El joven discípulo de un filósofo sabio lo visita y le dice:
- Maestro, un amigo tuyo estuvo hablando de vos con
malevolencia.
- ¡Espera! lo interrumpe el filósofo ¿Ya hiciste pasar por
las tres rejas lo que vas a contarme?
- ¿Las tres rejas?
- Si. La primera es la VERDAD. ¿Estás seguro de que lo que querés
decirme es absolutamente cierto?
- No. Lo oí comentar a unos vecinos.
- Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es
la BONDAD. ¿Es bueno para alguien lo que me vas a decir?
- No. en realidad no. Al contrario …
- La última reja es la NECESIDAD ¿Es
necesario hacerme saber lo que tanto te inquieta?
- A decir verdad, no.
- Entonces, dijo el sabio
sonriendo, si no es VERDADERO, ni BUENO, ni NECESARIO, sepultémoslo en el
olvido.
“Prodiga más respeto a los demás y a la vida entera. Quizá
el mayor secreto de la autoestima consista en valorar más a los demás. La forma
más fácil de hacerlo es ver en ellos la expresión de Dios. Deja de juzgar el
aspecto, los éxitos y los fracasos de los demás, su posición social, su riqueza
o su pobreza y prolonga la valoración y el amor a la Fuente de la que salieron.
Todos somos hijos de Dios; todos. Intenta verlo incluso en quienes parecen
actuar de una forma impía. Has de saber que prodigando amor y respeto puedes darle
la vuelta a esa energía y dirigirla de nuevo a su Fuente en lugar de alejarla
de ella. En definitiva: irradia respeto porque eso es lo que tienes que
ofrecer. Irradia censura y baja energía y eso es lo que atraerás.
Recuerda que cuando juzgas a los demás no los
defines a ellos, sino que te defines a ti mismo como alguien que necesita
juzgar. Lo mismo es aplicable a quienes te juzgan a ti.” Cuando se dice que
nuestro estado no es de amor?, cada vez que juzgas a otro ser humano no lo
defines a él con tu juicio, te defines a ti mismo, como alguien que necesita
juzgar, si yo te llamo borracho, eso no te convierte en un borracho, me
convierte a mi en alguien que necesita etiquetar a otras personas.
Sören Kierkegaard ,el gran teólogo danés dijo:
“cuando me pones una etiqueta me niegas”
Soy lo que elijo SER a cada momento, no soy lo que tú
piensas ni lo que yo pensaba ayer, soy positivo, no me gusta criticar ni
quejarme, disfruto la vida, gozo a cada momento, doy gracias a los que me
critican, me ayudan a saber en que estoy mal si veo que ellos tienen más resultados
y éxito que yo, y en caso contrario, aprendo qué no hay que hacer para no tener
el fracaso que ellos tienen, de todas maneras doy gracias por la
retroalimentación que me dan las personas que me rodean.
La tendencia a juzgar a los demás también retarda
su transformación personal. Cuando usted juzga a una persona,
no la está definiendo a ella sino a usted mismo. El juicio crítico
no dice nada sobre la persona juzgada; sólo expresa que usted necesita
juzgarla de la manera en que lo está haciendo. Por tanto, está hablando
más de usted mismo que del otro.
Cuando se encuentre pensando y actuando en
términos negativos o de crítica, recuerde que eso también es un
indicio del lugar que ocupa en ese momento y del lugar que no ocupa;
en este sentido, puede significar que se está identificando de
alguna manera con la persona juzgada. Lo que más nos molesta de
los demás es algo que con frecuencia nos negamos a admitir
en nosotros mismos, o incluso algo de lo cual pedimos más.
Procure poner más interés en saber qué es lo que está provocando su negatividad
en vez de descubrir qué tiene de «malo» una persona. Al cabo del tiempo
sustituirá la negatividad y la crítica por una afectuosa y tierna mirada
interior que le preguntará cómo se ha dejado “atrapar” por eso.
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Namasté