Feliz cumpleaños Shakespeare, Cervantes, García Márquez
Era un día de finales de julio, radiante y congelado (Análisis de la novela Amor de invierno) . Yo caminaba por las calles del centro de mi ciudad natal, Santa Fe -de mi única ciudad verdadera, de la sangre (Las ciudades a través del tiempo).
Estaba algo preocupada, porque iba a cumplir años y, quizá, por alguna aventura romántica (Gabriel García Márquez o la crónica de un amor anunciado) o alguna falta estudiantil (Formación en valores), en casa no tendría regalo..
Vi de golpe la Biblioteca Municipal (Función social de la Biblioteca Pública), que era parte del complejo del Teatro Municipal (El Fantasma del Teatro Municipal, de Enrique Butti) y que, muchos años después, se convirtió en la confitería de ese teatro cuando fue remodelado -esta aclaración es sólo un guiño para mis santafesinos.
Entré en la biblioteca, temblando, porque ya sabía cuál era mi propósito (Asesinos por naturaleza).
Extraje mi regalo de la fila de libros lujosamente encuadernados en cuero, y no pensé en el autor, daba lo mismo, siempre que estuviera tan bien ataviado -el cuero es verde y las letras doradas no se desdibujaron con el tiempo, tal vez esas letras son de oro.
Ya en mi casa, temblando todavía por el crimen que había cometido y feliz por el crimen, me escribí la dedicatoria, la que tal vez significó el final de mis dieciocho años. Quería ser burlona, cínica, graciosa, pero era pedante, enfática, patética, convencional. No importa, lo bueno es que aunque sea apócrifamente, está firmada por el autor del libro. Dice así:
Para la dulce Mora sobre quien la luz de la inteligencia se complace en jugar, sobre quien la Estrella chisporrotea con poesía y la vida se enreda en interminables besos de sombra entre sus cabellos, sin embargo, sin embargo, con pretensión de eternidad y aleteo de alas más y más celestes, para que su gran sabiduría condescienda a mi humilde pensar y lo aprehenda como, acaso, se ase un tierno hilo de luz que es capaz de crecer al caer en la lejanía, una bella tarde de julio del 68, con simpatía espiritual
T. S. ELIOT
¡El libro era ni más ni menos que de T. S. Eliot!