Para entender este aspecto, nos basaremos en los resultados de una investigación pionera realizada por el Dr. George Solomon (1998) en la que se relaciona estrés, emociones y respuesta inmune.
El estudio consistió en la evaluación psicológica, emocional e inmunológica, de 68 personas afectadas por el terremoto de Los Angeles, en 1994. La evaluación comenzó a los 11 días de ocurrido el terremoto y culminó 4 meses después. En dicho estudio se evaluó el trastorno objetivo de la vida de las personas en término de pérdidas concretas causadas por el terremoto, como por ejemplo: la pérdida de un familiar, de la vivienda, o del vehículo, la destrucción del colegio de los niños, o la del sitio de trabajo, entre otros. También se evaluó la reacción emocional frente al terremoto (alexitimia) que no es otra cosa que un déficit en el procesamiento de las emociones. Finalmente se realizó una evaluación de la capacidad de la respuesta inmune en función del tiempo.
Los individuos fueron ubicados en diversos grupos según el tipo de respuesta obtenida. Así, el grupo conformado por individuos que habían tenido un alto trastorno de la vida diaria medido por la prueba especificada anteriormente, fue comparado con el de aquellos que habían tenido poca o ninguna pérdida. También se pudieron diferenciar otros dos grupos: los que experimentaron una alta respuesta emocional (distrés) y aquellos que tenían un bajo disturbio emocional. En estos diversos grupos se midió su capacidad de afrontamiento inmunológico frente al terremoto.
El primer grupo, integrado por personas con bajo distrés y bajo trastorno de la vida constituye el grupo control normal. En estas personas la respuesta inmunológica es normal o ligeramente elevada, lo cual sirve de línea de base para compararla con los otros tres grupos.
En el segundo grupo, caracterizado por personas con alto distrés y bajo trastorno de la vida, se observa una disminución de la respuesta inmune. A este grupo pertenecen las personas que se preocupan por todo y aunque en este caso el terremoto no las haya afectado materialmente, aún así tienden a magnificar las situaciones, lo cual cursa con una disminución de la respuesta inmune.
En el tercer grupo, compuesto por personas con bajo distrés y un alto trastorno de la vida, en un principio pudiéramos pensar que debiera observarse una respuesta inmune elevada o por lo menos normal; sin embargo, se observó todo lo contrario puesto que es el grupo que tiene la respuesta inmune más baja. A este grupo pertenecen las personas que tienen dificultad para expresar sus emociones, que son auto-controladas, estoicas, o que simplemente niegan las circunstancias que están viviendo.
Finalmente el cuarto grupo, integrado por individuos que están en alto distrés porque efectivamente tuvieron un alto trastorno de la vida por causa del sismo, paradójicamente, mostró una respuesta inmune normal, similar al grupo control. En este caso las personas están expresando una respuesta emocional elevada, acorde a las pérdidas que tuvieron que enfrentar como consecuencia del terremoto.
La conclusión más importante de este trabajo es que se debe expresar la emoción adecuada a las circunstancias que se están viviendo. Si usted tiene un distrés emocional porque algo serio le está ocurriendo en la vida, el sistema inmune lo entiende y colabora para que no se enferme, activando su respuesta. Así que cuando alguien le diga, tienes que tener pensamiento positivo y no puedes estar triste porque sino el sistema inmune se te deprime, no le crea. Exprese sus emociones sanamente, es decir, experimentando lo que siente de acuerdo a las circunstancias que está viviendo.
por Marianela Castés
Fuente: http://www.inspirulina.com/
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