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domingo, 13 de abril de 2014

DOMINGO DE RAMOS - La Cruz Camino A La Gloria

Domingo, 13 de abril de 2014
Tiempo de Cuaresma.
DOMINGO DE RAMOS
Introducción Antes de la Bendición de las Palmas...


  1. ¿Hasta Dónde Sigo a Mi Señor?
    Hoy, Domingo de Ramos, es un día de gloria para el Señor, que es aclamado por el pueblo como mensajero de Dios: “Bendito el que viene en nombre del Señor”. Dentro de pocos días, como oiremos en la historia de la Pasión, el pueblo gritará: “¡Crucifícalo!” Entendemos esto mejor cuando reflexionamos sobre nuestras propias vidas. Tenemos algunos días de felicidad gloriosa, de éxito, de alegría, pero también días tristes de contradicción y de fracaso. Hoy miramos esos días a la luz del Señor. Con él vivimos días felices; con él experimentamos también días llenos de tristeza; pero, sean días tristes o alegres, en todos ellos seguimos al Señor.
  2. Uno con Jesús en el Sufrimiento y en el Triunfo
    La celebración de hoy es la obertura del drama de la Semana Santa. Enfoca a dos actos centrales que nos trajeron perdón y nueva vida: La muerte y la resurrección de Jesús. Cuando agitamos nuestros ramos, aclamamos a Jesús como nuestro rey victorioso, porque en Pascua vencerá al pecado y a la muerte. Pero para conquistar esa victoria, optó voluntariamente por someterse al sufrimiento y a la muerte, como se nos dice en la historia de su pasión. Seamos uno con Jesús en su sufrimiento, para compartir también su victoria.


Oración de la Bendición de los Ramos
Oh Dios de toda vida:
Venimos hoy ante ti con ramos verdes,
símbolos de vida y juventud,
y símbolos de Jesús,
que se llamó a sí mismo “árbol verde”.
Bendícenos, y bendice (+) estos ramos
que portamos en nuestras manos.
Que estos pequeñas ramas y hojas
aclamen a Cristo como a nuestro Señor,
que nos trae plenitud de vida,
aun cuando tengamos que caminar con él
por el difícil camino del sufrimiento y de la muerte
hacia la victoria final.
Te lo pedimos por medio del mismo Jesucristo
nuestro Señor, que vive y reina
por los siglos de los siglos. 
(El sacerdote rocía los ramos en silencio. A continuación, puede haber una breve homilía. Después, el sacerdote o el ministro invita al pueblo a la procesión).

Jesús entra en Jerusalén con triunfo popular. También nosotros lo proclamamos ahora como nuestro Rey glorioso, pero su auténtico reinado era el del Siervo de Dios y del pueblo, que murió para traernos vida. ¿Queremos ser como él?
Con el pueblo de Jerusalén honramos a Jesús como Señor nuestro y seguimos cantándole nuestra alabanza, mientras caminamos tras él.

II. LA EUCARISTÍA

CANCIÓN de entrada: El canto de procesión sirve también de Canto de Entrada. Después de la procesión o de la entrada solemne, el sacerdote recita inmediatamente la Oración Colecta. Solamente si no hay procesión o entrada solemne, se dice el acostumbrado Acto Penitencial y Señor Ten Piedad, según el misal.

Oración Colecta
Pidamos a nuestro Padre del cielo que la pasión y muerte de Jesús nos traiga perdón y vida.
(Pausa)
Oh Dios y Padre nuestro:
En la pasión y muerte de Jesús
tú has hecho que nos percatemos
de lo profundamente que tú nos amas.
Haz que seamos conscientes de lo malo que es el pecado
y disponnos a seguir creyendo en tu amor
cuando tenemos que llevar la cruz del sufrimiento;
porque a la cruz sigue la resurrección,
en Jesús y en nosotros.
Danos esa fe firme
por medio de Jesucristo, nuestro Señor.

PRIMERA LECTURA DE LA MISA

No oculté el rostro a insultos; y sé que no quedaré avergonzado (tercer cántico del Siervo del Señor)

Lectura del Profeta Isaías 50, 4-7.
Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los iniciados.
El Señor Dios me ha abierto el oído; y yo no me he rebelado ni me he echado atrás.
Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que mesaban mi barba. No oculté el rostro a insultos y salivazos. Mi Señor me ayudaba, por eso no quedaba confundido; por eso ofrecí el rostro como pedernal, y sé que no quedaré avergonzado.

Primera Lectura (Is 50,4-7): Dios Vendrá en Mi Ayuda
El Siervo de Dios, Sufriente, permanece fiel a su misión, incluso cuando es perseguido, ya que confía plenamente en Dios.

SALMO RESPONSORIAL DE LA MISA

Salmo responsorial Sal 21, 8-9. 17-18a. 19-20. 23-24
V/. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
R/. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
V/. Al verme se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza:
«Acudió al Señor, que lo ponga a salvo; que lo libre si tanto lo quiere.»
R/. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
V/. Me acorrala una jauría de mastines, me cerca una banda de malhechores:
me taladran las manos y los pies, puedo contar mis huesos.
R/. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
V/. Se reparten mi ropa, echan a suerte mi túnica.
Pero tú, Señor, no te quedes lejos; fuerza mía, ven corriendo a ayudarme.
R/. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
V/. Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré.
Fieles del Señor, alabadlo, linaje de Jacob, glorificadlo, temedlo, linaje de Israel.
R/. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? 

SEGUNDA LECTURA DE LA MISA

Se rebajó a sí mismo; por eso Dios lo levantó sobre todo

Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Filipenses 2, 6-11
Hermanos:
Cristo, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios;
al contrario, se despojó de su rango, y tomó la condición de esclavo, pasando por uno
de tantos.
Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la
muerte, y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo levantó sobre todo, y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre»;
de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
—en el Cielo, en la Tierra, en el Abismo—,
y toda lengua proclame: «¡Jesucristo es Señor!», para gloria de Dios Padre.

Segunda Lectura (Flp 2,6-11): Jesús se Humilló a Sí Mismo y así Llegó a Ser Señor Nuestro
El Hijo de Dios se humilló a sí mismo para hacerse uno de nosotros y para servirnos. Por eso Dios lo resucitó y le hizo Señor de todo. 

ALELUYA

Versículo antes del Evangelio Flp 2, 8-9
Cristo por nosotros se sometió incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso, Dios lo levantó sobre todo, y le concedió el «Nombre-sobre-todo-nombre».

Proclamación de la Pasión (Mt 26,14-27,66, o más breve: 27,11-54): Jesús, el Siervo Sufriente de Dios
En su pasión y muerte Jesús es el Salvador anunciado por las Escrituras. Su muerte vencerá a la muerte y traerá vida a todos.

Oración de los Fieles
Fortalecidos por la palabra y por el ejemplo de Jesús, pidamos a nuestro Padre del cielo que el sufrimiento y la muerte de su Hijo dé fruto en nosotros y en todos los hombres. Y digamos; R/ Ten piedad de tu pueblo, Señor.
  1. Por una Iglesia servicial, que sea fiel y no tenga miedo a predicar a todos la Buena Nueva de la cruz y resurrección de Jesús, roguemos al Señor: R/ Ten piedad de tu pueblo, Señor.
  2. Por todos los cristianos, para que aprendamos a seguir a Jesús en su forma de servicio y en su negación de sí mismo para llevar alegría y esperanza a los que nos rodean, roguemos al Señor: R/ Ten piedad de tu pueblo, Señor.
  3. Por una sociedad mejor y más honesta, en la que nadie sea oprimido y en la que la gente se preocupe por los otros, roguemos al Señor: R/ Ten piedad de tu pueblo, Señor.
  4. Por los destrozados y desalentados, para que de nuevo encuentren a Jesús que continuó, solo y con dolor, en su camino de sufrimiento, y experimentó la alegría de la resurrección, roguemos al Señor; R/ Ten piedad de tu pueblo, Señor.
  5. Por los que se encuentran cara a cara con la muerte, para que se sientan fortalecidos por la presencia de Jesús, el Señor, y por el apoyo y ánimo de sus seres queridos, roguemos al Señor: R/ Ten piedad de tu pueblo, Señor.
  6. Por todos nosotros, para que los próximos días de Semana Santa sean tiempo de gracia y nos acerquen más y más a Cristo Jesús, roguemos al Señor: R/ Ten piedad de tu pueblo, Señor.
Oh Dios y Padre nuestro: Escucha nuestras súplicas, y ayúdanos a comprender el lenguaje de confianza y misericordia, de reconciliación y perdón, de libertad y comprensión, por Jesucristo nuestro Señor.

Oración Sobre las Ofrendas
Oh Padre amoroso:
En la víspera de su muerte,
Jesús se dio a sí mismo a sus amigos
en forma de pan y vino,
como lo hace de nuevo
aquí entre nosotros, en la eucaristía.
Danos un corazón agradecido por toda su bondad
y haznos lo bastante fuertes
para entregarnos generosamente, con él,
a todos los hermanos que encontremos en el camino de la vida.
Que esta ofrenda nos traiga reconciliación
con nuestros hermanos y contigo.
Te lo pedimos en el nombre de Jesús, el Señor.

Introducción a la Plegaria Eucarística
La cruz y muerte de Jesús nos trajo perdón y vida. Él murió para que nosotros vivamos. Con Jesús, le damos gracias ahora al Padre por su amor.

Introducción al Padrenuestro
Jesús pidió al Padre fortaleza para cumplir su voluntad. 
Nos unimos a él en su oración confiada.
R/ Padre nuestro…

Líbranos, Señor
Líbranos, Señor, del pecado
y de toda clase de mal,
y danos tu perdón y tu paz.
Con tu misericordia, da esperanza y amor
a los abandonados y agonizantes
a causa de sus cruces.
Llévanos a todos hacia delante
con esperanza
hacia la plena venida entre nosotros
de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo,
que vive y reina por los siglos de los siglos.

Invitación a la Comunión
Éste es Jesucristo, el Cordero de Dios, que dijo:
”Quien quiera ser grande entre ustedes, que se haga servidor de todos,como yo, que vine no a ser servido sino a servir y a dar mi vida en rescate por muchos”. 
Dichosos nosotros si seguimos al Señor.
R/ Señor, no soy digno

Oración después de la Comunión
Oh Padre bondadoso:
En esta eucaristía del Domingo de Ramos,
tu Hijo Jesús se nos ha dado a sí mismo
como se dio un día totalmente en la cruz.
Queremos aprender de él
a guardar viva nuestra esperanza en ti,
y a continuar caminando hacia adelante animosos
por nuestro camino en la vida
aun desconociendo qué nos deparará el futuro
o cuándo tendremos que cargar pesadas cruces;
porque confiamos en ti,
y sabemos que un día resucitaremos,
por encima de nuestras miserias,
a una vida de alegría sin fin,
por el poder de Jesucristo nuestro Señor.

Bendición
Jesús vivió por nosotros, Jesús murió por nosotros.
Acompañémosle durante esta Semana Santa en su camino hacia la cruz, para que él nos acompañe siempre en nuestro camino de servicio y entrega a Dios y de los unos a los otros.
Para ello, que la bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre nosotros y nos acompañe siempre.

Reflexión Dominical
Señor Obispo de Zacatecas Sigifredo Noriega
- 242 -
LA CRUZ CAMINO A LA GLORIA
Domingo de Ramos “De la Pasión del Señor”. Ciclo A
Hoy es al revés: la celebración litúrgica empieza por la gloria y concluye en la larga lectura de la pasión según san Mateo. El triduo pascual inicia con la muerte del Crucificado y culmina en la gloria del Resucitado. ¿Es así en la vida/historia del ser humano y de la humanidad? Primero aclamados, más tarde crucificados y ¿resucitados? Domingo de Ramos “de la Pasión del Señor”.
Hoy es día domingo, pero no es cualquier domingo. Como en la vida, aunque haya domingos, no todos los domingos son iguales. Domingo de contrastes: hosannas y cruces, gloria y condena, inicio de una semana especial y final de una vida… Domingo de ramos/palmas para aclamar y para enjuiciar… Domingo de procesión y de permanecer de/en pie… Es domingo y como todo domingo celebra la muerte y la resurrección de nuestro Señor y la esperanza de la nuestra y de los nuestros. Color litúrgico rojo, como en el Viernes Santo, Pentecostés, las fiestas de los apóstoles y de los mártires. ¡Qué de contrastes! ¿Así es la vida del cristiano?
Hoy abrimos la puerta de la Semana Santa. Para muchos es la puerta de un período de vacaciones, vacaciones de primavera, según el lenguaje laico. ¿Por qué tiene que coincidir con el marco religioso de Semana Santa, y no con el inicio de la primera estación del año?
De ser domingo de contrastes, la Semana Santa pasa a ser semana contrastada: silencio y ruidos, espíritu y mundanidad, santidad y pecado, procesiones y playas, ayuno y excesos, trabajos y descanso, contemplación y distracciones, comunión y dispersión… La vida de nuestra sociedad está llena de contrastes heredados y contrastaciones inducidas por nuestras decisiones. Mientras más, más… ¿Para bien? ¿Para mal? El contexto y el aire que respiramos estos días influyen irremediablemente en la manera de vivir, convivir y aprovechar estos días.
Nos disponemos a inaugurar, con toda la Iglesia, la celebración anual de los misterios de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.
El pórtico de este domingo es pequeño: la bendición de los ramos y la procesión de entrada, sencilla y solemne. Grande, muy grande, infinitamente grande es el final: la plenitud de la Pascua. La aclamación al Señor es una confesión de fe y un grito humilde: “¡Sálvanos, Señor!”. El relato de la pasión según san Mateo nos invita a entrar en el drama de Jesús, a ser protagonistas con él. No podemos permanecer indiferentes. Somos interpelados, como lo fueron los apóstoles, el pueblo y las autoridades religiosas y políticas de aquel tiempo. También a nosotros se plantea el dilema de absolver o condenar a Jesús, de apostar por la verdad o por la mentira. En la fe no hay términos medios. La Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús es la señal del amor incondicional del amor de Dios. Agua viva, Luz del mundo, Vida eterna desde la puerta del bautismo… El plan de Dios no está diseñado para suscitar/mantener cristianos mediocres.
Entremos con Jesús y con la Iglesia a la Jerusalén de la tierra y del cielo. La mejor forma de hacerlo es ir ‘montados en un burrito’, es decir, montados en la humildad, vestidos con la obediencia de la fe y adornados con los ramos de la entrega, como lo hizo Jesús. Recordemos que esta procesión y la procesión de la vida van por dentro. La liturgia de la Iglesia en estos días santos nos permite ahondar en el precio que Jesús pagó para salvarnos, para llegar a ser hijos de Dios de una sola pieza y… multiserviciales. Las escenificaciones y tradiciones de nuestros pueblos nos pueden ayudar a crear un ambiente favorable. No nos quedemos en el folclor. Lo más importante está en el sí humilde y obediente de la fe que transforma nuestra vida e influye en la sanación del tejido social. Salgamos al encuentro del Señor. Los brazos del Crucificado están abiertos para llenarnos de gloria, de la gloria de la Resurrección.
Bendigo los ramos con que aclamarán a Jesús.
Bendigo a las personas que los porten este día y todos los días.
+ Sigifredo
Obispo de/en Zacatecas

Con autorización del Señor Obispo de Zacatecas Sigifredo Noriega 
¡Gracias Don Sigi!
LIVIER

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Namasté