(la hipnosis del ‘yo’ como un
espejo)
Breve galería con hipnóticas imágenes de ojos humanos y
reflexiones en torno al acto de observar los ojos como una especie de koan
orgánico que puede traducirse en una experiencia terapéutica.
- Autor: Lucio Montlune
“Un ojo cerrado no necesariamente esta dormido,
y uno abierto no necesariamente está
observando”
Bill Cosby
El observar un ojo, y en particular el nuestro,
puede traducirse en un ejercicio terapeútico que coquetea tanto con lo místico
como con lo biológico –en una dinámica que quizá alude al
divino threesome alquímico. Y reflexionando brevemente sobre las
bondades que resultan de este acto destilamos una serie de beneficios que van
desde la metafísica y la ontología, hasta la estética y la catarsis.
Por un lado, en lo que se refiera al desarrollo
auto-consciente, este ejercicio permite reafirmar nuestra existencia, como una
especie de suspiro suspendido a través del cual nos confrontamos con el “yo” y
por lo tanto fortalece nuestra noción de una unidad indivisible (la del
individuo) y a la vez hiperconectada (la del todo).
Una vez activado ese bit de auto-afirmación nos
encontramos con un diseño de desbordante pulcritud estética –el ojo del mandala,
que es a la vez flor y fractal, recurso retórico esencial en la geometría
sagrada. La belleza de nuestros ojos emerge como un recordatorio de la
perfección con la que fuimos diseñados, y a la vez nos ayuda a identificarnos
con el resto de las personas (los no “yo’s” que an algún punto somos nosotros
mismos –in lak’ech) y de las cosas (el mundo exterior que es solo un
espejo del interior). Y tras este loop epifánico terminamos por acceder
a una catarsis bio-estética a la cual nuestros ojos, desde ambas perspectivas,
representan un portal –a fin de cuentas a través de ellos, de nuestros ojos, se
filtra la luz que activa un proceso foto-alquímíco del cual emerge buena parte
de nuestra realidad (lux perpetua) .
Y para finalizar la poco ortodoxa pero honesta
auto-terapia, una vez reafirmada nuestra existencia y luego de haber
experimentado un micro-recorrido por la perfección geométrica que nos hermana
con el mundo exterior, terminamos por presenciar el desfile de un eco
arquetípico que en un nanosegundo funde nuestro ojo con el centro del universo,
pasando por el ombligo, la base del axis, el pulso de la supernova, o el botón
del pantalón que viste una chica linda junto a su sonrisa.
Y tu ¿hace cuánto que no te ves a los ojos?
Twitter del autor: @paradoxeparadis /
Lucio Montlune
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Namasté