Hace unos días recibí un correo de una buena amiga que me decía que viera con detalle el link que me anexaba. Al darle doble clic me encontré con un video que ha circulado por la web en los últimos meses el cual pertenece a la compañía de telefonía DTAC, la segunda más grande proveedora de telefonía GSM en Tailandia. Se llama "Desconectar para Conectar".
En el video puede verse a personas que están tan concentradas en sus teléfonos móviles que parece que estuvieran solas en el mundo, como si los que están a su alrededor simplemente desaparecieran, no existieran. Posteriormente, caen en cuenta de la necesidad de apartar lo virtual y apostar por lo real.
La invitación es a desconectarse de la tecnología para conectarse con las personas y el entorno, para que la presencia sea presente. El mensaje es simple, claro y sencillo "Desconectar para conectar".
Ahora bien, las preguntas que me surgieron después de ver el video fueron: ¿Somos capaces de desconectarnos? ¿Podemos tener una conversación sin estar pendiente del parpadeo de la luz roja de nuestro blackberry o la lucecita azul que nos avisa de que ha llegado un whatsapp? ¿Estamos en capacidad de dejar de sacar el celular en un almuerzo, reunión, conferencia o servicio religioso para comenzar a revisar los correos electrónicos, pines, facebook, twitter?
Las respuestas son ciertamente individuales, pero no está de más compartir lo que para mí es la mejor respuesta para lograr desconectarnos: usar con prudencia y acierto nuestro teléfono inteligente. Lo cual supone actuar en consecuencia, es decir, limitar la atención efectiva que le prestamos para cuidar con cabeza y corazón a las personas que tenemos cerca.
El secreto está en detenernos, desconectarnos de vez en cuando apagando el aparato, aprender a aislarnos por un tiempo determinado para escuchar a una persona que lo necesita --lejos del sonido del blackberry y el dedo moviendo la pantalla táctil-- y hacer posible una comunicación profunda, de acercamiento. En síntesis, estar presente.
Estoy convencida de que es posible lograrlo. Quizás al comienzo la tarea no sea sencilla. Seguro tendremos ganas de encender el teléfono para revisar los correos electrónicos y responder al instante, o comenzar a chatear con aquella persona que nos envió un pin. Sin embargo, creo que vale la pena intentarlo porque escuchar o mirar a la persona en vivo y en directo -sin distracciones e interrupciones- proporciona un goce particular. No hay aparato que pueda sustituir la calidez de las relaciones humanas. Esa, en mi opinión, es la conexión más importante.
En el video puede verse a personas que están tan concentradas en sus teléfonos móviles que parece que estuvieran solas en el mundo, como si los que están a su alrededor simplemente desaparecieran, no existieran. Posteriormente, caen en cuenta de la necesidad de apartar lo virtual y apostar por lo real.
DESCONECTAR PARA CONECTAR
por Gabriela Garrido
La invitación es a desconectarse de la tecnología para conectarse con las personas y el entorno, para que la presencia sea presente. El mensaje es simple, claro y sencillo "Desconectar para conectar".
Ahora bien, las preguntas que me surgieron después de ver el video fueron: ¿Somos capaces de desconectarnos? ¿Podemos tener una conversación sin estar pendiente del parpadeo de la luz roja de nuestro blackberry o la lucecita azul que nos avisa de que ha llegado un whatsapp? ¿Estamos en capacidad de dejar de sacar el celular en un almuerzo, reunión, conferencia o servicio religioso para comenzar a revisar los correos electrónicos, pines, facebook, twitter?
Las respuestas son ciertamente individuales, pero no está de más compartir lo que para mí es la mejor respuesta para lograr desconectarnos: usar con prudencia y acierto nuestro teléfono inteligente. Lo cual supone actuar en consecuencia, es decir, limitar la atención efectiva que le prestamos para cuidar con cabeza y corazón a las personas que tenemos cerca.
El secreto está en detenernos, desconectarnos de vez en cuando apagando el aparato, aprender a aislarnos por un tiempo determinado para escuchar a una persona que lo necesita --lejos del sonido del blackberry y el dedo moviendo la pantalla táctil-- y hacer posible una comunicación profunda, de acercamiento. En síntesis, estar presente.
Estoy convencida de que es posible lograrlo. Quizás al comienzo la tarea no sea sencilla. Seguro tendremos ganas de encender el teléfono para revisar los correos electrónicos y responder al instante, o comenzar a chatear con aquella persona que nos envió un pin. Sin embargo, creo que vale la pena intentarlo porque escuchar o mirar a la persona en vivo y en directo -sin distracciones e interrupciones- proporciona un goce particular. No hay aparato que pueda sustituir la calidez de las relaciones humanas. Esa, en mi opinión, es la conexión más importante.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Mil Gracias por su visita en SER+POSITIVO y por dejar su comentario. Esperamos seguir disfrutando de sus visitas.
Un abrazo de luz y muchas bendiciones.
Namasté