Una droga no es sino una sustancia: es el uso (y el abuso) lo que constituye su peligrosidad. Pero esta peligrosidad está dada por la ignorancia. En el caso de la cannabis, el LSD y el crystal meth, los científicos fueron los primeros en interesarse por sus propiedades curativas antes que recreativas.
El laboratorio de química, el hogar de los alquimistas modernos, durante siglos ha sido el sitio donde los investigadores analizan propiedades aún desconocidas de sustancias conocidas; pero en ocasiones, los efectos con que se encuentran tienen menos que ver con lo que buscaban en un principio.