Los TCA: una forma de autocastigo
Aunque ya hemos explorado los principales trastornos de la conducta alimentaria y algunas de sus posibles explicaciones, quizá no hemos mencionado un aspecto que pudiera tener bastante relevancia en este asunto.
En nuestro anterior artículo referido a la anorexia desde otro punto de vista, tratábamos de dar algunos argumentos más profundos que los que la mayoría de las personas tienen para referirse a este tipo de trastornos.
Lo más común es, por tanto, suponer que es el ansia de delgadez y de belleza el único elemento que motiva a una persona a acabar desarrollando anorexia o bulimia.
Hoy quisiéramos apuntar otro dato, y no es otro que el hecho de que la anoréxica o la bulímica (el 90% son chicas) podría “utilizar” la comida como una forma de castigarse a sí misma. En este caso, no sería exclusivamente la necesidad de ser perfecta o la falta de afecto la que llevarían al trastorno, sino también el convencimiento de la persona de “no merecer disfrutar”, en este caso de los alimentos.
La gran mayoría de estas enfermas, cuando se les pregunta, afirman tener la constante sensación de no poder permitirse pasarlo bien, desconectar o sentir placer, como si hubiesen sido víctimas de una especie de maleficio que se lo impidiese. En tal caso, buscan continuamente mejorar, agradar, ser aceptadas; asumiendo que el goce o el disfrute de la vida es algo que, sencillamente, no está hecho para ellas.
En cierto modo, tiene sentido que esto sea así, al menos en la medida en que ellas mismas hayan asumido ideas y actitudes erróneas en cuanto a su auto-concepto. El razonamiento bien podría ser el siguiente: “Como nadie me quiere, he debido hacer algo terrible, por tanto, por merecer no merezco ni vivir, pero para no hacer aún más desastroso mi paso por esta vida y hacerles aún más daño a los demás, me bastará con servirles en todo lo que pueda, relegándome siempre a un segundo plano, sin permitirme disfrutar de cosas que no merezco”
Dicho así suena bastante duro, y cada dos o tres palabras podríamos discutir la veracidad de la afirmación. Sin embargo, este tipo de pensamiento suele estar bien instaurado y ser muy resistente, por eso hay que trabajarlo con mucha paciencia y comprensión.
¿Qué lleva exactamente a la anoréxica o a la bulímica a asumir tan fácilmente que nadie la quiere o que sólo es una carga? ¿Hasta qué punto son los propios padres los que, involuntariamente, pueden transmitir esta idea a sus hijos/as? ¿Realmente es tan sencillo generalizar una hipótesis de este tipo referida inicialmente a la propia familia a todo el resto de la humanidad?
Son preguntas en las que merece la pena detenerse a reflexionar si queremos que las personas que sufren estos problemas comiencen a comprender un poco mejor el origen de sus males.
Fuente: www.somospsico.com
Imágenes: Google
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Namasté