Existe un paralelismo entre las familias incestuosas y las economías cerradas (las que no importan lo que pueden fabricar).
Hasta el psicótico más descompensado es coherente, entendiendo por coherencia el funcionamiento suficientemente organizado como para conservar la vida.
Dicho de otra forma, todo ser vivo posee coherencia porque el fenómeno «vida» sólo ocurre cuando el organismo está en funcionamiento.
Solemos usar la palabra «coherencia» para referirnos a la lógica que nos parece encontrar en un cierto razonamiento o forma de actuar. Por ejemplo, es coherente que un amarrete «no coma huevo por no tirar la cáscara».
Adhiriendo a la acepción más amplia (donde hay vida, hay coherencia), les comento que aquello que ocurre en el plano económico tiene que ser «coherente» con lo que ocurra en el plano de la psiquis.
Esto se explica mejor con un ejemplo. Aquí va:
A diferencia del resto de los animales, los humanos utilizamos la prohibición del incesto, consistente en que no aceptamos que un padre fecunde a su hija o que la madre sea fecundada por su hijo.
Esta prohibición, esta norma de convivencia de nuestra especie tiene causas desconocidas (la hipótesis sobre las anomalías de la descendencia no es verdadera), pero lo cierto es que, como especie, somos prósperos pues ya somos siete mil millones de ejemplares.
Sería posible pensar que la prohibición juega un papel importante pues los humanos reaccionamos con energía ante las prohibiciones, las represiones. Un deseo obstaculizado gana en potencia deseante.
El paralelismo con el plano económico lo encontramos en que las economías abiertas (dispuestas a comprar en otros países productos que pueden fabricarse dentro del país) son más prósperas que las economías cerradas (las que no importan bienes que pueden fabricarse en el país).
En suma: las economías cerradas son más pobres porque técnicamente son incestuosas.
(Este es el Artículo Nº 1.548)
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Namasté