de los pensamientos, las motivaciones de cada uno
de los miembros como individuo. De aquí el concepto de justicia y de
justicia familiar. Cuando no está hecha justicia, esto se
traduce por la injusticia, la mala fe, la explotación de los
miembros de la familia los unos por los otros, (a veces por la
huida, el desquite, la venganza), incluso por la enfermedad o el
accidente repetitivo.
Cuando de otro modo hay afecto,
atenciones recíprocas y las cuentas familiares están mantenidas
al día. Se puede hablar de balanza de las cuentas familiares y del
gran libro de las cuentas de la familia, en el cual se ve, si
está en crédito o en débito, si se tienen deudas, obligaciones,
méritos, sin lo cual se tiene, generación tras generación,
una serie de problemas.
La parentificación.
El
tercer concepto fundamental de Boszormenyi-Nagy es el de
parentificación. La parentificación, es una inversión, una
mala concepción de los méritos y de las deudas. La deuda
más importante de la “lealtad familiar”, es la de cada hijo
frente a sus padres por el amor, el cariño, los cuidados, el
cansancio y las atenciones que recibió desde su nacimiento hasta el
momento en que se vuelve adulto. El modo de liberarse de sus
deudas es transgeneracional, es decir que lo que hemos recibido
de nuestros padres, lo devolvemos a nuestros hijos. Lo cual no
impide, cuando nuestros padres se vuelven viejos, que tengamos
hacía ellos unas atenciones y deudas, entre las cuales la de
ayudarles a vivir sus últimos años, pasar de la vida a la
muerte.
Pero la “parentificación”, es la inversión de
los valores, es decir la situación en la cual los hijos, incluso
de cierta edad, se vuelven los padres de sus propios padres.
Tomemos
un ejemplo clásico, simple. Hay cierto número de familias, sobre
todo familias modestas o rurales, en que la hija mayor tiene el
papel de madre y en que la madre agotada por el cansancio, por
los nacimientos excesivos de los niños, realmente enferma o
supuestamente enferma, se hace curar, ayudar, y sostener por su
hija, la cual nunca se casa. Nunca “hace su vida” porque cuida de
su madre mayor enferma, o de sus padres viejos y enfermos; es
una distorsión malsana de las relaciones, de los méritos y de
las deudas; es lo que se llama la parentificación. Un hijo que debe
volverse padre muy joven (incluso a los cinco años por
ejemplo), apoyar a su madre, cuidarse de sus padres y de su
familia, está en desequilibrio relacional significativo
–desequilibrio que se descubre por un análisis del lugar y papel
de los hijos en el mundo familiar.
Es difícil comprender
los lazos transgeneracionales, el “libro de los méritos y las
deudas”, porque nada está claro, cada familia tiene su propio
modo de definir la lealtad familiar y la justicia. No es en
absoluto un concepto objetivo.
Para comprender bien, se
debería hacer un estudio transgeneracional o longitudinal de la
familia, extendido sobre tres generaciones por lo menos, cinco
preferentemente, de modo a determinar el funcionamiento de los
sistemas vigentes. Para esto, hay que tener en cuenta la información
retrospectiva, es decir los recuerdos de los vivos sobre
muertos, lo que la gente actual sabe de su familia y lo que les actúa
aun cuando no sepan conscientemente lo que saben, en lo dicho y lo
no- dicho, en lo consciente y lo no – consciente de lo que fue
transmitido, desde el punto de vista de la familia.
El mito
familiar o la saga de la familia.
Aquí se toca el campo de
un mito familiar, que sólo se aclara cuando se entiende el sistema,
este conjunto de unidades mutuamente interdependientes. Para
Boszormenyi-Nagy, el individuo es una entidad biológica y
psicológica, añadiré psicosocial, cuyas reacciones están
determinadas tanto por su propia psicología como por las reglas
del sistema familiar. En un sistema familiar, las funciones
psíquicas
31 Esto no es una tesis universitaria y para
facilitar la lectura y no hacer el texto pesado, no
indicaremos sistemáticamente todas las páginas de todas las
citaciones. 32 Invisible Loyalties: Reciprocity in
Intergenerational Family Therapy, New York, Harper 1 Row,
1973 (agotado).
de un miembro acondicionan las
funciones psíquicas de otro miembro: hay una regulación
recíproca perpetua y las reglas que se refieren al
funcionamiento del sistema familiar son tan implícitas
como explícitas, pero esencialmente implícitas. Y los miembros
de la familia no son conscientes de ello.
Lo esencial de las
reglas se considera como adquirido y “lógico”: “en nuestra
familia”, por lo tanto sin explicación.
El mito
familiar se vuelve manifiesto a través del pattern 33 de
funcionamiento: ciertos se organizan según patterns que
consideraría “malsanos” – pero no sé cómo cualificar de otro
modo la traición, la vendetta, el asesinato, la defensa sana o
malsana del “honor de la familia”. Estos ritos forman un
conjunto, una especie de todo, de Gestalt 34 relacional que está
estructurado inconscientemente y que implica a todos los
miembros de la familia. Cada uno de estos ritos contribuye a
“equilibrar las cuentas familiares”, la posición o “la
actitud explotativa” que está equilibrada o no por una “actitud
generosa”. Por momentos, explotamos a nuestra familia y la
situación. Un hijo “explota” a su familia porque se
hace mantener, alimentar, albergar, etc. y, al mismo tiempo, les
da amor u otra cosa; hay una balanza -un equilibrio – entre lo
que está recibido y dado, sino, síntomas más o menos graves
aparecen.
La herencia moral es tan importante, pensamos,
como la herencia profesional o económica. Este código personal
determina la escala de los méritos, ventajas, obligaciones y
responsabilidades que son reacciones aprendidas, que están
inscritas en la historia de la familia, la historia vivida y genética
de la familia, que se puede volver a encontrar.
Un
ejemplo personal:
Voy a coger un ejemplo personal. Cuando
era estudiante de psicología, estaba casada, teníamos un hijo;
teníamos, como mayoría de parejas de estudiantes jóvenes,
dificultades financieras. Una de mis primas (Annette) me propuso
espontáneamente prestarme dinero.
Lo acepté sin sentirme
ni obligada ni culpable. Este dinero, cuando terminé mis
estudios y empecé a trabajar, lo devolví. Sin embargo, mis colegas
de trabajo no entendían cómo mi pequeña prima me había propuesto
dinero tan fácilmente y cómo había podido, yo, aceptarlo
sin problemas. Y reflexionando ahora, me acordé que mi abuelo
muy joven ya era huérfano, y el mayor de seis hijos. Fueron
recogidos por su abuelo (mi tartarabuelo) y criados con los
hijos del segundo matrimonio. Mi abuelo, huérfano a los catorce
años, empezó a trabajar muy temprano, para ayudar a criar a
sus hermanos y hermanas y ofrecerles estudios superiores *. Por lo
tanto, en alguna parte, en el inconsciente de mi familia, hay
“adquirido de méritos” frente a los propios hermanos y
hermanas. Más tarde, después de terminar sus estudios en
Suiza, una de sus hermanas contribuyó a la
33 Pattern:
modelo estructurado, patrón, dibujo (voluntariamente no traducido
del americano por los psicólogos Franceses). 34 Gestalt:
percepción de conjunto, de un todo, de una forma contrastada sobre
un fondo (término voluntariamente no traducido del alemán por
los psicólogos para la Gestalt – teoría).
* Al
Politechnicum de Zurich (entre las primeras mujeres que tuvieron un
doctorado, 1884, 1886, 1888), Ehenso neu als Kühn, CFCF-Verlag,
Zurich, 1988, 120 años de estudios de mujeres en la universidad
de Zurich. * O también en 1999, descendientes del abuelo
de mi abuelo (nacido en 1824) reunidos el 23 de Agosto cerca del
lago de Annecy. apertura de un laboratorio de productos
farmacéuticos; se había casado, al inicio del siglo XX, con un
químico y farmacéutico. Ganaron un poco de dinero, luego se
establecieron en París. Mi prima, que era una descendiente de
esta hermana de mi abuelo, me propuso pues dinero. En alguna
parte, había un “préstamo por un devuelto”, un equilibrio.
Me dijo: “Me lo devuelves si puedes, pero si quieres, no me lo
devuelvas; me lo devuelves más tarde, o dentro de cinco años,
o dentro de cincuenta años, no tiene ninguna importancia.” Y
con “el sistema de las cuentas familiares”, comprendo muy
bien que esto le parecía normal y a mí también, porque ella y
yo sabíamos que entre su abuela y mi abuelo, había
habido intercambios afectuosos (lo que Boszormenyi-Nagy llama
una “actitud generosa”). Todos los descendientes de los
hermanos y hermanas de mi abuelo se encontraban en alguna parte
en deuda de cara a él, (el mayor). Todos le querían mucho. Y
cuando mi abuelo llegó a mayor, y que tuvimos, en París, en
nuestra familia, reveses de fortuna (después de la gran crisis
de 1929), los descendientes de los unos y de los otros nos
invitaban. Vivíamos en París: mi tía en segundo grado
(Natalia) ayudó a mi abuelo y a mi abuela: esto mejoraba la
situación y era un gesto cálido que reconfortaba. No se
firmaban ningunos papeles. Nunca se hablaba de dinero. Pasábamos
todos gran parte de nuestras vacaciones en una gran granja que
recibía huéspedes de pago, en Bas-Rez; ellos, el hermano y
la hermana, con sus cónyuges y nosotros, los primos – tres
generaciones.
Los vínculos familiares se mantenían y
reforzaban.
En alguna parte, se devolvía una deuda, y esto,
a todos, nos parecía normal. Nunca hubo papeles escritos
intercambiados, ni “reconocimiento de deudas” firmadas.
Cuando
mi prima en segundo grado me prestó dinero, rehusó que le firmara
ninguna papel (de deuda). Naturalmente, devolví este
dinero.
Cuando, treinta años después, espontáneamente,
pasando delante de una joyería, ofrecí pendientes de oro a su
hija, me acordé que mi prima – muerta luego en un accidente de
avión-me había ofrecido pendientes de bisutería – y
prestado dinero. Estos anillos de oro eran pues simbólicos
también.
La “contabilidad” familiar. La seguridad de
base. La injusticia.
Hay una contabilidad familiar
implícita. No sólo se trata de dinero. Quiero decir no es tanto
el dinero que mi abuelo había dado a sus hermanos y a sus
hermanas: había dado dinero procedente de su trabajo: había
trabajado mucho y muy joven para mantenerles; sobre todo había dado
amor, afecto y apoyo, alegría, felicidad, seguridad básica.
Esto se transmite * entre los descendientes de mi abuelo y de sus
hermanos y hermanas. Éramos cuatrocientos en París para celebrar
las bodas de plata de mi tío en segundo grado y de mi tía en
segundo grado Natalia. Seguimos. Ahora somos “primos al modo
de Bretaña”; seguimos dándonos apoyos recíprocos. Uno de
mis primos y su mujer siguen celebrando el aniversario de su
abuela (muerta hace más de cincuenta años) y a invitarnos a todos,
aunque sea comiendo por turnos, pero es “la familia” y es
una fiesta.
Como se dice en Rusia: “nos apretamos, estamos
estrechos, pero estamos todos y nadie hiere ni olvida a nadie
35”. Es un poco en este orden de ideas que encontramos la
contabilidad de los méritos y deudas según Boszormenyi-Nagy,
tal como creí comprenderla según sus escritos.
35 “B
TECHOTE, HO HE OGHAH.”
Pero hay injusticias sufridas que
hacen daño.
Lo veo con bastante frecuencia en la aparición
de cánceres vinculados al estrés y al resentimiento – entre
otros factores.
La gente no consigue perdonar la injusticia
sufrida. Está vinculada a esta “contabilidad” tan compleja
del “gran libro de cuentas” de la familia, de “lo que le es
debido” y de lo “que debemos” a los demás para la balanza
de las cuentas” para saldar toda cuenta”.
Mi experiencia
terapéutica de los treinta últimos años revela que el poner
distancia geográfica, que la huida de un individuo, no le
libera realmente de lo que él llamaría, sus “deudas” frente de
su familia.
No se puede evitar, dice Boszormenyi-Nagy,
la tiranía de sus obligaciones evitando al acreedor. Una huida
frente a las obligaciones familiares puede impregnar todas las
relaciones humanas del individuo petrificado por una
culpabilidad insoportable, difusa y sin objeto. Puede volverse
paralizado por una “culpabilidad existencial amorfa e
indefinible”.
Boszormenyi-Nagy se pregunta si hay una
realidad objetiva: ¿puede existir la “realidad objetiva” en
las relaciones? La palabra objetivo implicaría una ausencia de
informaciones falsas o inexactas, y una ausencia de distorsión
de hechos por un desvío emocional. Para él, la objetividad tiene
sentido en la relación entre dos personas sólo si se acompaña
de una toma de consciencia simultánea por cada una de ellas, de
sus propias necesidades así como de las de la otra. Ambas
esforzándose al mismo tiempo de hacer que el otro sea el objeto
de sus propios deseos y necesidades. Esto es un proceso relacional
muy complicado. El pensamiento del autor es complejo pero puede
ser aclarado por referencia a J.J. Moreno y Carl Rogers, “verse
por los ojos del otro”.
“Y sin embargo, dice, no se debe
olvidar que las necesidades del individuo comprenden la condensación
de las cuentas relacionales no saldadas de su familia de origen,
además de la reactivación de sus propios procesos psíquicos
de la infancia.”
Es aquí cuando se ve, como Alain de
Mijolla lo mostró 36, a qué punto los problemas familiares, por
ejemplo, del poeta Arthur Raimbaud, le impidieron vivir; no conseguía
resolverles, huyó. Uno de sus problemas era el abandono de su
padre, militar, cuando tenía seis años. Pero si “remontamos
las generaciones”, se ve el mismo hecho: su bisabuelo había
abandonado, cien años antes, a su hijo de seis años, y los
padres del linaje seguían abandonando a sus hijos en la misma edad,
marchándose o muriendo: eran “cuentas sin saldar de la
familia de origen”. Es esta reactivación en la misma edad que
Josefina Hilgard llama el síndrome de aniversario o de “doble
aniversario” (si el fenómeno se reproduce con cada uno de los
hijos) – término que descubrí por mi práctica y desarrollé en
los años ochenta y en el campo tocando a la salud y al
cuerpo.
Para comprender bien a una persona o a un individuo,
se le define a partir de la extensión de sus necesidades, de
sus obligaciones, de sus compromisos, y de sus actitudes responsables
en su campo relacional familiar, sobre varias generaciones.
Lo
que puede hacer la terapia transgeneracional o el genosociograma
(Boszormenyi-Nagy no dibuja genogramas), es aportar una
herramienta y ayuda para permitir a un individuo tener “el valor
de enfrentarse a las obligaciones y a la culpabilidad frente a
las deudas emocionales impagadas”. Según Boszormenyi-Nagy, no
hay familia sin un fundamento subyacente de solidaridad o de lealtad
intrínseca originaria, antes del nacimiento del hijo o de los
hijos.
Cuando la gente repite sin parar la misma actitud y
que no cambian, y que están fijados en sus papeles, es que la
“fijeza de los papeles sirve las necesidades de la red de las
obligaciones familiares” afirma Boszormenyi-Nagy.
En
un sistema familiar donde los papeles están fijados,
interdependientes, la resolución de las cuentas está bloqueada
y por lo tanto repetitiva, o siempre aplazada a más tarde: es así
como la neurosis, u otros síntomas, persisten. Cada individuo,
para ir mejor y para resolver sus problemas, no puede conseguirlo
mientras no puede contar sobre un orden justo, sobre relaciones
interpersonales leales – o
36 Los Visitantes del yo,
Belles-Lettres, 1986.
sobre un cambio de perspectiva
referente a la existencia y los papeles complementarios 37,
ayudante-ayudado, cuidante-cuidado, como en la familia de Charles
Darwin, siempre enfermizo y muy amado.
La injusticia:
Voy
a hacer una paréntesis con relación a lo que hemos constatado en
las enfermedades gravísimas y en particular en el cáncer: es
el papel de lo que se llama el resentimiento.
El
resentimiento:
Mucha gente, muchos enfermos piensan a menudo
en los prejuicios que sufrieron. Vuelven a “rumiar” estas
“injusticias”. Están resentidos hacía el que les “perjudicó”:
hay una carencia, un hecho, algo, una injusticia, una promoción
no recibida, un robo sufrido, una “no – atención cariñosa”,
un no – reconocimiento, que “perfora” la persona y la
trabaja, la “roe desde el interior”.
El resentimiento
está vinculado a un concepto, me parece, cercano al de
Boszormenyi-Nagy, el de no – justicia, de injusticia sufrida;
como lo dicen los niños: “no es justo”.
En alguna
parte, no se ha hecho justicia a la gente; hay una injusticia, que
sea de orden familiar, de orden conyugal, o de orden
profesional, a veces de orden nacional (guerras, masacres,
opresiones, genocidios diversos). La gente guarda un
resentimiento 38 que les atormenta y les mina del punto de vista de
la salud, hasta el cáncer o la muerte a veces.
La
injusticia del destino:
Frecuentemente, el sentimiento de
injusticia es complejo. La injusticia – la desigualdad – se
vive también respecto de la desigualdad del destino referente a
la salud, la resistencia física, la vida y la muerte ( “no es
justo” ser minusválido, enfermizo, nunca enfermo, morir joven, ser
huérfano…) tanto como la injusticia económica.
Este
sentimiento de injusticia del destino (o de la suerte) se acompaña
frecuentemente de la culpabilidad del superviviente, en el
compañero que vuelve de un campo de concentración o de la
guerra cuando sus amigos todos han muerto; en el hermano que
sobrevive a un ahogo en el agua o la hermana
37 Por ejemplo,
los cuidantes y los cuidados, los unos jamás enfermos, y los demás
siempre enfermos ( yo negando, yo negado, según los
lacanianos).
Ver la obra de la nieta de Charles Darwin, Gwen
Reverat-Darwin, recordando su infancia victoriana y el amor y el
placer de hacerse cuidar por los unos y estar cuidado por otros: “la
molestia, es que en la casa de mis abuelos, era un honor y un
triste placer estar enfermo […] en parte porque mi abuelo
siempre estaba enfermo y que sus hijos, que lo veneraban, tenían
tendencia en imitarle […] y en estar cuidaddos por mi abuela,
y que era tan agradable estar cuidado y compadecido” (mi
traducción, p. 122). “The trouble was that in my
grand-parents’ house it was a distinction and a mournful pleasure
to be il. […]. This was aprtly because he was always ill, and
his adoring children were inclined to imitate him […] nursed
by my grnad-mother, and because it was so delightful to be pitied and
nursed.” (Reverat Gwen, Period Piede, a Cambridge Childhood,
1952, reed. 1987, London & Boston, Faber & Faber, 122).
O
los ayudantes y ayudados como, por ejemplo, Marta y María del
Evangelio. 38 Para más precisiones, sobre esta noción de
resentimiento, leer, Simonton, Silonton & Creighton
(1978), Guérir contra vientos y mareas, Paris, EPI, 1982, y
Anne Ancelin Schützenberger, Querer curar, Toulouse, Erès;
Paris, La Meridienne, 1985; Épi/La Méridienne, 1993; D.D.B. 1996, -
y también las nociones de justicia, de “dar y recibir” y de
cuentas familiares de Ivan Boszormenyi-Nagy (cf. Heireman).
*
Desgenettes, Larrey Percy, citado por Louis Crocq (1999), p. 35,
sobre el “síndrome del viento de bala de cañón”
correspondiente a los estados de estupor anonadada agudos
determinados por el solo pavor. ** Desde hace poco (1992-1994
sobre todo) se ve aflorar desde el fondo de la memoria,
las consecuencias de lutos patológicos y no hechos de
descendientes de muertos sin sepulturas y de gente considerada
desaparecida, largamente esperados (ver anexo, p. 187).
que
sobrevivió a la terrible “gripe española” (20 millones de
muertos desde julio 1918 a julio 1920). – de culpabilidad del
que está provisto.
El espanto transgeneracional. El
traumatismo del “viento de bala de cañón”.
Los
cirujanos * del emperador Napoleón, durante la terrible retirada de
Rusia (1812) habían observado el golpe traumático de ciertos
soldados que habían rozado la muerte de muy cerca y sentido pasar
el viento de bala de cañón, matando o “asesinando” cerca de
ellos a su “compañero” y “hermano de armas”. Algunos
perdieron la memoria (como el coronel Chaberet). Otros fueron
espantados y helados hasta lo más hondo del alma. Parece que la
onda de choque que los conmovió se haya transmitido a algunos
descendientes que están, a veces, helados hasta la médula o sienten
malestares, angustias, constricción en la garganta, pesadillas,
en ciertos períodos de aniversario (por una especie de “zoom”,
de “choque de frente” de las generaciones y del tiempo, un
“time collapse”).
“No es justo” La injusticia
sufrida, la “verdadera justicia” (Real justice).
No
es justo no sólo es el grito del corazón de los niños, sino
también de mucha gente víctima de desgracias ( víctimas del
destino, enfermos, accidentes, malformaciones, cordón umbilical
alrededor del cuello en el momento del nacimiento, seísmos),
incendios, tormenta, ruptura de pantano, polución de playas,
vandalismo alrededor de un partido de deportes, una “fiesta salvaje
improvisada”, violaciones o agresiones sexuales, bombas
terroristas o reivindicativas, errores de tiro o judiciales, o largas
huelgas… y que “pagan los frascos rotos” sin excusas (¿de
quién?) ni reparaciones.
La experiencia clínica revela
estos daños en las víctimas y sus descendientes, pero
recientemente policías neozelandeses y australianos han
empezado a integrar en los países occidentales (América del Norte
y Escandinavia) la costumbre Maori de “verdadera justicia” (Real
justice) después de constatar que policía y justicia buscan a
los culpables y los castigan a veces, pero que nada se hace realmente
para ayudar a las víctimas a superar el prejuicio, el dolo, los
años perdidos, el sufrimiento, el sentimiento de injusticia
frecuentemente más intolerable que el prejuicio financiero.
La
agresividad pasiva.
Pero el sentimiento de injusticia puede
también llevar a diversos comportamientos específicos de “pobre
víctima” manifestándose por una agresividad pasiva,
frecuentemente muy eficaz, tanto desde el punto de vista
familiar como político. Por ejemplo, la madre que gime: “Ves al
cine, cariño, no te canses poniendo una bombilla en el techo,
puedo quedarme en la oscuridad”; o aún, las huelgas del hambre y
la lucha de pasividad victoriosa de Ghandi.
Psicosomática
/ somato- psíquica.
La “body mind connection”.
Las
relaciones entre el estado anímico y el cuerpo eran conocidas en los
tiempos antiguos, luego fueron olvidadas por la medicina
científica. Pero empezamos (volvemos a empezar) a cernirlos
y profundizar en ellos.
Se empezó a hablar de
psicosomática – referente a ciertos aspectos de la mala salud o de
la enfermedad hace unos cuarenta años, bajo la influencia de la
psicoanálisis; pero se empieza a ir más lejos desde
1975-1980.
En Estados Unidos se hacen análisis cada vez más
numerosos sobre el nexo entre el psiquismo y el cuerpo (la
“body-mind connection”) en una nueva ciencia interdisciplinaria
que se está constituyendo desde 1980, la
psiconeuroinmunología.
Las investigaciones usadas por la
psiconeuroinmunología derivan del descubrimiento de nuevos neuro
– receptores (más de un centenar), de neuro – receptores sobre
los glóbulos blancos y en el sistema inmunológico; el mismo
funcionamiento del sistema inmunológico demostraría que los
“estados de ánimo” de la gente, que sean alegres o tristes,
que se sientan culpables o llenos de resentimiento, influencian
quizás el número de células T y el sistema inmunológico. Las
primeras investigaciones estuvieron recopiladas en el libro
colectivo editado por Robert Ader en 198139 y las más recientes
fueron discutidas en el coloquio internacional de
psiconeuroinmunología de Tutzig (junio de 1990, en Alemania, cerca
de Munich) sobre la iniciativa de Norman Cousins y organizado por la
sociedad alemana de cancerología –al cual participé.
Lazos
transgeneracionales Y contabilidad de las deudas y méritos. La
injusticia vivida.
Según mi práctica de lo
transgeneracional, llegué a la conclusión de que los
conceptos introducidos por Boszormeyi-Nagy – el de lealtad
invisible y de justicia, la contabilidad de las deudas y de los
méritos – permiten una nueva luz en psiquiatría, psicoterapia,
psicoanálisis, en medicina holística, en medicina de la
persona global, en psicosomática. Si un ser realmente se vuelve
adulto, si la persona llega a cierta libertad, también es libre
de sus comportamientos, y esto implica una fluidez de los papeles y
obligaciones en las relaciones interpersonales. Así, las estructuras
de la familia ya no son inmutables: pagando las antiguas
cuentas, se recupera lo que debía ser la justicia en el sistema de
esa familia, cada miembro inscribiéndose entonces en un nuevo
equilibrio del crédito y de la deuda. Todos los acontecimientos
relacionales y psicológicos están estructurados por una doble
motivación: la “estructura comportamental manifiesta” y la
“estructuración obligacional oculta”. Por consiguiente, las
relaciones deben ser concebidas como siendo vinculadas a dos
sistemas de contabilidad, el de las motivaciones manifiestas
determinadas por el “poder” y el de la jerarquía de las
“obligaciones”.
Por ejemplo, el caso de una muchacha de
diez y siete años que está enamorada y que tiene ganas de
casarse, porque sale con un joven: debe y tiene la libertad de
casarse, de tener hijos y de dar a sus hijos lo que recibió de
sus padres? O debe, por ejemplo, ya que es la menor, si su hermana
murió dejando a un bebé, casarse con el viudo y criar a los
hijos de su hermana, porque ella-misma y su hermana fueron huérfanas
y “que se lo debe”? (a su hermana muerta) y que “en nuestra
familia, siempre se ha hecho”?
Por lo tanto hay sistemas
diversos de contabilidad – diferentes según cada cultura e incluso
cada familia: pero entonces, donde vamos a poner la
preeminencia? Lo que hace que frecuentemente vemos a una
“víctima” o una “cabeza de turco” crearse, o un enfermo
(enfermo designado y/o que elige la enfermedad) tomar el relevo
para resolver el problema de la familia.
El esfuerzo
terapéutico, con relación a una familia, un individuo o un
organismo, sería restaurar la justicia y remediar a los daños
sufridos por la cabeza de turco (o “la víctima”), pero esto no
bastaría, porque el ex- cabeza de turco se encontrará cogido
en las fuerzas sistémicas o el sistema de la familia que, ella,
perpetuó el proceso cabeza de turco. Para Boszormeyi-Nagy, habría
que incluir en la estrategia
39 Psychoneuroimmunology, New
York, Academic Press, 1981, 2° edición completada,
1991.
terapéutica la dimensión de la culpabilidad de los
que beneficiaron de la situación (injusta). (Ver el movimiento
Real justice, p. 37-38).
La injusticia vivida en las
familias frecuentemente es la consecuencia de un hecho
aparentemente banal: cuando uno de los miembros recibió la
herencia, o todo el dinero, o “la casa grande” o la fábrica,
o las joyas, o la plata, o los retratos de familia, o “el
bello tapiz”, o “el bufete de Tía Adela” o algo significativo
a expensas de los demás; y cuando se es el beneficiario o el
perjudicado, esto se recuerda y se recuerda a sus hijos
frecuentemente sobre varias generaciones40 .
FUENTE: http://avesagu.blogspot.com.ar/2012/02/ay-mis-abuelos-anne-ancelin.html
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